Algo Sobre la Oración
"Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público." Mateo 6:5,6
Aprendemos a orar por imitación. Algunos rezan, es decir repiten una oración que memorizaron. Todos los cristianos, cualquiera sea nuestra Iglesia, recitamos el Padrenuestro.
Lo importante es hacerlo con entendimiento, o sea comprendiendo lo que dicen nuestros labios. En verdad esta es una oración modelo que enseñó Jesús a Sus apóstoles.
La oración es algo muy sencillo, simplemente una conversación con Dios. Está la oración personal que se hace en la intimidad de la alcoba y la oración pública, casi siempre en voz alta.
Este último tipo de oración suele complicar a los nuevos cristianos, les da vergüenza hacerla o se sienten muy incapaces porque escuchan a los antiguos hacerlo largamente y con palabras muy lindas.
Cada Iglesia tiene su estilo en este aspecto y finalmente aprendemos a orar como se hace en esa comunidad.
Un principio de la oración es la sencillez. Personalmente he reducido la oración a dos momentos: dar gracias y peticiones. Siempre hay motivos de gratitud al Señor por sus numerosos beneficios para nuestras vidas. Y siempre, también, tenemos necesidades de todo tipo para presentar a Dios, como Él mismo nos enseña:
"Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá." (San Lucas 11:9,10)
Si bien es cierto hacemos oraciones en público, Jesús nos insta a la oración en la intimidad. La que se hace públicamente no es para lucirse, para aparecer muy santo o para imponernos sobre los demás, sino que para comunicarnos con Dios como comunidad.
Al hacerlo en comunidad hay de dos tipos: la oración simultanea en que todos oran a la vez y la oración por turnos. Esta última permite escucharnos unos a otros y de preferencia debe ser breve para dar oportunidad a todos.
La gran recompensa de la oración es la paz que provoca en el alma descansar de nuestras inquietudes en Dios. Luego vendrá la respuesta de Dios, en el tiempo que Él determine. De algo sí tenemos que estar seguros, que Él nos escucha y responderá con un "si", "no" o "espera", con la condición que permanezcamos en Cristo.