Mi madre usó sus palabras para cambiar su mundo, y usted puede hacer lo mismo. Posiblemente usted esté enfrentando una situación imposible.
No se dé por vencido, Dios es un Dios que hace milagros, Él sabe lo que está pasando, y no le defraudará pues es el amigo que es más cercano que el hermano. Si confía en Él y comienza a hablar palabras de fe, sus circunstancias comenzarán a cambiar.
Claro que no tenemos que encontrarnos en una situación donde peligra nuestra vida para usar la Palabra de Dios. Podemos hablar la Palabra de Dios en nuestra vida cotidiana. Padres, deberían declarar la Palabra de Dios sobre sus hijos cada día antes de que se vayan a la escuela.
Sólo diga: “Padre, tú me prometiste en el Salmo 91 que tú mandarás a tus ángeles para que cuiden de nosotros y que ningún mal llegará a nuestro hogar, así que, te doy gracias que mis hijos cuentan con esa protección sobrenatural, y que tú estás guiándoles y cuidándoles. Padre, tú dijiste que somos la cabeza y no la cola, y que tu nos rodearás de favor, así que te doy gracias que mis hijos son bendecidos, y sobresaldrán en todo lo que pongan su mano a hacer”.
Hablar la Palabra de Dios sobre sus hijos puede efectuar una enorme diferencia en sus vidas. Yo sé que mi mamá oraba por mis hermanos y yo todos los días antes de salir a la escuela.
Oraba específicamente que no nos rompiéramos ningún hueso y crió cinco hijos muy sanos y activos. Todos jugamos deportes e hicimos muchas cosas alocadas, pero hasta el día de hoy, ninguno de nosotros nos hemos roto un hueso.
Así como es esencial que nos veamos cómo Dios nos ve y pensemos de nosotros mismos cómo Él piensa, es igualmente importante que hablemos de nosotros lo que Dios dice al respecto. Nuestras palabras son claves en hacer realidad nuestros sueños. No es suficiente simplemente con ver por la fe o a través de su imaginación, tiene que comenzar a hablar palabras de fe sobre su vida. Sus palabras tienen enorme poder creativo y en el instante que usted habla algo, ese algo nace. Este es un principio espiritual, y funciona igual si dice algo bueno o malo, positivo o negativo.
De esa manera, muchas veces nosotros somos nuestros peores enemigos. Culpamos a todo mundo y cualquier otra cosa, pero la verdad es esta: Somos profundamente influenciados por lo que decimos tocante a nosotros mismos. La Escritura dice que somos atrapados por las palabras de nuestra propia boca.
“Nunca me pasa nada bueno. Mis sueños nunca se realizan. Yo sabía que no recibiría aquel ascenso.” Estas clases de frases, literalmente, impedirán que usted salga adelante en la vida; por eso tiene que aprender a guardar su lengua y hablar sólo palabras llenas de fe sobre su vida. Es uno de los principios más importantes que jamás pueda tomar y practicar, sencillamente sus palabras pueden hacerle un éxito o hacerle un fracaso.
Dios nunca nos ordenó verbalizar constantemente nuestro dolor y sufrimiento. Él no nos mandó andar platicando nuestras situaciones negativas, ni divulgando nuestro “secretitos” con todos nuestros amigos y vecinos. Al contrario, Dios nos dijo que habláramos constantemente de su bondad, que declaráramos sus promesas cada mañana al desayunar, en las tardes cuando estamos comiendo, en la noche antes de dormir, reflexionando continuamente en las bondades de Dios.
Usted podría experimentar un nuevo sentir de gozo en su hogar, si tan sólo dejara de hablar de las cosas negativas de su vida, y comenzara a hablar sobre la Palabra de Dios.
Si siempre está platicando de sus problemas, no se sorprenda si vive continuamente en la derrota. Si tiene la costumbre de decir: “Nunca me pasa nada buenos a mí”, ¿adivine qué? ¡Nunca le sucederá nada bueno! Tiene que dejar de hablar del problema y comenzar a hablar de la solución. Deje de hablar palabras de derrota, y comience a hablar palabras de victoria. No use sus palabras para describir su situación; use sus palabras para cambiar su situación.
Cuando salgo de mi cama cada mañana, digo: “Padre, te doy gracias que soy fuerte en el Señor y en su poder. Estoy capacitado para hacer lo que tú me has llamado a hacer”. Cito entonces varios pasajes de la Escritura que se refieren al favor de Dios en mi vida. ¿Qué estoy haciendo? Estoy comenzando mi día positivamente, alineando mis pensamientos y palabras con las de Él.
Puede crear el ambiente para todo el día en cuanto salga de su cama. Si se espera hasta que haya leído el periódico, comenzará su día con toda clase de noticias tristes y desalentadoras. ¡Comience su día con buenas noticias hablando la Palabra de Dios sobre su vida! No se espere hasta ver como está el índice de la bolsa, o estará arriba un día y abajo el siguiente. Al instante de despertar, comience a darles nueva vida a sus sueños hablando palabras de fe y victoria.
Tiene que entender que el simple hecho de evitar hablar negativamente no es suficiente. Es parecido a un equipo de fútbol americano que cuenta con una buena defensa pero no tiene ninguna ofensiva. Si su equipo constantemente está jugando a la defensiva, tiene muy poca posibilidad de anotar. Tiene que tomar la pelota y bajarla, tiene que jugar a la ofensiva; tiene que ser agresivo.
De igual manera, debe confesar confiadamente la Palabra de Dios, usando sus palabras para progresar en la vida, para que cobren vida las grandes cosas que Dios tiene preparadas para usted. La Escritura dice: “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”. Este principio es verdad también en otras áreas. Cuando usted cree la Palabra de Dios y empieza a hablarla, mezclándola con su fe, en realidad está confirmando esa verdad y haciéndola válida para su propia vida.
Si en este día usted está enfrentando alguna enfermedad, usted deberá confirmar la Palabra de Dios tocante a la sanidad. Diga algo como: “Padre, te doy gracias que tú me prometiste en los Salmos que yo viviría y no moriría y que declararía las obras del Señor”. Conforme la declara con seguridad y denuedo, usted estará confirmando esa verdad en su propia vida.
Si usted está batallando en sus finanzas, en lugar de hablar del problema, deberá declarar con confianza: “¡Todo cuanto emprendo prospera y sale adelante!”
Amigo, al hacer esta clase de declaraciones audaces, el cielo entero se pone en alerta para apoyar la Palabra de Dios.
Dios no nos ha dado cientos de promesas simplemente para leerlas y disfrutarlas, nos las ha dado para declararlas audazmente, para que nos traigan victoria, salud, esperanza y vida eterna.
En 1997, Victoria y yo tuvimos la oportunidad de desarrollar el último canal de televisión de alta frecuencia disponible en Houston, el canal 55. Era una tremenda oportunidad pero también una enorme tarea. Lo único que teníamos era un permiso para construir el canal, pero no contábamos con un estudio, ni con una difusora, ni con una torre para ella; ah, ¡y no teníamos programación! Estábamos comenzando con nada, y teníamos menos de un año para salir al aireo o perdíamos nuestra licencia. Realmente necesitábamos la sabiduría sobrenatural de Dios para lidiar con los detalles cotidianos de construir una estación de televisión.
Decidí hacer lo que mi mamá hacía, y cada mañana al leer mi Biblia, anotaba cada versículo o pasaje de la Escritura que tenía que ver con sabiduría o guía. Después de algunas semanas, tenía como veinte o treinta pasajes, y cada día, antes de salir de la casa, Victoria y yo leíamos esas Escrituras y las declarábamos confiadamente.
Uno de mis pasajes preferidos era: “Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. Él provee de sana sabiduría a los rectos; es escudo a los que caminan rectamente. Es el que guarda las verdades del juicio, y preserva el camino de sus santos. Entonces entenderás justicia, juicio y equidad, y todo buen camino.
Decíamos: “Padre, te damos gracias que tenemos tu sabiduría sobrenatural, y que sí tenemos la habilidad de tomar decisiones correctas en cada ocasión. Padre, Tú dijiste que los pasos del justo son ordenados por el Señor, así que te damos gracias que Tú estás guiando y dirigiendo nuestro pasos”. Y no le puedo decir cuantas veces, durante el desarrollo de esa estación de televisión, Dios nos protegió de una manera sobrenatural y nos detuvo de cometer errores.
Por ejemplo, un día estaba por levantar el teléfono para pedir un aparato mucho muy caro. Un aparato esencial, quizá de los aparatos más cruciales e importantes para una estación de televisión. Justo antes de hacerlo, me llamó un hombre inesperadamente y hablamos de muchos asuntos; cuando íbamos concluyendo nuestra conversación, me dijo algo que me dio nueva perspicacia y cambió completamente la decisión que estaba por tomar.
¿Qué estaba sucediendo? Dios estaba usando a aquel hombre para guiarnos; Dios nos estaba protegiendo de tomar malas decisiones, y nos estaba dando la habilidad para tomar la decisión correcta. Dios estaba viendo que se cumpliera su Palabra.
Dios desea hacer algo parecido para usted, pero no puede ser perezoso. Escudriñe las Escrituras y marque aquellos pasajes que se pueden aplicar a su situación específica. Escríbalos y tenga la costumbre de declararlos.
Dios ya ha hecho todo lo que Él va a hacer, ahora le toca a usted. Si quiere el éxito, si quiere sabiduría, si quiere prosperar y ser sano, tendrá que hacer algo más que meditar y creer; tendrá que declarar audazmente palabras de fe y victoria sobre usted y su familia.
Autor: Joel Osteen
Tomado del libro: Su mejor vida ahora
Editorial: Casa Creación