Después del matrimonio y la familia, la acción de guiar a otro es una de las más importantes relaciones que influencian la conducta humana. Dios quiere usarnos para impactar a muchos con la vida de Cristo.
Aunque Rodger y Lynne Schmidt planeaban ir a África como misioneros, se preguntaban "¿Realmente es esto lo que deberíamos hacer?"
Al mismo tiempo, en la misma ciudad, otra pareja también luchaba con su llamado, aunque desde el otro extremo de la carrera misionera.
Ahora retirados, esta pareja se preguntaba, "Después de 41 años como misioneros en África, ¿quiénes somos? Una vida entera de trabajo y nuestro hogar están en otro continente. ¿Qué es nuestra vida?"
Dios, (a través de un programa de ayuda) unió a estas dos parejas. Fue la gran combinación. El llamado de los Schmidt fue confirmado, y la pareja retirada descubrió el significado en su nuevo rol como mentores.
¿Por qué los comercios tienen aprendices y la profesión médica requiere residencias? Porque la atención personal de practicantes experimentados ayuda a los aprendices a dominar habilidades esenciales, actitudes y conocimiento. Esto, por supuesto, no es una sorpresa para los cristianos familiarizados con las relaciones de ayuda de Moisés y Josué, Elías y Eliseo, Noemí y Rut, Pablo y Timoteo, y Jesús y sus discípulos.
En el principio
¿Qué es lo que en realidad hace un mentor? En principio sus tareas son:
1.Establecer el tono. Una vez hecho el contacto entre el mentor y la persona, depende del mentor crear la atmósfera donde florezca la confianza. Una manera de profundizar esa confianza es simplemente contar su propia historia. Esto abre puertas y genera considerar situciaciones. Compartir con alguien sus luchas tiene la característica de llevar la relación a un nivel más profundo.
El ambiente es habitualmente informal. Algunos comienzan a ser como otros miembros de la familia del mentor. Pasan tiempo en su casa jugando con los niños y participando de alguna comida. En otras oportunidades, un mentor simplemente invitará a la persona que lo acompañe en ocasiones ministeriales.
2.Clarificar expectativas. Un lugar seguro para este tipo de aprendizaje requiere tres cosas: apertura, hospitalidad y límites.
Los mentores no quieren personas que esperen de ellos demasiado o muy poco. Los dos problemas pueden evitarse si las expectativas se discuten abiertamente. Desde "¿hay tarea para hacer?" hasta "¿quién paga el café?" debe acordarse con anterioridad para que haya entendimiento mutuo. Expectativas irreales o nuevas pueden volverse en su contra.
Entonces arregle la duración del encuentro, frecuencia, horario, lugar, propósito y nivel de responsabilidad. Oren juntos y comprométanse a orar por la relación entre uno y otro encuentro.
Una persona que recibe la ayuda del mentor tal vez espera que usted, con empatía, ponga el hombro para que él pueda llorar cada vez que lo necesite. Bien, eso quizás no sea necesariamente su mejor aporte como mentor. O el mentor espera algo que la persona no está dispuesta o no puede dar.
En el comienzo, ambos necesitan decir: "Esto es lo que pienso que puedo dar, este es mi don, esta es mi experiencia. Mi vida es como una caja, hay un montón de cosas que están fuera de la caja, pero, usted es bienvenido a todo lo que pueda haber adentro".
Afinando sus habilidades como mentor
Una vez que la relación se establece, el mentor hace varias cosas.
1. Mantiene la confianza.
Una vez establecida, debe mantenerse. Esto significa ser honesto, abierto y transparente. Además, los mentores deben permanecer en este aspecto, continuar con el compromiso, estar disponibles y flexibles.
También mantener adecuada confidencia; la información privada se mantiene privada. Puede llevar meses para que la persona que recibe la ayuda del mentor se abra, pero solamente hace falta un minuto para que se cierre ante una actitud inapropiada
Mentores y quienes reciben su ayuda deben discutir el tipo de información que será apropiada para compartir (1) con cualquier persona (2) con otros mentores, y (3) entre los dos únicamente.
La confianza crece desde la humildad. Cuando una persona no presume por saber lo que está en mi cabeza y está deseosa de escucharme, eso engrenda confianza en mi. Tiendo a mantener a distancia a las personas que parecen hacer juicios previos de lo que necesito o lo que tengo que escuchar.
El escuchar atentamente es la clave.
Además, los mentores aprenden también a enseñar. Las relaciones los mentores con las personas a quienes ayudan, no son de una sola vía, relaciones jerárquicas. Mientras es verdad que uno tiene más experiencia que el otro, el "compartir la vida" tiene dos vías. Por lo tanto, una responsabilidad adicional del mentor es "aceptar la influencia que es para quien recibe su acción". Esto también construye la confianza.
2. Mantenga una agenda.
Como prioridad deben estar las preguntas de aquel para quien es mentor. Pero sea lo suficientemente flexible para reconocer los momentos de enseñanza. Jesús pasaba horas de interrogatorios luego de las sanidades y milagros y los debates públicos. Si los mentores envían a quienes enseñan a aventuras de riesgo, de fortalecimiento de la fe y para edificar el Reino, ¡habrá mucho para hablar!
3. Ofrezca sus contactos.
Mucho de la efectividad del ministerio no es lo que usted conoce, sino a quién conoce. Si aquel a quien usted está guiando pregunta, "¿quién sabe algo de esto?" y usted no sabe, entonces su tarea es averiguar "¿quién conoce a alguien que sabe algo de eso?"
4. Ofrezca perspectiva.
En virtud de tener más años, los mentores tienen algo que aquellos a quienes guían no tienen: experiencia. Un mentor debe, por lo tanto, ofrecer el don de la perspectiva.
Un estudiante cierta vez le contó a Janet McCormack, directora del centro de entrenamiento de capellanía: "Lo que realmente me gusta de usted, capellana Janet, es que enfoca el propósito del ministerio cuando yo me pierdo en los detalles".
Eso es lo que hacen los mentores: mantienen las cosas enfocadas hacia el por qué las hacemos, qué y para quién.
Haciendo buenas preguntas
Una de las más importantes obligaciones para un buen mentor es hacer las preguntas correctas. Un mentor no es "la persona de las respuestas", sino más bien, "aquel que lleva a la persona que guía a hacer autoreflexión beneficiosa".
Las preguntas dependerán de las necesidades del que es guiado.
Algunas veces las preguntas identifican un tema más importante.
Un estudiante con el cual estaba trabajando identificó su necesidad de hacer ejercicios. Como se lo probé después, la falta de ejercicios era meramente un síntoma de un tema más profundo: luchas con el manejo del tiempo.
Esto surgió porque reconocí que su ministerio efectivo entre la juventud y su estilo relacional hacía difícil establecer límites. Consideramos sus roles y metas y cómo podía llegar a manejar mejor su tiempo. Una vez que un mentor toma los hilos en la vida de alguna persona puede realmente ofrecer ayuda.
En otros momentos las preguntas llevan a temores personales que requieren necesariamente ser confrontados.
"Digamos que alguien que recibe la guía del mentor trabaja en un una sala de emergencias de un hospital, y entra una mujer que ha sido terriblemente maltratada", dice Janet McCormack. "Si el que es guiado regresa y dice: ‘Me asfixié. No pude ni siquiera hablarle’, bien, esa sería la respuesta normal de la mayoría de las personas".
Pregunte por qué. "Hay muchas razones posibles. Yo preguntaría: ‘¿qué pasaba dentro de usted cuando sucedió eso? ¿Qué pensaba?’ Tal vez escuche: ‘recuerdo cuando mi madre era golpeada’, o ‘no puedo imaginar a un ser humano que le haga eso a otro’ o ‘al que quería golpear era a él’. Las respuestas sugieren cómo guiar, cómo enseñar".
Las preguntas también desafían las suposiciones.
"Le hablamos a un estudiante que quiere enseñar en Pakistán, pero no quiere aprender el idioma", dice Terry Burns. "Hablan Inglés en Pakistán así que está estudiando en el Seminario para enseñar Biblia en inglés. Esa es una interesante suposición.
¿Se da cuenta que aunque hablan inglés no piensan en inglés? Piensan como pakistaníes, con un punto de vista distinto, una perspectiva diferente. ¿Es realista asumir que puede hacer el ministerio allí de la manera que lo hacía aquí? Sus suposiciones debían cambiar".
Impulse en la dirección correcta
Los mentores con frecuencia empujan los cambios en direcciones que al principio no son cómodas.
Por ejemplo, los integrantes del ministerio de la juventud se irritan cuando los anotan para el cuidado de niños, asistir a reuniones de juntas o escribir informes.
Quieren hacer las cosas de adolescentes que ya saben. ¿Por qué hacerlos trabajar con bebés o en juntas? Para ampliar sus posibilidades. Los mentores sabios sugieren: "Veamos en qué otra cosa eres bueno".
McCormack entrena así a aquellos para quien es mentora de capellanía. Les dice: "Puede que no tengan experiencia aquí. O quizás prefieran consejería de persona a persona, pero si nunca organizaron un evento social para solteros, ahora es el momento de intentarlo. Quizás no les guste, y eso está bien. Necesitan extenderse. No les dejaré que fracasen. Si las cosas decaen, aquí estoy para sostenerlos".
Como MacFarlnad dice: "Una de las lecciones en la vida cristiana es aprender a depender de Dios. Aceptar riesgos y trabajar más allá de nuestra experiencia previa promueve nuestro crecimiento y dependencia de Dios".
Competente para confrontar
Una última habilidad que los mentores deben pulir es la corrección. Los mentores son como espejos para ayudar a ver lo que impide a quienes guían a ser lo que Dios desea que ellos sean. "No voy a atacar su carácter", dice Burns, "quiero sostener el espejo y decir: ‘¿Ve esto’?"
Si el mentor ha edificado una relación de confianza y seguridad, el que es guiado está más inclinado a aceptar la corrección. Pensará: "Mi mentor se preocupa por mí, así que puedo escuchar lo que dice".
Por un lado, todos los cristianos son responsables de seguir a Cristo con integridad. Pero en la relación con el mentor, tenemos aún una plataforma mayor para la responsabilidad. Si las acciones de quienes dirigimos o los hábitos de trabajo son inconsistentes con las metas y el compromiso establecidos, el mentor necesita mencionarlo.
Los que están apurados no necesitan dedicarse a esto
El trabajo del mentor no es para los impacientes. Mientras que es uno de los medios más efectivos de desarrollar cristianos efectivos, también consume tiempo.
"En una cultura que presiona por resultados instantáneos y sigue unos pocos principios claves", dice McFarland, "el trabajo del mentor puede parecer lento. Pero no hay atajos para equipar a las personas a fin de que se transformen en teológicamente astutas, de carácter piadoso y ministerio competente".
El paso aparentemente lento del esfuerzo del mentor se compensa por ser universalmente adecuado para personas de todas las edades, razas y nacionalidades. Y para toda la vida.
Como ser un Mentor Efectivo
Una persona que recibe la ayuda del mentor tal vez espera que usted, con empatía, ponga el hombro para que él pueda llorar cada vez que lo necesite. Bien, eso quizás no sea necesariamente su mejor aporte como mentor.