
CAUTIVOS DE LA ESPERANZA
Vuelvan a su fortaleza, cautivos de la esperanza, pues hoy mismo les hago saber que les devolveré el doble. Zacarías 9:12
Se cuenta la historia de un sistema escolar en una gran ciudad que tenía un programa especial diseñado para ayudar a los estudiantes a ir al día con sus tareas durante largas esperas en los hospitales de la ciudad.
Un día, una maestra que estaba trabajando en el programa recibió una llamada de rutina en la que se le pidió que le llevara trabajo escolar a un niño en particular. Habló brevemente con la maestra del niño y escribió el nombre del muchacho y su número de habitación.
“Estamos estudiando sustantivos y adverbios en su grupo ahora—explicó la maestra regular—. Me encantaría si pudiera ayudarlo a entender estos conceptos para que no se retrase mucho”.
Pero si usted llena su vida de personas desesperanzadas y decide participar en actividades que sean desalentadoras y negativas, va a estar frustrado
La maestra asignada al programa hospitalario fue a ver al muchacho más tarde esa noche. No obstante, al darle a la maestra el trabajo a realizar nadie pensó en mencionarle lo mucho que este niño estaba quemado ni la cantidad de dolor con la que estaba lidiando. Sorprendida por la vista del estudiante sufriente, la maestra torpemente tartamudeó: “Fui enviada por tu escuela para ayudarte con los sustantivos y los adverbios”. Cuando salió del hospital esa noche sintió que había logrado muy poco.
Pero al día siguiente, cuando volvió al hospital, una enfermera corrió hacia ella y le preguntó: “¿Qué le hizo a ese muchacho?”. Al sentir como si hubiera hecho algo mal, la maestra comenzó a disculparse. “No, no—dijo la entusiasmada enfermera—. No entiende lo que le quiero decir.
Habíamos estado preocupadas por ese muchacho, pero desde ayer, toda su actitud cambió. Está luchando por su vida y respondiendo al tratamiento. Es como si hubiera decidido vivir”.
Dos semanas después, el niño explicó lo que había sucedido. Antes de que la maestra asignada al hospital llegara, él había perdido toda esperanza. Pero todo cambió cuando ella se presentó en su habitación del hospital. Llegó a una simple conclusión, y lo explicó de esta manera: “No hubieran enviado a una maestra a trabajar con sustantivos y adverbios con un muchacho que se estuviera muriendo, ¿no cree?”.
El poder de la esperanza es sorprendente. Postrado en una habitación de hospital, rodeado de enfermedad, desánimo y malas noticias, el muchacho estaba listo para rendirse. Pero una sola maestra con una actitud servicial y un trabajo escolar asignado trajo suficiente esperanza para transformar la perspectiva de la vida de un niño y darle una razón para seguir adelante.
Si una persona pudo traer tanta esperanza, imagínese qué sucedería si se rodeara de personas como esa regularmente. ¿Qué podrían lograr cinco o diez o veinte personas como esa?
Piense cómo luciría en su vida. La verdad es la siguiente: Usted va a ser influenciado y profundamente afectado por lo que está a su alrededor. Si usted llena su vida de personas, eventos y actividades para fomentar la esperanza, entonces será lleno de esperanza y optimismo.
Pero si usted llena su vida de personas desesperanzadas y decide participar en actividades que sean desalentadoras y negativas, va a estar frustrado y miserable regularmente. Todo es un asunto de aquello con lo que usted decida rodearse todos los días.
Esto no significa que podamos evitar toda la negatividad en la vida. Un poco de lo que nos rodea no es necesariamente por decisión propia, pero podemos tomar las mejores decisiones posibles.