Conforme al Corazón de Dios
El otro día estaba meditando en lo que quiere el señor de cada uno de nosotros, lo que se dice de muy pocas personas en el Antiguo Testamento: ser una persona conforme al corazón de Dios. David, por ejemplo, el rey David, fue una persona conforme a su corazón. Al analizar las características que tuvo David, se pueden observar muchas, pero algo que resalta en él es su ternura hacia la adoración a Dios.
Como iglesia, tenemos la responsabilidad de preservar la Palabra de Dios y transmitirla a la siguiente generación.
David comenzó a ser un adorador de Dios cuando cuidaba las ovejas de su padre. Durante los períodos de soledad en los que debía llevar a las ovejas en un peregrinaje, David entendió que no estaba solo. En esos momentos, comenzó a componer canciones y a adorar a Dios en lo íntimo. Pero David también era un adorador en lo público. Mientras enfrentaba gigantes y lideraba en la guerra, proclamaba la palabra de Dios y alababa al Señor. En la plaza y en su casa, era un hombre de adoración.
Esto nos llama la atención y apunta al Nuevo Testamento, que nos dice que nuestra Fe debe ser sana. Una fe sana implica que nuestras acciones estén alineadas con nuestras palabras. El apóstol Pablo le transmitió este mensaje a Tito, uno de sus discípulos, cuando lo dejó en la isla de Creta. Pablo le explicó que la gente de esa isla tenía malas características, pero debían ser reprendidos para que vivieran de acuerdo con lo que habían aprendido del Señor. La transformación del corazón ocurre cuando la fe se integra en nuestra vida y produce frutos coherentes.
En el Antiguo Testamento, encontramos el ejemplo del rey Amasías, quien hizo lo recto ante los ojos del Señor, pero su corazón no era perfecto. Su fracaso llegó al final de su reinado cuando guardó amargura en su corazón y comenzó a adorar a otros dioses. Este ejemplo nos muestra que hacer lo recto no es suficiente si el corazón no está correcto delante de Dios.
La promesa que tenemos hoy es que a través del sacrificio de Jesús, podemos recibir un corazón nuevo y el Espíritu Santo. El Espíritu Santo opera en nosotros y produce frutos que testimonian la obra que Él está haciendo en nuestros corazones. Esta promesa también se aplica a los padres, quienes deben instruir a la siguiente generación y confiar en que Dios transformará los corazones de sus hijos.
Como iglesia, tenemos la responsabilidad de preservar la Palabra de Dios y transmitirla a la siguiente generación. Debemos recordar que este legado nos ha costado la sangre de muchos hermanos en el pasado. El enemigo intentará distraernos para que no cumplamos con nuestra responsabilidad. Sin embargo, Dios nos llama a continuar este legado y preservar Su Palabra.
La Biblia
La Biblia es el conjunto de libros canónicos del judaísmo y el cristianismo. La Biblia es la Palabra de Dios, escrita por hombres inspirados por el Espíritu santo