
SU BENDICIÓN
"Te dé conforme al deseo de tu corazón, Y cumpla todo tu consejo." Salmos 20:4
[Así sea, Padre, dame aquello que mi corazón anhela, pero no mi corazón de hombre sino aquel corazón nuevo que has puesto dentro de mí, el corazón de Cristo. Amén]
El pueblo de Dios antes de salir a la guerra recitaba este salmo que se inicia con una declaración de bendición: "Jehová te oiga en el día de conflicto; El nombre del Dios de Jacob te defienda." (Salmos 20:1) Perfectamente podemos aplicarlo a nuestros días cuando tantas luchas de todo tipo (económicas, familiares, laborales, políticas, espirituales, etcétera) tenemos a diario: "Te envíe ayuda desde el santuario, Y desde Sion te sostenga." (Salmos 20:2) ¡Qué el poder de Dios nos sostenga cada día!
No pretendemos comprar ni manipular al Señor pero le ofrecemos alabanza, adoración e incluso le ofrendamos dinero. Que Él considere la entrega de nuestro corazón, nos proteja y "Haga memoria de todas tus ofrendas, Y acepte tu holocausto..." (Salmos 20:3) Dios conoce los deseos más íntimos de nuestros corazones más Él es quién tiene que decidir si es conveniente satisfacerlos o pueden hacernos daño, porque conoce nuestras debilidades. En este aspecto Dios es más sabio que el hombre y no podemos aconsejarlo: "Te dé conforme al deseo de tu corazón, Y cumpla todo tu consejo." (Salmos 20:4)
El Padre nos cuida amorosamente y nos salva de todo peligro por medio de Su Espíritu y nos da la salvación eterna en Cristo Jesús. Entonces nosotros alzamos nuestra voz y le alabamos. ¡Quiera Dios que sean concedidas nuestras peticiones!: "Nosotros nos alegraremos en tu salvación, Y alzaremos pendón en el nombre de nuestro Dios; Conceda Jehová todas tus peticiones." (Salmos 20:5)
Los creyentes que han entregado su ser al Señor recibieron el Espíritu de Dios que es "la unción del santo", el aceite espiritual que anima, fortalece, impulsa y vivifica nuestro quehacer diario: "Ahora conozco que Jehová salva a su ungido; Lo oirá desde sus santos cielos Con la potencia salvadora de su diestra." (Salmos 20:6)
El mundo ateo y agnóstico sólo confía en su propia inteligencia, astucia, recursos y fuerza, mas nosotros confiamos en Dios. Él es el poder y el motor de nuestras vidas, con Dios somos victoriosos: "Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria." (Salmos 20:7)
Cuando se agotan sus fuerzas y recursos materiales, sus proyectos y vidas se derrumban. Pero los que tienen a Dios, en la debilidad son más fortalecidos por el Señor: "Ellos flaquean y caen, Mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie." (Salmos 20:8)
¡Alabado sea el Señor, nuestro Rey! Nos escucha cada vez que le invocamos y siempre tiene una Palabra de aliento para nuestras vidas. El Padre siempre responde; puede hacerlo con un sí, un no o un espera un poco, pero siempre responde: "Salva, Jehová; Que el Rey nos oiga en el día que lo invoquemos." (Salmos 20:9)
Este Salmo nos enseña a confiar en Dios. Como pueblo del Señor tenemos la misma promesa de bendición que tuvieron nuestros hermanos judíos en la Antigüedad. El Señor no nos abandona en medio de nuestras crisis y conflictos sino que permanece Fiel junto a Sus hijos y transforma la angustia en confianza.