Una Mujer Obediente
Si se conducen según mis estatutos, y obedecen fielmente mis mandamientos, yo les enviaré lluvia a su tiempo, y la tierra y los árboles del campo darán sus frutos; la trilla durará hasta la vendimia, y la vendimia durará hasta la siembra. Comerán hasta saciarse y vivirán seguros en su tierra.
Levítico 26:3–5
¿Qué es lo que la mayoría de nosotros anhela más que nada en esta vida? Queremos tener la certeza de que nada nos faltará y de que estaremos seguros. Queremos saber que alguien está mirando y ocupándose de nuestras necesidades.
Como una mujer de valor obediente tienes la promesa de que estarás protegida y provista todos los días de tu vida.
Cuando Dios habló a los antiguos hebreos acerca de obedecer su ley, les prometió que sería su proveedor, y no sólo dándoles apenas lo suficiente para subsistir, sino multiplicando sus cosechas de modo tal que no supiesen que hacer con tanta abundancia.
Tú y yo estamos muy lejos de tener tanto que no sepamos qué hacer con tanta abundancia, pero tenemos un Proveedor, y estamos protegidas bajo el cuidado de nuestro Padre. Cuando surge el temor, quizás necesitamos observar si nos estamos quedando cortas en lo que a obediencia respecta. ¿Dónde nos equivocamos y permitimos que entre el temor? Solo puede entrar si le damos el espacio para hacerlo.
Como una mujer de valor obediente tienes la promesa de que estarás protegida y provista todos los días de tu vida. Comerás y estarás satisfecha; disfrutarás de la cosecha de los dones de Dios. Al venir la tentación, toma un momento para descubrir cuáles pueden ser las consecuencias.
Si te alejas de los límites de los hermosos brazos que te sostienen cada día con cuidado protector, descubrirás que el precio a pagar es demasiado alto.
Analízalo con el corazón, es tu válvula de seguridad. La obediencia consiste en permanecer dentro del cariñoso abrazo de aquel que te cuida y se preocupa por ti más de lo que nadie podrá hacerlo jamás.
