¿Qué pasión te domina? ¿Por qué haces lo que haces? En pocas palabras, ¿cuál es la meta que quieres realizar? Es menester determinar y definir claramente un sistema de valores, los cuales han de guiar nuestro ministerio.
Cuando la congregación conozca los valores de tu ética ministerial, serán más comprometidos e involucrados apoyando la obra con seguridad y confianza.
Los valores son los vehículos que comunican lo que es importante. Cuando el líder sabe para donde va y como llegar allí, dice Clyde Narramore, “el pueblo se hace un lado, lo dejan pasar y luego lo siguen”.
Cuando los valores son comunicados y llegan a ser parte de la congregación, el pueblo es inspirado y dispuesto a invertir tiempo, talentos y dinero. Son los valores claros que aumentan confianza, seguridad y credibilidad en el caudillo.
Son los valores los que forjan el carácter y efectividad ministerial. La pregunta primordial a menudo es: “¿Cuál es su visión y propósito para esta iglesia?” ¿Qué tan claro está en su mente lo que Dios quiere hacer con usted aquí? o ¿qué desea usted hacer, con la ayuda y dirección de Dios? Sí, los valores determinan la visión y el éxito pastoral.
Veamos por qué, los valores son importantes en la mente de Aubey Malphurs:
Los valores determinan los distintivos del ministerio.
Los valores dictan el involucramiento personal.
Los valores comunican lo que es importante en la vida.
Los valores abrazan cambios positivos.
Los valores influencian la actitud en general.
Los valores inspiran al pueblo a la acción.
Los valores proveen y aumentan la autenticidad al liderazgo.
Los valores forjan el carácter del ministerio.
Los valores contribuyen grandemente al éxito.
Los valores determinan la visión.
En términos negativos, estos no son esos valores:
Visión sólo contesta preguntas, pero no es un valor. Porque sólo me dice lo que voy a hacer o lo que deseo hacer. El valor viene cuando he determinado por qué lo quiero hacer. Valor viene tras la visión. Por ejemplo, la Gran Comisión nos ofrece una visión mundial. Pero ella contiene diferentes partes y formas para ser realizada. La visión es el blanco, el enfoque, los valores son los postes que nos conducen a su ejecución y cumplimiento.
Es muy posible que un líder posea grandes y maravillosos valores, pero sin visión y viceversa. Conozco a un hermano con tremenda habilidad para predicar, soñar grandemente y con aspiraciones admirables. Pero desafortunadamente, el nunca ha podido realizar ninguno de sus sueños.
Creo que es la razón porque muchas de nuestras congregaciones se encuentran en estado de meseta, sin crecimiento, tanto espiritual como numérico. Muchas iglesias sólo están manteniendo las puertas abiertas, como dice mi hermano Cristóbal Doña, ” Sólo están pasándola”.
No hay dinámica, es sólo una organización, pero no un organismo saludable. No hay mañana, no hay futuro, no se ve progreso, todo está estancado en la tradición y sin producción. La higuera sin fruto fue cortada.
La pregunta es ¿por qué? Hay miles a nuestro alrededor sin Cristo y sin esperanza. Muchos dicen: ¿Dios quiere calidad, no la cantidad? Dicen Dios no está interesado en los números. Si leemos Juan 3:16, allí hay muchos números.
Valores no son ni principios ni estrategias. Tampoco son declaraciones doctrinales. Los valores nos dan los cimientos para los principios. Y la estrategia nos enseña y nos dice cómo podemos realizarlos. Es aquí donde podemos finalizar o articular los planes y métodos para alcanzar la visión.
Alguien ha descrito los valores como una “CONSTANTE, INVARIABLE”, algo sistemático y persistente. Parece que en nuestro día es todo lo contrario. Todo es inconstante y variable. El cambio es invariable; si hay algo seguro en la vida, es que todo está cambiando. Se dice que la sociedad esta en continua turbulencia, siempre en cambio explosivo.
No hay estabilidad. Se nos dice que el conocimiento humano está cambiando y doblándose cada dos años. De lo que ahora estamos seguros, de aquí a cinco o siete años será impertinente. Es por esa razón, que no podemos tomar la postura del avestruz. Claro, esto no nos desviará de los axiomas Bíblicos ya que las verdades absolutas y eternas son la base del cristianismo. “El cielo y la tierra pasarán más Mi palabra no pasará” dice el Señor Jesucristo. ¡Gloria sea a Su bendito nombre!
Si alguien es candidato para cambios somos nosotros los predicadores del evangelio. Pero también somos agentes comisionados para causar cambio. Hay cambios que son inevitables, pero además hay inevitables que nunca pueden cambiar. La iglesia del Nuevo Testamento tuvo que cambiar de la ley mosaica a la gracia de Cristo. Los cambios del Judaísmo al Cristianismo fueron muy radicales. “De manera que si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas” 2 de Corintios 5:17.
Es la razón por qué la iglesia de Jerusalén, guiada por el Espíritu Santo, desarrolló una médula de valores, los cuales han guiado por 20 siglos a todos los creyentes. Y esos jamás deben cambiar.
Veamos lo que ellos valoraban: Hechos 2:42-47
Valoraban la enseñanza bíblica expositiva. (42-43)
Valoraban el compañerismo cristiano. (42)
Valoraban la oración, pública y privada. (42)
Valoraban la comunidad bíblica. (Verdadero comunismo) (44-46)
Valoraban la alabanza al celebrar a Cristo. (47)
Valoraban el evangelismo intencional e intensivo. (47)
El ministerio es una visión enfocada, pero guiada por los valores asentados en la Palabra de Dios.
Veamos algunos de los valores personales del pastor o líder.
¿Dónde y en qué inviertes la mayor parte del tiempo durante la semana?
¿Qué dice la congregación de tu trabajo y ministerio?
¿Qué es lo que más te excita de esta iglesia?
¿Cuál es la médula o el corazón de tus valores pastorales?
¿Hay pasión por los perdidos, convives con los miembros, hay consistencia y propósito definido? ¿Están tus valores en la Biblia? ¿Es posible que tus valores requieran una cirugía drástica? ¿Dónde están tus prioridades pastorales? ¿Si el Señor hiciera una evaluación sobre tu ministerio el año pasado, qué grado te daría?
EL LIDER Y SU RESPONSABILIAD POR CADA UNA DE SUS OVEJAS
El escritor del libro de Hebreos dice: “Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta…” 13:17.
Pablo dice a los pastores en Efeso: “Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual el Espíritu Santo os ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual Él compró con su propia sangre” (Hechos 20:28)
El pastor usa todos sus recursos para el bienestar del rebaño (Juan 10:10)
El pastor entra y sale ante su congregación, es su modelo de servicio (Números 27:16-17)
El pastor es la puerta del corral, para protección y cuidado del rebaño (Juan 10:9)
El pastor presta atención al estilo de vida de su congregación.
El pastor está siempre alerta al llamado Divino (Jeremías 10:21)
El pastor apacienta, conforta y cría un ambiente libre de temor, mantiene al redil unido y es vigilante.
El pastor protege del error, busca y restaura a las descarriadas y las guía por las sendas de justicia, en los caminos del Señor.
Guarda tu corazón y predica desde él, no de la cabeza. Pero que la cabeza sepa en quién ha creído (Marcos 6:34 y Lucas 15:4-7) En realidad el pastor llamado por Dios, hace todo lo posible por seguir el ejemplo y patrón Bíblico, ve e imita al Pastor de los pastores (Juan 10:29; 13:15) La medida de la transparencia pastoral debe ser ante el espejo divino. Jesucristo no practicó lo que predicó, Él predicó lo que practicó (Hechos 1:1)
Muchos pastores en nuestros días dependen más en la observación de la sociedad, que en la revelación eterna, la Biblia. Otros predican el dominio propio en vez de la regeneración del Espíritu Santo. Algunos prefieren la determinación y hacen a un lado la transformación. Existen los que se aferran a la educación y hacen poco caso a la dedicación y sumisión al señorío de Cristo.
El pastor que es líder y consciente de su llamado, sabe que es un mayordomo en la Casa del Dueño (Hechos 20:28) Es el gerente general de la institución, pero sabe que ha de dar cuentas al Amo. El que la compró derramando Su sangre por ella. Es Señor de la iglesia. La Biblia dice que la Iglesia es “la plenitud de
Aquel que lo llena todo en todo” Efesios 1:23 Y que sublime y maravilloso es saber que yo, sí yo, tal como soy, fui llamado para cuidar, apacentar, proteger y servir aquí. ¡Bendito sea Su santo nombre! Y Como siervo de Él, debo someterme y obedecer y seguir sólo a Él (Mateo 10:24-25 & 1 de Samuel 13:14)
Nuestra meta primordial debe ser glorificar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Nuestras credenciales, deben ser el fruto y cuidado fiel de Su pueblo.
Nuestra tarea primordial es de capacitar a los santos y evangelizar a los perdidos y equiparlos hasta que lleguen a ser discipuladores.
Nuestra pasión debe ser, terminar la obra con integridad al llamado divino (2 Ti.4:7)
Nuestro enfoque debe ser el Cristo crucificado y glorificado, Su palabra proclamada, enseñada y modelada en nuestras vidas.
Nuestra mayordomía es ser fieles al llamado de apacentar, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y la plenitud de Cristo (Efesios 4:11-16)
Nuestros recursos, son todo lo que Él nos ha prometido y dado, esto damos a Su pueblo (Mateo 7:7-8)
Nuestra oración debe ser que los que están a nuestro cargo, sean fieles hasta el fin (Efesios 3:14-21)
Nuestra reputación está en las vidas de los fieles que pastoreamos, los que hemos tenido el privilegio de formar y forjar a la imagen del Señor. Es aquí donde están los créditos y cartas de recomendación. Este es el fruto pastoral. Nuestro anhelo y gozo es que todos los que hemos tenido el gozo y privilegio de pastorear, lleguen al fin de su jornada, con la frente levantada porque ha peleado la buena batalla y han guardo la fe, han corrido con los ojos fijos en Jesús y con integridad de corazón (Hebreos 12:1-2)
Nuestra estrategia debe ser enseñarles todo lo que Él nos ha mandado, hasta que Él venga otra vez.
Nuestra comisión es capacitarlos y enviarlos, así como Él nos envió. “Como el Padre me ha enviado, así también os envío Yo” (Juan 20:21)
Recuerde esto, la única autoridad que el pastor tiene es la que se ha ganado por medio de su liderazgo ejemplar. Cuando una iglesia le llama para ser pastor, le están llamando a ser administrador, maestro y predicador. Para ser pastor, tiene que ganarse el título, sirviendo. Para poseer el derecho de guiar como pastor, el líder tiene que amar al pueblo que sirve, sí, con todas sus faltas y deficiencias.
Mientras la gente no se dé cuenta que el amor de Cristo es el que nos empuja, no responderán a las llamadas del pastor. No les pida la mano, hasta que les haya tocado el corazón.
Amor y servicio en el nombre y para gloria de Cristo producen autoridad moral, no los títulos, carisma, organización o apariencias humanas. Se tomará de uno a cinco años para llegar a ser pastor de una congregación. Si a los dos o tres años no hay señales de progreso y aceptación, mejor busque otro lugar de servicio u otro ministerio. Los pastores guían, no empujan. Las vacas pueden ser manejadas o empujadas, las ovejas son guiadas y apacentadas.
“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10)
EN CUANTO A LA ETICA LABORAL
Yo siempre he creído que el domingo para mí ha sido el día más fácil y de mayor anticipación. Esto, aún cuando tenía que predicar tres o cuatro veces. Nunca he considerado el domingo como día de trabajo, siempre como el día de adoración con el pueblo de Dios. He tenido la convicción, que si les pido a los hermanos que trabajan cinco días a la semana que vengan a dar su tiempo en la enseñanza y el ministerio, yo siendo el pastor, no puedo hacer nada menos.
En las iglesias donde he servido de tiempo completo, nunca he tomado dos días de descanso durante la semana. Porque para mí, así como para la congregación, el domingo es día de descanso. Yo prefiero predicar que comer o dormir.
Por la gracia de Dios, casi nunca he estado fuera del púlpito por enfermedad. El doctor H. Hobbs dice en su autobiografía que el domingo para él, era el día más sencillo, porque daría al pueblo lo que Dios le había dado durante la semana.
El trabajo pastoral es muy exigente. En el ministerio no hay lugar para perezosos. El día para un siervo del Señor en el pastorado no es de 8 horas. Tampoco 40 a la semana. Pero sí hay mucho tiempo para descansar y relajar la mente y el cuerpo. Pero no es una empresa o fábrica donde laboramos ciertas horas para recibir un cheque. Conocí a un pastor que en su día de descanso, desconectaba su teléfono, no quería ser molestado por nadie.
La responsabilidad o las cuentas son dadas al Señor, el dueño de la mies. No hay un reloj para marcar, pero sí hay una conciencia para guiar y modular nuestras labores ministeriales.
Daniel Sotelo Nacido en Guadalajara, Jalisco, emigró a los Estados Unidos en 1950. Estudio en California Baptist University y en el Golden Gate Baptist Tehological Seminary, obteniendo su bachillerato y fue recientemente honrado con un doctorado. Desde 1954 ha sido pastor en 4 iglesias y ha servido como moderador en tres Asociaciones bautistas en diferentes áreas de California. Ha sido presidente del Compañerismo Bautista Nacional y de California, además de servir como Vice-presidente de la Convención Bautista de California. Ha viajado y predicado en 55 países.
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