Una Mujer que Ora a Dios
El apóstol Pablo nos enseña que la oración correcta implica estar alerta en mente y con los ojos abiertos, orando por todos, pero siempre con gratitud. Al sellar nuestras oraciones con gratitud, ya hemos alcanzado la victoria, porque estamos reconociendo que, sin importar cómo o de dónde venga la ayuda o la respuesta, confiamos en que Dios está por encima de todo. Le damos gracias porque Él nos escucha y actúa a favor de aquellos que le aman, lo cual mantiene nuestro corazón en fe y en paz.
Descubramos nuestro propósito y seamos embajadores del Reino de Dios
Es importante recordar que la crítica hacia los cristianos es el lenguaje utilizado por el diablo, quien es conocido como el acusador de los hermanos. Por lo tanto, en lugar de emitir juicios condenatorios, debemos recordar las palabras de Jesús: "El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra" (Juan 8.7).
Antes de criticar a otros, es necesario reflexionar y escuchar nuestra propia conciencia en lugar de participar en explosiones ruidosas de condena. La crítica es parte del proceso de crecimiento y desarrollo hacia la excelencia.
A menudo, nos frustramos y desanimamos cuando nuestras expectativas no se cumplen. Sin embargo, es crucial recordar que cada uno de nosotros tiene una plataforma única para que Dios nos use. Esta plataforma puede tomar diferentes formas, ya sea un trabajo, una familia, un talento o incluso un entorno aparentemente poco destacado.
No debemos enterrar los dones que Dios nos ha dado, sino comprender por qué Él nos los ha confiado y para quién están destinados. Cuando compartimos desde el lugar en el que nos encontramos, Dios se encarga de llevar nuestras palabras y acciones a lugares y oídos que superan nuestra propia imaginación.
No permitamos que el desánimo nos robe la vida ni el propósito que Dios nos ha dado. Reconozcamos que nuestros dones, nuestra fe y nuestra vida tienen un valor inmenso, y que Dios cuenta con nosotros para hacer una diferencia. No debemos quedarnos callados ni ocultar lo que Dios nos ha dado. Seamos fieles a Él y a lo que nos ha encomendado.
Recordemos que cada vez que nos reunimos, ya sea en un lugar de adoración u otro contexto, estamos participando en un centro de entrenamiento. Aquí es donde tomamos la Palabra, aprendemos, nos conectamos con Dios y comprendemos que somos embajadores del Reino de los Cielos. Nuestra vida, sin importar dónde nos encontremos, tiene el poder de impactar a otros.
Oremos por aquellos que se sienten desanimados o sin propósito en este momento. Oremos para que el Espíritu Santo les revele la verdad sobre el propósito que Dios tiene para ellos.
Que sean fieles en sus familias y en todo lo que Dios les ha dado. Bendigamos las oportunidades y los trabajos que se presentan en sus vidas, para que sean embajadores del Reino de los Cielos aquí en la tierra. Que todos sean bendecidos en el nombre de Jesús.