1. Ningún hijo debe caminar solo – La cobertura de un padre espiritual es algo indispensable para todo hijo. A menudo nos encontramos solos y confundidos porque no tenemos a un padre espiritual que nos guié, ame, y corrija.
Un verdadero hijo no deja su hogar como un esclavo que esta buscando escapar de su esclavitud. El entiende que mientras él es niño, en nada difiere del esclavo (Gálatas 4:1?2) aunque es heredero de todo.
2. La humanidad del padre espiritual no justifica la rebelión – Cuando uno es un niño espiritual todo lo que hace el padre esta correcto, pero según uno va creciendo en el señor uno comienza a ver faltas del padre y es entonces cuando muchos hijos comienzan (como el hijo prodigo) a poner demandas.
No pasa mucho tiempo cuando sienten que su padre es injusto y abusivo. Llegan a la conclusión de que el padre ya no tiene más que impartirle sin entender que Dios usa vasos imperfectos para llevar acabo su perfecta voluntad
3. La unción no es del hijo viene del padre – Todo lo que nosotros tenemos vino de alguien que lo impartió en nosotros. Aquel o aquella que nos ungió con aceite y puso sus manos sobre nuestra cabeza dando transferencia a esa unción que ellos recibieron.
El hijo que abandona a su padre malgastara su unción hasta que venga el hambre (Lucas 15:14). No es hasta que se haya prostituido y lo haya perdido todo que algunos finalmente reconocen que la unción viene del padre.
4. Los pastores necesitan entender que ellos no son generales, negociantes, o contratistas sino padres – No podemos usar la gente como si son empleados o soldados nuestros, ellos son nuestros hijos y no un objeto que usamos para algo y después los desechamos.
Parece que hoy en día tenemos muchos pastores que ven el ministerio como un trabajo corporativo, y piensan que ellos son los ejecutivos principales. No se ven así mismos como padres espirituales y a consecuencia de eso terminan hiriendo y destruyendo a sus propios hijos. Somos la familia de Dios, punto.
5. La confianza es quebrantada cuando nuestros padres fallan – Cuando un padre cae en pecado la herida y el dolor es tan profundo que uno se siente adormecido y confundido. Nos airamos en contra de aquel que no vivía lo que predicaba.
Necesitamos aprender de David cuando supo que Saúl callo en el campo de batalla. Primero lloro, segundo oro y ayuno, tercero mato a aquel joven que vino a traerle la noticia. El joven pensó que venia con buenas nuevas y encontró la muerte porque no entendió que el único verdadero juez es Dios.
De Libro: El Manto de Mi Padre
Autor: Dr. Angel Nuñez