Nuestros equipos de ministración están preparados para orar por cada persona individualmente. Es por eso que no oro en general, diciendo: "Ven, Espíritu Santo’, y luego veo sólo un diez o un quince por ciento de las personas presentes que reciben.
Hemos aprendido a sumergir a las personas en oración, a persistir en oración por ellas, diciendo: "Dale más, Señor. Dale más".La intimidad lleva tiempo, con Dios sucede lo mismo.
No recibimos todo lo que Dios tiene para nosotros con un toquecito rápido. Nuestros equipos oran por las personas mientras están de pie y siguen orando por ellas cuando han comenzado a reír o a temblar y aún cuando han caído al suelo. Las personas que caen generalmente comienzan a pensar que deben ponerse de pie. Pero les decimos que no se paren enseguida, si no que sigan allí y reciban otra oleada del Espíritu.
Mientras los equipos continúan orando por las personas, son guiados por el Espíritu en cuanto a por qué tema orar para cada persona. Entonces oran para que lo que Dios quiere que entre en la persona, entre, y lo que el quiere que salga, salga. Puede que salgan dolor, temor, heridas, depresión, pecados, aún demonios. Paz, gozo, amor, frescura, pueden entrar. Esto es el reino de Dios: algunas cosas entran, otras salen. El resultado es que somos fortalecidos.
A este proceso de oración continuada le llamamos "sumergir" a una persona. La persona es sumergida en oración y en el Espíritu Santo. Puede durar diez minutos o dos horas. Esta "oración de inmersión" aparentemente ayuda a las personas a recibir cada vez más de Dios. Queremos "marinarlas"en el Espíritu Santo.
Algunos se sorprenden cuando les pido que no oren en inglés (ni en otro idioma), ni en lenguas, mientras están siendo empapados o inmersos en oración. Se preguntan porqué pido esto. La oración es un ministerio de dar. Es difícil derramar hacia fuera cuando el Espíritu está vertiéndose en nuestro interior. Cuando las personas oran en lenguas mientras oramos por ellas, es poco probable que reciban más de Dios, porque cuando están concentradas en dar, no reciben. Es difícil derramar hacia fuera (orar) y dejar que Dios vierta en nuestro interior al mismo tiempo, así como es difícil beber y hablar. Recibe primero, luego ora.
Un pator de Columbia Británica aprendió esto en una de nuestras reuniones en mayo de 1994. John Overholt, pastor de la Iglesia Cuadrangular de Willow Point, en Campbell River; me envió una carta por fax contándome su experiencia. Vino con hambre, esperando de Dios, pero se dio cuenta que era muy duro para recibir. Uno de los miembros de nuestro equipo de ministración lo alentó a relajarse y, por el momento, dejar de orar en lenguas. John relata:
Entonces comencé a darme cuenta de toda mi resistencia y mi lucha. También sentí la presencia del Señor tan palpable que podía cortársela con un cuchillo. Yo estaba decidido a que, si algo me conmovía, fuera de Dios y no del hombre. No pasó mucho tiempoantes de que mis rodillas comenzaran a temblar y quedé postrado de espaldas sintiendo algo como olas del Espíritu Santo que me pasaban por encima, pero al mismo tiempo siniéndome muy tranquilo.
Entonces el Señor comenzó a mostrarme cosas sobre mí mismo: mi naturaleza controladora, mi competitividad, mi actitud de juicio hacia otras iglesias. Así que me arrepentí de esas cosas. Comprendo que el Espíritu Santo es verdaderamente un maravilloso Consejero. Luego de unas horas en el suelo comencé a enamorarme más y más del Señor y a tener una mayor pasión por buscar más de él.
Muchas veces necesitamos esta preparación de ser inmersos en oración para recibir todo lo que Dios tiene para nosotros. Jesús nos comparó con odres que llevan vino nuevo.
Y nadie hecha vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se deramará, y los odres se perderán. Más el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan 9 Lucas 5:37, 38).
¿Qué es un odre? En la antigüedad, la gente tomaba una piel de carnero y la convertía en una bolsa de cuero. Trabajaban y preparaban el cuero, y luego lo llanaban con vino nuevo. El vino, por supuesto, estaba fermentado; por lo tanto, estiraba la bolsa. Cuando la bolsa se vaciaba, se la aplastaba y se la guardaba.
¿Qué le sucede a una bolsa de cuero que generalmente está húmeda, cuando se la dobla y se la guarda en algún lugar? Se vuelve seca y rígida. La bolsa de cuero debe ser renovada sumergiéndola en agua, sumergiéndola profundamente.
Esto es lo que el Espíritu Santo está haciendo con algunos de nosotros: ¡ nos está sumergiendo! Por eso creemos en sumergirnos en oración.
Después de que ese odre era sumergido, se suavizaba nuevamente. Entonces lo inflaban , lo frotaban con aceite de oliva, y se volvía impermeable otra vez. Estaba listo para recibir el vino nuevo.
Cuando nacimos de nuevo nos convertimos en odres. Quizá algunos de nosotros participamos de la renovación carismática hace 25 años. Pero así como la iglesia de Efeso había perdido su primer amor, algunos de nosotros también lo perdimos. Nuestros odres se secaron y se volvieron rígidos. Ahora Dios lo está renovando.
He observado a muchas clases de personas. Para algunas, al principio, es como se hubiera formado "ese lecho del río"en sus corazones; la unción no puede fluir. Otros están tan secos que la unción parece que se pierde al pricipio. Pero mientras siguen sumeridos , se forma el lecho del río en sus corazones, y se abre más y más hasta que comienza a fluir. Cuando sumergimos a las personas en oración, es casi como si sus corazones se abrieran cada vez más, mientras fluyen más de la presencia y la frescura de Dios.
Cuando "sumergimos" a las personas en oración, normalmente observamos dos fases del mover de Dios en ellas. Primero, sienten la frescura y la sanidad y vuelven a enamorarse de Jesús. Luego, muchas veces, esto prepara la transición para una etapa de mayor poder para el ministerio.
El Espíritu Santo trae paz, gozo, limpieza, transformación y sanidad. Luego viene el poder. Después puede venir el hablar en lenguas. El poder puede ser para profetizar, sanar o evangelizar. Muchas veces viene acompañado de un gran temblor en la persona, a medida que un poder tremendo fluye en su interior y a través de ella.
Hemos observado que con este nuevo mover del Espíritu Santo, nuestra capacidad de recibir de Dios ha crecido tremendamente. Antes, sólo unos pocos recibían algo profundo en el Espíritu. Ahora, muchos reciben una experiencia espiritual de mucho poder que hace que ellos nos pidan a nosotros que les expliquemos qué es lo que sucedió. Se sorprenden por la intensidad del poder del Espíritu Santo.
Dios quiere que seamos continuamente llenos del Espíritu… y que lo sepamos. Quiere que ministremos con el exceso en vez de tener nuestros tanques espirituales casi vacios. Por eso seguimos orando: "Más , Señor" Y él sigue dándonos más de su Espíritu en forma muy íntima.
¿Por qué no orar unos por otros en casa? Pon tu música de de adoración preferida y deja que tu corazón se impregne de la presencia del Señor. ¡ Qué maravillosa forma de pasar una hora o más con el Señor! Permítele que él te llene una y otra vez.
¿Qué me sucedió a mí?
Continué recibiendo por fe cuando las personas oraban por mí, pero Dios me alcanzó un día, ¡ y recibí un toque fresco del Espíritu! Carol y yo fuimos a Hamilton, Ontario, en Enero de 1994, en medio del más crudo invierno. Habíamos sido invitados a las reuniones con el Pastor Bruce Woods en la Comunidad Cristiana de Hamilton. La renovación acababa de comenzar en nuestra iglesia. Al terminar la reunión, uno de sus líderes de adoración vino y me dió una palabra profética en perfecta rima.
Recuerdo que me pregunté cómo podía ser posible eso: revelar los secretos de mi corazón y hacerlo en poesía de rima perfecta… todo sucedía con tanta rapidez . Me sentí como un melón que hubiera sido cortado por el medio y que quedara abierto, expuesto y vulnerable ante Dios.
"¡ Oh, Dios, me encontraste!" fue mi reacción. "Dios, me encontraste. Viniste y me atravesaste hasta encontrar mi corazón".
Me aferré a una coloumna junto a la cual estaba parado, y caí en espiral al suelo. Algunos que me miraban comenzaron a reíse con ganas, pensado que era muy gracioso. Mi corazón estaba concentrado en Dios, pero al mismo tiempo pensaba: "Si esto es de Dios, ¿cómo es que todavía puedo pensar? Sigo siendo conciente de este lugar y de todo lo que está sucediendo".
Mi expectativa era que Dios venía sobre mí con poder, quedaría inconciente a las cosas que me rodeaban. Pero la mayoría de las personas tienen clara conciencia del lugar donde están y de las personas que las rodean. Yo también, pero caí porque no podía tenerme en pie. El Espíritu Santo vino con gran poder sobre mí.
Más tarde, fuimos al estacionamiento para recoger el auto e ir a casa. Era la 1:00 de la madrugada, y la risa me atacó allí mismo. Nuestros compañeros de ministerio se pusieron a hablar de lo que me pasaba y reían al mencionarlo. Cada vez que hablaban del tema, me atacaba la misma risa, y reía sin parar. Pero mi mente decía: "¿ De qué te estás riendo? ¿Qué es tan gracioso? Aquí no hay nada de qué reírse." No lo sabía pero estaba muerto de risa.
Finalmente entramos en el auto, encendí el motor, y me atacó otra vez. Mi mente no comprendía lo que pasaba. Fuimos a McDonal’s y allí me dio otro ataque de risa, pero ya se estaba poniendo divertido. Yo tenía conciencia de la presencia y de la paz de Dios. Desde entonces me ha sucedido un par de veces más.
Esta presencia y esta comunión del Espíritu son para todos. El es un regalo de amor del Dios Padre para ti; y no sólo una vez, sino día tras día puedes ser lleno continuamente del Espíritu Santo. Mi oración es : "Dios, debo tener más de ti".
Confiate a Dios
En nuestras reuniones tenemos un equipo ministerial que impone las manos a las personas; la bendición se transfiere y las personas son llenas de Dios. Es un "comienzo de golpe" para que las cosas comiencen a funcionar. Es maravilloso y ayuda mucho.
Pero creo que tus mejores momentos con el Señor, los más significativos, serán los que pases en tu refugio de oración, hablando con tu Padre en lo secreto. El Padre que ve en lo secreto te recompensará en público (Mat. 6:4 ).
Sé vulnerable ante Dios. Algunas veces les digo a las personas que salgan de la reunión y se vuelvan a sus cuartos en los hoteles para estar a solas con Dios. Sea lo que sea que necesites para abrir tu corazón ante él , hazlo. Elige ir hacia él en fe, y dile: "Señor, voy a ir a ti. Voy a creer que tú recompensas a quienes te buscan diligentemente, y voy a pedirte pan. Tú no me darás una piedra. Me darás el pan del cielo.
Comprende que puedes confiar completamente en el Espíritu Santo. Muchas veces he dicho : "Mira, si hay alguien en todo el mundo en quien puedas confiar, esa persona es el Espíritu Santo." Puedes confiar en él. Puedes acercarte a él y decirle: "Espíritu Santo, por favor, ven a llenarme, a tocarme", sin corer nigún riesgo.
Encuentra ese lugare secreto del Altísimo, mora bajo la sombra del Omnipotente y cominza a amarlo. Comienza a conocer su corazón. Llega a relacionarte con él y a conocerlo, por que no se trata solamente de una experiencia; se trata de una relación intima con Dios. Si tiene esta clase de tiempo personal y lleno de poder con Dios, cuando bajes de la cima de la montaña, la gente también recibirá el Espíritu cuando ores por ellos.
Habiendo dicho todo esto, toma conciencia de que el Espíritu Santo es una poderosa realidad. Cuando Perdro y Juan se unieron a Felipe para ministrar en Samaria, la realidad del Espíritu era tan evidente que un importanete brujo quiso comprar ese poder (Hechos 8:18, 19)
Sumergete en el Espiritu
Nuestros equipos de ministración están preparados para orar por cada persona individualmente. Es por eso que no oro en general, diciendo: Ven, Espíritu Santo, y luego veo sólo un diez o un quince por ciento de las personas presentes que reciben.