Era sábado por la tarde, el tercer sábado de Ben en China. Él y Quan estaban sentados en la hierba a la orilla de un pequeño río enlodado, con cañas de pescar en la mano. Li Quan tiene una pregunta importante para su viejo amigo de pesquería, Ben Fielding.
- ¿Vendrás a una reunión de una iglesia casera mañana con nosotros?
- ¿Yo? ¿Mañana? Pero... esas reuniones no son legales, ¿no es así? Yo soy un ejecutivo de Getz Internacional. ¿Te das cuenta de la posición en que eso me pudiera poner?
- Sí. Solo puedo decir que el riesgo que nuestras familias toman cada semana es mucho mayor. Nunca he estado en una iglesia casera con un extranjero presente. Pero tampoco nunca había tenido un extranjero viviendo en mi casa como ahora. No te puedo prometer que no habrá problema.
Pero tenemos cuidado. El pastor le ha preguntado a la gente si están dispuestos a tomar el riesgo de tenerte presente. Todos ellos estuvieron de acuerdo. Tú quizás no puedas comprender esto, pero invitarte a reunirte con nosotros para la santa adoración de Yesu es el regalo mayor que te podemos ofrecer.
Se levantaron el domingo a las 2.30 de la mañana. Quan se puso mejor ropa que la que Ben le había visto usar. Eran viejas, pero muy bien cuidadas. Sus zapatos negros de vestir tenían mucho brillo.
- ¿Recuerdas los zapatos que me regalaste?
- Debes estar bromeando. Esos no pueden ser los mismos zapatos.
- Sí lo son. Los he usado cada semana por más de veinte años, pero solo para ir a la iglesia. Oro por ti cada vez que los veo. He pensado a menudo que quizá tú estabas orando por mí en ese mismo momento.
Ben se ofreció a conducir su automóvil, como solo tenían dos bicicletas, no hubo discusión; pero Quan insistió que Ben se estacionara fuera de la carretera a un kilómetro de distancia.
Llegaron a la parte trasera de una casa solitaria con un ligero resplandor de velas visible a través de una pequeña apertura entre las cortinas. Pasaron muchas bicicletas. Quan tocó la puerta. Un hombre tranquilo lo saludó, y todos ellos entraron. La habitación estaba repleta de gente. Ben analizó los treinta rostros: hombres, mujeres y niños hombro con hombro, algunos en sillas, algunos en un banco de madera, otros en esteras de paja en el suelo. Cuatro estaban sentados en una cama, tres encima de un escritorio, dos debajo de una mesa. Ninguno de ellos parecía sorprendido de ver a Ben. Pero no podían quitar sus ojos de él.
Quan y la familia se sentaron en la fila de enfrente, en asientos obviamente reservados para ellos y su invitado. Después de susurros tranquilos, el grupo comenzó a cantar. Cantaron por una hora cantos que Ben nunca había escuchado, cantados con una pasión ardiente, tan palpable que él se sintió emocionado. Quan se puso de pie y oró, después dijo:
- Nuestro pastor nos enseñará el libro del Apocalipsis.
Un anciano con un rostro conocido caminó hacia delante.
- ¡El cerrajero! ¿Tu patrón es el pastor?
- Sí.
- ¡Ahora sé por qué no te denunció por ser un cristiano de una iglesia casera!
Cuando Ben miró a su alrededor se dio cuenta que él y el pastor Zhou eran los únicos en la habitación que tenían una Biblia.
- Este libro nos dice el plan de Yesu de abolir todos los otros reinos y establecer su reino en la tierra Por esto el gobierno dice que no debemos estudiar la Biblia.
- Leyó: “Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir...”
Cuatro personas sin Biblias se acercaron a los pies de Zhou Jin, bebiendo las palabras como si estuvieran sedientos y no hubieran tomado agua por una semana.
“Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido”. Nosotros somos su iglesia. ¡Nosotros somos esa novia! Estamos vestidos en la justicia de Yesu. Tenemos puesto el traje de boda sin mancha de su santidad. ¿Saben ustedes lo que esto significa? Significa que este mundo no es nuestro hogar. El novio ha ido a preparar un lugar para nosotros. ¡Él promete regresar y llevarnos a un nuevo hogar en un nuevo mundo! Nuestro verdadero hogar.
Con sus ojos cerrados, Zhou Jin habló, pero las palabras no parecían de él . - “Ya todo está hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin”. “Al que tenga sed le daré a beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida”.
Ben sintió ese anhelo, esa añoranza dentro de sí. Sentado en una habitación a trece mil kilómetros de su hogar, no, a millones de kilómetros de su hogar, él vio su vida con una repentina claridad. Algo acerca de esta habitación, de esta reunión, de estas personas lo hizo sentirse más cerca de Dios de lo que jamás había estado.
Ellos cantaron, adorando a Dios. Nunca él había sentido la presencia de Dios como en esta habitación ahora. ¿Por qué? Él nunca estuvo perdido en adoración. ¿Por qué? Su llamada “vida cristiana” fue como cualquier otra parte de su vida.
El viento soplaba en la iglesia casera y Ben sintió que su propio castillo de naipes estaba en peligro. Sintió una sutil y acogedora brisa llamándolo a que se levantara y la siguiera sobre el horizonte. Ansiaba con intensidad que este sentimiento no desapareciera. Algo en aquella hora de la madrugada, en aquella iglesia casera, “escondida” de las autoridades, había tocado su corazón de creyente pasivo.
Iglesias Caseras en Zonas Conflictivas
No siempre es fácil comenzar y establecer la obra de Dios, sin embargo la gracias de Dios permite vencer todos los obstáculos.