Dios le dio tres instrucciones básicas al profeta: 1. Escribe, 2. Declara, y 3. Que todo el mundo corra.
La próxima vez que vayas a orar, tú deberías orarle a Dios por cinco minutos, porque él ya conoce todas tus quejas, tú se las repites todos los días.
Deberías presentarle todas esas cosas, y decirle que te vas a quedar ahí, con papel y lápiz, esperando a que él te hable, para escribir la visión que él tiene para ti para este tiempo. Y después, tienes que atreverte a publicarlo, decírcelo a tu familia, para que corran.
La gente corre para dos lugares: en pos de la visión, o en dirección contraria. Van a huir de tu sueño, los que no caben en él. Y si tú no quieres que se vayan, tienes que escoger: O el sueño, o los que están de más.
Cuando tú publicas tu sueño, las cosas comienzan a acelerarse. Dios no dice que escribas la visión para que caminen, sino para que corran.
Quizás has pasado por la frustración de sentirte detenido. Hay varias cosas que detienen a un hombre; el pecado es una de ellas. Cuando estamos en pecado, estamos atados, tenemos un peso encima que no nos deja movernos hacia adelante, un peso que nos detiene.
Es importante que tú dejes a un lado todo aquello que te esté deteniendo. Hacer esas cosas que no deberías estar haciendo consumen tu tiempo y tu dinero, y te atrasan. Y luego te preguntas por qué no te mueves hacia adelante, cuando eres tú mismo quien se está atrasando con tus malas desiciones.
La solución para eso es pedirle perdón al Señor, y arrepentirte. Arrepentirte va más allá que pedir perdón; arrepentirte es cambiar de dirección; es hacer todo lo contrario a lo que estás haciendo.
Jesús le dijo a aquella mujer que fue encontrada en el mismo acto del adulterio: Eres libre, tus pecados te son perdonados – y añadió – no peques más. Porque ese día Jesús estaba allí, pero él no estaría allí siempre, para evitar que la apedrearan.
Tienes que poner esas cosas en las manos de Dios, pedirle perdón, y cambiar de dirección.
Por otra parte, hay gente que está atada por vivir en la atmósfera incorrecta. Hay personas que crecen en un ambiente propicio para que el llamado de Dios para sus vidas se manifieste; mientras que otras, tienen que vencer los lugares hostiles; pero son pocos los que tienen la fortaleza, para hacerlo. Por eso muchos viven vidas normales.
Quizás tienes el potencial para ser empresario, pero no se han dado las circunstancias correctas a tu alrededor, has vivido fuera de la atmósfera correcta para que se manifieste lo que está dentro de ti, ya sea por tus decisiones, o por las decisiones de otro.
Las circunstancias no deben ser excusas, porque hay personas que superan las circunstancias; hay algo dentro de ellos que provoca que no se rindan ante las circunstancias, y esas son las personas que viven el destino de Dios para sus vida.
Dios hizo primero el agua, y después hizo los peces. Hizo la tierra, y después hizo los animales. Hace el aire, y después hizo las aves. Hace el Edén, y pone al hombre. Dios creó una atmósfera correcta y perfecta para poner al hombre.
Dios prepara circunstancias precisas para que se desarrolle lo que hay dentro de ti.
Quizás la atmósfera en la que has crecido no ha sido la apropiada para que se manifieste lo que Dios ha depositado en ti, pero el Dios al que tú le sirves, te hizo nacer en esta época, en este tiempo, y él sabe tu llamado, sabe tu propósito, sabe lo que tú puedes hacer, y él mismo está creando el ambiente correcto y perfecto para que tú puedas alcanzar todo lo que él ha determinado para tu vida.
Hay gente que están detenidos, y no pueden correr, porque están atados por las finanzas. El enfoque de estas personas es resolver las finanzas para entonces poder soñar, sin darse cuenta que, cuando sueñen, se van a resolver las finanzas.
La circunstancia económica tiene que ajustarse al llamado y a la visión que Dios tiene para ti, pero si tú no tienes clara la visión, no sabes cuánto tienes que esforzarte, cuánto más tienes que vender, cuántos clientes tienes que buscar. Y si no sabes lo que tienes que buscar, no puedes tener fe para buscarlo.
Tú debes tener la urgencia de correr, de hacer más cosas y alcanzarlas más rápido, y llegar al destino que Dios tiene para ti.
El problema es que mucha gente corre por reacción. Vas al médico y te dice que tienes algún problema de salud, y entonces corres, cuando debiste correr de antemano. ¿Por qué no hacías ejercicios? Porque no tenías una visión. La visión te hace correr.
No es una urgencia porque el tiempo se está acabando, sino que es una urgencia por querer que la visión se alcance.