“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).
Escuchaba hace unos meses acerca de todas las cosas horrendas que están sucediendo en nuestro país (no sé cómo llamarlo ya: ¿república, democracia, país, estado socialista?).
Me sentí tan preocupado al estar allí sentado escuchando, que me puse a orar: “Ay, Señor, ¿qué puedo hacer? En este momento, Señor, sinceramente con todo lo que siento, estaría dispuesto a saltar en medio de una fogata. Si hubiera un rinoceronte a la carga, saltaría en frente de él. ¡Solo dime qué debo hacer! ¿Quieres que vaya a Washington y me pare frente a la Casa Blanca y que me ponga a predicar hasta que me lleven a la cárcel? Estoy cansado de predicar solo a cristianos y en iglesias y conferencias. ¡Oh Dios, el país se está yendo al infierno! ¿Qué quieres que haga? Dímelo ya”.
Presten atención a lo que dice 1 Timoteo 4:1-16:
1Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; 2por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, 3prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. 4Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; 5porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado. 6Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. 7Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad; 8porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. 9Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos. 10que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen. 11Esto manda y enseña. 12Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza 13Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. 14No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. 15Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. 16Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.
Primera Timoteo 4:1 dice: “El Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”. Pablo sigue diciéndole al joven Timoteo que, básicamente, la cultura se va a desmoronar, que todo va a enloquecer y que los hombres se comportarán como bestias! Hace varias semanas estuve con Conrad Mbewe y lo oí predicar. Dijo esto: “En África ya no les tenemos miedo a los animales salvajes. Les tenemos miedo a los hombres y salimos corriendo cuando los vemos”. Estaba, por supuesto, hablando de los efectos de la depravación radical del ser humano. Pablo dice justamente eso: “El mundo se está destruyendo, Timoteo”.
¿Qué más dice? “Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe” (v. 6). Y justo aquí empecé a comprender este pasaje. ¡Sí, el mundo ha perdido la cabeza! Va a suceder toda clase de cosas malas. Dios nos está diciendo. “Todo está bajo mi providencia, ¡pero escúchenme! Esta es la reacción que tiene que haber en medio de todo el desastre, en medio de la apostasía y en medio de la persecución. Esto es lo que necesitas hacer: Mantente constantemente ‘nutrido con las palabras de la fe’”.
En lugar de hacerlo, siempre queremos salir corriendo para hacer algo. Queremos componer las cosas. Pero lo que Dios busca son hombres íntegros, con espadas filosas. Ante todo, hijo, permanece “nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido”. “La buena doctrina que has seguido” es muy importante. Creo que nos está indicando que con un simple estudio intelectual de la Biblia no alcanzaremos la meta que Dios tiene para su pueblo. Tenemos que obedecerla. Tenemos que seguirla. ¡No aprendemos bien la doctrina hasta haber seguido la doctrina aprendida!
Y después dice: “Desecha las fábulas profanas y de viejas” (v. 7). Queridos amigos: Todo esto de la “iglesia emergente” y del “crecimiento de la iglesia”, todo lo que tiene que ver con la sensibilidad cultural, que tira por la ventana toda sensibilidad bíblica, no son más que el producto de chicos queriendo jugar a la iglesia sin el poder de Dios en sus vidas. (Me mantengo firme en esta posición). Es peor que David tratando de vestir la armadura de Saúl. Digo yo: ¡Afuera con todo esto! Más confiamos en la carne, menos vamos a ver el poder de Dios.
Pablo dice luego: “Ejercítate para la piedad” (v. 7). Nos quiere decir, entonces, que nos disciplinemos con el propósito de alcanzar la piedad. Siervos de Dios, ¿quieren un avivamiento? Yo también. Pero lo que necesitamos es un ejército. Si del cielo caerán espadas y otras armas poderosas, tenemos que ser los hombres del calibre que puedan usarlas para luchar con un carácter íntegro. Tenemos que disciplinarnos con el propósito de alcanzar la piedad.
Jóvenes, disciplínense en la oración.
Disciplínense para leer sistemática y repetidamente las Escrituras desde Génesis hasta el Apocalipsis. Disciplínense en su hablar. Disciplínense y cuídense con quién andan. Disciplínense cuando se acuestan y cuando se levantan. Esta es una guerra. ¡Disciplínense!
Jóvenes, a menos que sean la excepción, haber nacido en la época en que nacieron, si tienen menos de 30 años, o aun menos de 40, probablemente les falta disciplina porque nunca se les exigió que realmente trabajaran. Nunca han tenido que trabajar para poder comer, y probablemente sus padres nunca los hicieron trabajar al punto que hasta les dolieran los huesos.
Los hombres que han logrado mucho y han sido usados por Dios, han sido hombres trabajadores en el ministerio. ¡El ministerio eficaz es difícil y cuesta todo! Y para cuando lleguen a la vejez estarán quebrantados, ¡pero fuertes en las cosas de Dios!
“Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera”. (vv. 7-8).
¡Oh, mis queridos amigos! ¿A quién le importa “la mejor vida ahora”? ¡Lo importante es la eternidad! Algún día compareceremos ante el Señor de gloria, y los reyes y hombres más grandes del mundo serán divididos: unos serán echados al infierno eterno y otros serán invitados a la gloria eterna para vivir eternamente con el Señor.
Los atletas olímpicos, qué majestuosos son… pero solo por un momento. Empiezan a entrenarse a los cuatro o cinco años. No hacen más que entrenarse hasta los veintidós. Corren una carrera de nueve segundos para obtener una medalla que cuelgan en la pared, ¡y ya! ¡Su momento de gloria y todo por lo cual vivieron se acabó! ¿No quieren darse ustedes de la misma manera para obtener cosas eternas?
Algunos de los siervos más grandes de Dios han sido hombres con muchas limitaciones físicas. En cuanto a sus habilidades, eran tan limitados que tenían solo una cosa en que se podían enfocar: el ministerio. “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso… Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos: que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente” (vv. 8-10). Esto no es cosa de mártires en que damos nuestra vida inútilmente a lo que sea, para ser pulverizados sin esperanza. No. Servimos a Dios, y Dios nos honrará. ¡Ponemos en él nuestra esperanza y él nos da fuerzas!
Oh, esta vida es como una niebla. Tengo 47 años, pero ayer tenía 21. ¿A dónde se fue el tiempo? Alabo a Dios porque por su providencia, de joven le serví en la Cordillera de los Andes y en las selvas del Perú, haciendo lo que ahora ya no tengo el vigor físico para hacer.
Mientras son jóvenes y están llenos de vitalidad, trabajen con todas sus fuerzas. Tomen esos estúpidos juegos de video de ustedes y aplástenlos bajo sus pies. Tiren el televisor por la ventana. Fueron ustedes hechos para cosas mejores. Si son hijos del Rey, ¡nada de lo que el mundo ofrece les puede satisfacer, nada! “Esto manda y enseña” (v. 11).
Hay mucho que decir aquí, pero consideremos el v. 15. “Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos”. Digamos que mi hijito vuelca agua en una mesa de madera. Y por las leyes que Dios ha puesto en la naturaleza, el agua forma un charquito sobre la superficie. Ustedes pasan por allí, y dicen: “Hay agua volcada en la mesa”.
Esto es obvio para todos. Pero entonces llego yo, tomo una toalla, la pongo sobre el charquito de agua, y levanto la toalla. Entonces ustedes dicen: “Ya no veo el agua”. ¿Dónde está? ¡La absorbió la toalla! Hermanos, deben ocuparse de ser absorbidos en estas cosas de la piedad y la integridad. Pastores, les ruego que me presten atención.
Esto es importante: ¡Ustedes no son chicos mandaderos! No están para pasarse el día limpiándoles la nariz a miembros carnales. Enciérrense en sus despachos. Beban profundamente el agua viva. Estén tan absortos en conocer a Dios que la gente diga: “¿Dónde está? Antes era tan sociable, amigo de todos, tan simpático. ¿Dónde anda?”¡Ahora está absorto en las cosas de Dios!
Somos siervos de Dios. Somos ministros del Altísimo. Tiene que haber en nosotros algo distinto. Debemos tener la mirada distante enfocada en una estrella lejana. Lo mejor que podemos hacer por nuestros hermanos es ser siervos de Dios, absortos en las cosas de Dios, para que cuando abramos la boca salga de ella la Palabra de Dios.
En la iglesia donde me congrego, Jeff Noblit es el pastor y predicador principal. Siempre se ha dedicado al estudio. Cuando llegué, hablé con él y con los otros líderes. Y cada vez que alguien me preguntaba algo les decía: “Por favor, hagamos una cosa. Quitémosle toda la carga posible al hermano Noblit y dejémosle concentrarse en el estudio de la Palabra de Dios, porque el mayor bien que este hermano nos puede dar es estudiar para presentarse ante Dios aprobado y subir a ese púlpito lleno del poder del Espíritu Santo y proclamar: ‘Esto dice el Señor’, corrigiendo y reprendiendo, dando grandes promesas y advertencias”.
Pastores, por favor, háganle ese favor a su congregación porque Dios dice: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (v. 16). Este versículo significa muy poco en la comunidad evangélica actual. ¿Cuántos pastores y predicadores piensan ustedes que lo toman en serio? ¿Cuántos se dicen a sí mismos: “Necesito tener cuidado de mí mismo para asegurar mi salvación y la de los que me oyen”?
Pastores: ¿Cuándo fue la última vez que examinaron su propia vida para ver si estaban en la fe, para ver si realmente conocen al Señor? Es que, mis queridos amigos, siento una gran tranquilidad cuando estudio mi propia conversión; cuando hablo de ella con otros, cuando repaso los veinticinco años de mi peregrinaje con Cristo, tengo la gran seguridad de que lo he llegado a conocer.
Pero aun ahora, si me apartara de la fe y me fuera en otra dirección, andando en herejías, en mundanalidad, sería la prueba más fehaciente de que nunca lo conocí, que todo había sido obra de la carne.
Sé que lo que lo que estoy diciendo les es excepcional. Piensan: “Ay, nunca había oído semejante cosa”, pero esta es la verdad bíblica eterna que necesitan oír. Simplemente lean El progreso del peregrino28.
“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”.
¡Dios bendiga a su iglesia!