Joel 2:28-32
«Y después de todo esto.» Este «Después de todo esto» es interpretado por Pedro en el día de Pentecostés como «en los últimos días» (Hechos 2:17). Este «después de todo esto» parece abarcar esta entera dispensación y aquella que ha de seguir. No debemos pasar por alto el hecho de que estas palabras fueron pronunciadas por el mismo Jehová, como lo demuestra lo terminante de los anuncios de su actividad futura. Así, lo que aquí tenemos es:
I. Una maravillosa promesa. «Derramaré mi Espíritu» (Joel 2:28). El Espíritu Santo es la misteriosa energía personal de Dios. En la edad pasada Él vino una y otra vez, y llenó o revistió a sus siervos escogidos para la obra a la que Dios les había destinado. Pero en Pentecostés Él fue «derramado».
Como Jesucristo se derramó a Si mismo por nuestra redención, así Dios ha derramado su Espíritu para nuestra conducción y dotación para el servicio.
1. LA EXTENSIÓN DE ESTE DON. «Sobre toda carne». Todos los tipos de la humanidad: blancos, negros, marrones, cobrizos y amarillos. Para con Dios no hay acepción de personas; sino que en todas partes todos los que creen en Cristo, y desean honrar su Santo Nombre, pueden, si quieren, recibir su parte de esta santa unción. «Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llame» (Hechos 2:39). A vuestros «hijos y vuestras hijas; … los siervos y… las siervas». «¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?» (Hechos 19:2); o, ¿ recibisteis creyendo?
2. LOS RESULTADOS PREDICHOS. Estos resultados deben ser tales que no pueden ser alcanzados sin la operación del Espíritu Santo de la Promesa.
a. «Profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas». Puede que esto no indique una predicción de acontecimientos, pero sí que significa pronunciar palabras y pensamiento por inspiración divina, tanto si están en el púlpito como en una mina de carbón; sea que estén en el «ministerio» o en la fábrica, en el hogar o en la calle. La verdadera vida cristiana es una proclamación de la presencia del Santo Espíritu.
b. «Vuestros ancianos soñarán sueños». En ocasiones hablamos de que alguien es un soñador, dado a la contemplación, a pensamientos profundos y serios. Pero el Espíritu de Dios, que enseñó a José y a Jacob mediante sueños, puede mientras dormimos hablar a nuestro corazón.
Los ancianos puede que no puedan tomar su parte como antiguamente en frente de la guerra espiritual pública, pero Dios tiene otras maneras de las que nada sabe el mundo para dar refrigerio a sus corazones cansados.
En este ministerio del Espíritu Santo, el «anciano» no es echado a un lado a causa de su edad. Bendito sea su Nombre.
c. «Vuestros jóvenes verán visiones». La juventud es el tiempo de nuevas visiones, pero para muchos de estos las visiones son cosas tan ilusorias como los espejismos. «Vuestros jóvenes», o digamos que jóvenes que han abrazado la fe cristiana, se han entregado al llamamiento de Cristo, y recibido el Espíritu Santo. ¡Qué maravillosas visiones de posibilidades se ven en este anchuroso campo de la obra, y en la potencialidad de vuestro propio carácter redimido!
d. «Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu ». Los esclavos y las criadas de la cocina no quedarán exentos de esta dotación espiritual, que significa una eficiencia aumentada en cada esfera de la vida. El Espíritu Santo viene a dar un nuevo y más alto valor en todas nuestras actividades.
II. Una solemne advertencia.
«Y obraré prodigios en el cielo y en la tierra,… antes que venga el día grande de Jehová». El «Día del Señor» será muy diferente de este actual día de la gracia. Entonces será revelado el Hombre de Iniquidad, a quien el Señor destruirá con «el resplandor de su Venida» (2 Tesalonicenses 2:8).
Porque llegará el día en que será «revelado el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo».
Ahora estamos en el Día de la Gracia del Señor. Entonces vendrá «El Día Grande y Espantoso de Jehová» (v. 31). «¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?» Haz sonar intensamente la trompeta de su llamamiento del Evangelio.
III. Una preciosa oportunidad.
«Y todo aquel que invoque el nombre de Jehová se pondrá a salvo» (v. 32). En medio de aquellos terribles juicios, Dios no ha olvidado mostrar gracia, porque todavía «en el monte de Sion y en Jerusalén habrá liberación».
Mientras tanto, la puerta de la oportunidad está abierta de par en par para «todo el que quiera» (Juan 3:16). Cristo, mediante el sacrificio de Sí mismo, ha «quitado los pecados» como barrera para nuestro allegamiento. Grande es ahora la responsabilidad del pecador, porque queda así sin excusa. A nosotros nos toca «invocar el Nombre».
A Él le toca liberar. «La salvación es de Jehová». «La gracia de Dios se ha manifestado para ofrecer salvación a todos los hombres» (Tito 2:11-14).