En todas las áreas de nuestras vidas necesitamos aplicar el entrenamiento, la disciplina y el trabajo duro si, como Dios quiere, intentamos alcanzar nuestro pleno potencial para vivir en nuestra tierra prometida.
Alguien dijo: "Las vidas de las personas están limitadas por un compás de: compromiso, indecisión, pensamientos del pasado y falta de visión".
Si hay alguna verdad en este comentario, entonces de alguna manera debemos actuar, aun tomar decisiones drásticas si es necesario, pero debemos romper las limitaciones. Entrenarnos, planificar y prepararnos a nosotros mismos pondrán a prueba los eslabones vitales en la irrupción del proceso. En 1 Timoteo 4:7 Pablo le enseña a Timoteo: "Disciplínate a ti mismo para la piedad".
Entrenarse
El lenguaje original indica desnudez, ser despojado de ropas exteriores. Se relaciona con la imagen de un gimnasta, preparado en mente y cuerpo, capaz de ejecutar las rutinas de ese deporte. Pablo nos exhorta a entrenar con la disciplina de un deportista.
Si aceptamos el desafío de lo expuesto anteriormente, debemos aplicarnos rigurosamente para terminar con el compromiso incierto en nuestras vidas. Este tipo de compromiso puede venir a través de la falta de un conocimiento pleno de la verdad, del temor a las opiniones de la gente, o simplemente de nuestra inseguridad.
Lo que sea que produce un compromiso impropio debe ser enfrentado, encarado y echado de nosotros. Lo mismo puede decirse con el doble ánimo que tan a menudo acompaña a la indecisión, ya sea que es conducido por el temor al fracaso, o por una simple falta de experiencia en la toma de decisiones.
He conocido a muchos jóvenes educados y muy inteligentes, que de pronto salieron de la universidad, pero no estaban preparados para el futuro, pues habían sido sobreprotegidos de alguna decisión importante.
Los hábitos y las imprecisiones de nuestros pensamientos pueden encerrar nuestras vidas peligrosamente.
Muchas corporaciones comerciales han trabajado específicamente para dirigir el desequilibrio del tiempo gastado en cosas que son del pasado, cuando todas las posibilidades de desarrollo y progreso están en el futuro. Ahí es necesario pasar menos tiempo en la lectura de actas de reuniones y más tiempo en la elaboración de estrategias para el futuro y el desarrollo de la visión.
De igual manera, la visión que tenemos como individuos acerca del pasado, y de la cantidad de tiempo que consumimos pensando en ello, limitan enormemente nuestro futuro. Algunos de los expertos en cambios de dirección dicen que pasamos tanto como un 80% de nuestro tiempo con nuestra atención en el pasado, el 15% en el presente y solo un 5% en el futuro. Un ejemplo puede ser el tiempo que gastamos reflexionando sobre anécdotas. Sin embargo, la Biblia nos insiste: "No recordéis las cosas anteriores, ni consideréis las cosas del pasado. He aquí hago algo nuevo, ahora acontece!" (Isaías 43:18-19a).
El presente constituye la parte activa de nuestras vidas y debemos aprender, sin duda alguna, a hacer lo máximo de cada oportunidad. Todas nuestras oportunidades están hoy y mañana.
Debemos recuperar algo del 95% del tiempo que gastamos pensando en el pasado y en el presente, y mejor usar esa energía para poner nuestra atención en el futuro.
En todas las áreas de nuestras vidas necesitamos aplicar el entrenamiento, la disciplina y el trabajo duro si, como Dios quiere, pretendemos alcanzar nuestro pleno potencial para vivir en nuestra tierra prometida.
Todo esto necesita un compromiso de nuestra parte para "entrenarnos para la piedad" ¿Qué quiero decir explícitamente? Que en mi hablar, en mi amor, en mi motivación, en mi fe y en mi confianza, debo aprender a ocuparme (1 Timoteo 4:13), a no ser negligente o descuidado (4:14), a ser diligente (4:15), a darme completamente (4:15), a tener cuidado (4:16) y perseverar (4:16) con sinceridad en buenas acciones.
Pedro añadiría también la palabra "preparar", literalmente para "ceñir nuestros lomos para una enérgica acción". Usted no verá la totalidad del fruto instantáneamente cuando su mente y sus acciones sean puestos bajo el control de Cristo, ¡pero el fruto de una vida entrenada crecerá! Debemos cambiar nuestra actitud de "yo quiero ahora", por una visión hacia el futuro, darnos cuenta, como con todas las cosas de la vida, de que ese dolor a corto plazo –la disciplina– resultará en un beneficio a largo plazo.
Podemos aprender a ser fieles a tiempo y fuera de tiempo, cuando lo sentimos y cuando no. Estas disciplinas producen campeones en el mundo de los deportes, en las artes y en los negocios, y también nos ayudarán a poseer nuestra tierra prometida.
Entrenar a otros
Cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de nuestro propio desarrollo. También debemos recordar que en muchas situaciones en la vida no hemos tenido éxito, hasta que finalmente lo conseguimos. Con esto quiero decir que un verdadero visionario nunca protegerá su visión indulgentemente y por sí mismo; otros se alimentarán de su entusiasmo de tal manera que en cualquier gran obra en que esté, será perpetuado. El desarrollo, la disciplina y el entrenamiento de otros es desafiante, pero es un trabajo necesario.
No debemos esperar hasta que seamos maduros, pulidos o perfectos para invertir en otras personas. Timoteo fue inspirado a transmitir lo que había escuchado de Pablo, con otros hombres contables, los que a su vez aún enseñarían a otros (2 Timoteo 2:2). Parte de nuestro propio desarrollo es invertir en otros. El proceso hará de usted una mejor persona. Diga humildemente quién es usted y lo que sabe, y también será entrenado aun cuando esté entrenando a otros.
Muchos líderes cristianos piensan que de lo que carece la gran mayoría de la gente es del sonido de la enseñanza, pero la enseñanza de Jesús fue una parte esencial de un extenso proceso de formación de discípulos, y Él nos insta a "ir y hacer discípulos en todas las naciones..." (Mateo 28:19).
Tenga ánimo en esto; es un trabajo difícil, pero muy satisfactorio. Usted pasará por momentos de desilusión. Jesús tenía su Judas, y la mayoría de los hombres que habían estado años viajando con Él, observándolo y escuchando su mensaje, se apartaron de Él en el momento de la crisis.
Sin embargo, más tarde sacudieron al mundo con el poder del Pentecostés. Ese poder todavía está disponible; mucho gozo les espera a los que inviertan su vida para entrenar y disciplinar a otros. Así que debemos entrenarnos a nosotros mismos, entrenar a otros, luego ver junto a otros el poder de la sinergia trabajando para lograr el más grande de los éxitos. Dos son mejor que uno; juntos podemos hacer lo que no podemos hacer solos.
Mucho gozo les espera a los que inviertan su vida para entrenar y disciplinar a otros.
Hace algunos años, conscientemente escuché la voz de Dios que cambiaba y daba una nueva dirección al uso de mi tiempo y energía. Muchas conversaciones y meditaciones terminaron en tres significativas declaraciones. Fui impulsado a vivir la parte siguiente de mi vida concentrado en el lugar donde podría construir en lugar de favorecer, en lo que sería significativo en lugar de aquello que parecería tener éxito, y en lo que es importante y no solamente urgente.
Planificar con sabiduría
Algunas personas no entienden que hoy es conveniente controlar la planificación así como los horarios de nuestros días, y pasar nuestra vida sabiamente en lugar de ser manejados por las urgentes demandas de lo que otros piensan; esa debería ser nuestra prioridad. Para hacer esto apropiadamente se requiere de una sincera confianza en la providencia vencedora de un Padre amoroso. Los Proverbios expresan la verdad brevemente: "Muchos son los planes en el corazón del hombre, mas el consejo del Señor permanecerá" (Proverbios 19:21).
Hablamos de Dios como teniendo la visión divina, pero la Biblia también muestra a Dios como nuestro proveedor: "El Señor es mi pastor, nada me faltará" (Salmo 23:l).
Proveer significa preparar debidamente, y eso requiere de planificación. La promesa de nuestra salvación, los libertadores que Dios designó para su pueblo y la oportunidad del día de Pentecostés, fueron el producto del plan maestro del Creador. Dios es un Dios que planifica. Él conoce el final desde el principio, y no tiene que ajustar o corregir sus planes a través del uso de la retrospección o análisis, no debe aprender de sus errores, porque no los comete.
La pregunta planteada por Esteban en Hechos 7:49, a menudo me ha desafiado: "¿Qué casa me edificaréis?, dice el Señor".
En diversos momentos ha significado la "casa" de mi propia vida, o el desarrollo de mi familia, de la comunidad de la iglesia o de la nación. Jesús ilustra la necesidad de la planificación cuando habló acerca del costo de llegar a ser un discípulo. Dijo: “Porque, ¿quién de nosotros, deseando edificar una torre, no se sienta primero y calcula el costo, para ver si tiene lo suficiente para terminarla? No sea que cuando haya echado los cimientos y no pueda terminar, todos los que lo vean comiencen a burlarse de él, diciendo: “Este hombre comenzó a edificar y no pudo terminar” (Lucas 14:28-30).
La regla de oro para todo lo que sea nuestra planificación, debe ser que las estructuras que hacemos no deben subyugar la vida de las personas, sino sostenerlas. Nuestros ojos deben estar abiertos y nuestros corazones fogosos por el propósito de Dios en nuestras vidas.
La planificación y el entrenamiento nos ayudarán a entrar en la plenitud de nuestra tierra prometida, llegarán a ser todo lo que Dios intenta que seamos, que poseamos todo lo que Dios quiere que poseamos, hasta que la plenitud de su plan sea descubierta en el glorioso retorno de Jesús, el Cristo, nuestro Señor y Salvador.
Tomado del libro: Nacido para ganar, de David Shearman, Editorial Peniel.
Entrenarse y Planificar
Los hábitos y las imprecisiones de nuestros pensamientos pueden encerrar nuestras vidas peligrosamente.