Jamie A. Hughes y Linda Canup ofrecen sus opiniones
Profundidad
Estudios han demostrado que se necesitan alrededor de 10.000 horas de práctica para convertirse en un experto en cualquier cosa. Si dividimos ese número —digamos, en un día de trabajo promedio—, una persona tendría que practicar ocho horas al día durante tres años y medio para llegar a ser realmente hábil en una tarea.
Tal vez esto le hace pensar en el viejo refrán: “la práctica hace al maestro”. Entonces, ¿por qué es que más personas en esta generación se pasan el tiempo saltando de una cosa a otra?
Nuestro mundo se mueve a un ritmo frenético, y la mayoría de los cristianos están tan ocupados como los que no son creyentes.
Piense en la semana normal de actividades de cualquier iglesia en estos días: no es raro encontrar a alguien que pase el domingo en el departamento de cuna; el martes, en el estudio bíblico; el miércoles, en el coro; el jueves, en la junta de líderes; y el viernes, con el equipo de softball de la iglesia. Por el general, lo que resulta al final no es un creyente que tiene una relación más profunda con Dios, sino un alma sumamente agotada que es incapaz de escuchar su voz.
Fue quizás por esta razón que el apóstol Pablo dijo a los creyentes: “Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo” (1 Co 12.5, 6).
Lamentablemente, en nuestros intentos por operar como un hombre orquesta, no solamente nos privamos a nosotros mismos de felicidad, sino que también negamos a nuestros hermanos creyentes la oportunidad de bendecir a los demás con los dones que ellos tienen.
Más que la cantidad de servicio, debemos dar a Dios calidad de servicio. Considere la posibilidad de elegir una o dos áreas en las que sienta que puede hacer más y dar lo máximo con su tiempo. Si lo hace, se permitirá a usted mismo tener un sentido de competencia verdadero, como también mayor dominio en lo que hace.
A diferencia de la carrera que menciona Pablo en 1 Corintios 9.24-27, que solamente podía tener un campeón, nosotros no competimos unos contra otros, sino contra nosotros mismos al esforzamos por vencer el “pecado que nos asedia” (He 12.1 ). Tomar las rutas al ritmo adecuado que Dios ha elegido, garantizará tanto nuestra victoria como nuestro gozo a lo largo del camino.
–Jamie A. Hughes
Amplitud
Saber exactamente dónde Dios quiere que enfoquemos nuestros dones y talentos, puede ser un reto, sobre todo si no tenemos todavía un sentido claro de cuáles son. En ese proceso de descubrimiento, a veces tenemos que ahondar más en un área de servicio, e invertir tiempo cultivando relaciones. Pero otras veces es más útil comenzar sirviendo un poco en diferentes áreas.
Tal vez usted no esté listo para comprometerse en estos momentos. O quizás sus responsabilidades actuales ya son abrumadoras. Por eso, responder a una serie de pequeñas oportunidades puede ser justamente lo que el Señor tiene en mente para usted.
Como nos recuerda Eclesiastés 3.1-8, hay un tiempo para cada cosa; usted no tiene que dedicarse a una misma actividad para siempre. Es correcto que utilice sus talentos y sus habilidades en muchas formas. Por ejemplo, si tiene el don del servicio, puede utilizarlo limpiando la cocina de la iglesia; poniendo sillas para un programa especial; o ayudando en una actividad de evangelismo en su comunidad —todo ello sin tener la responsabilidad principal o asistir a reuniones.
Trabajar en los asuntos de la iglesia nos permite tres cosas:
Contribuir grande y positivamente de pequeñas maneras. A veces, es cuestión de hacer lo correcto, en el lugar correcto y en el momento correcto. Tener una sencilla oración, dar una comida en un momento de necesidad, o responder con misericordia en un momento de flaqueza, puede significar mucho para una persona.
Experimentar todo el alcance de nuestros dones. Si nos centramos en un solo ministerio, es posible que tengamos que relegar a un segundo plano algunos de nuestros otros talentos. Al hacer de vez en cuando unas pocas cosas en otras áreas en las que tenemos dones, podemos evitar agotarnos en nuestra campo principal de servicio.
Encontrar un lugar para echar raíces. La única manera de saber si uno es bueno en algo, es intentar hacerlo. Usted puede terminar sirviendo como voluntariado en varios ministerios, antes de encontrar uno que realmente le atraiga y haga que quiera mantenerse en él.
Como en todas las cosas, manténgase orando y pidiéndole a Dios que le muestre su voluntad para cada día. Entonces, al aceptar nuevas oportunidades para servir a Cristo, usted encontrará el camino a una vida que le glorifique más a Él.
–Linda Canup