Jesús Entiende Tu Dolor. Una Predica Cristiana de Andrés Corson
Hoy quiero que tengamos una experiencia con lo que sucedió en los últimos minutos o las últimas horas antes de la muerte de Jesús. Afinemos nuestros oídos espirituales y nuestros ojos espirituales para poder contemplar lo que pasó.
Deseo que tengamos un encuentro con Jesús resucitado, porque él quiere tener un encuentro con nosotros para recordarnos todo lo que padeció, pero también para que lo que él padeció traiga un milagro a nuestras vidas.
En primer lugar, los quiero llevar al monte de los Olivos, que era el lugar favorito de Jesús. Él solía levantarse temprano en la mañana y se dirigía a un lugar desierto para orar. Este monte era uno de los lugares que él escogía para orar.
En nuestro espíritu y con nuestros ojos espirituales, vamos a tener un encuentro con Jesús en ese lugar y vamos a permitir que su vida de oración nos inspire y nos desafíe a hacer lo mismo.
En ese lugar, también encontramos el huerto de Getsemaní, conocido como el lugar donde Jesús se entregó a la tristeza. Actualmente, hay una basílica en ese lugar, y en el centro de esa basílica se encuentra una roca conocida como la Roca de la Agonía.
Se dice que Jesús se inclinó sobre esa roca para orar. Según Mateo 26:39, después de dejar a sus amigos en cierto lugar, Jesús se adelantó, se inclinó con el rostro en tierra y oró. Su oración fue: 'Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa de sufrimiento. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad y no la mía'.
En ese mismo lugar, Jesús se encontró con la desilusión de encontrar a sus amigos dormidos. Mateo 26:40 dice que volvió a los discípulos y los encontró dormidos, y le dijo a Pedro: '¿No pudieron velar conmigo ni siquiera una hora?'.
Además, en Getsemaní encontramos el lugar donde uno de sus amigos lo traicionó. Fue un momento difícil para Jesús, en el que se sintió abandonado por todos los discípulos, como dice Mateo 26:56.
Imaginemos ahora este huerto con los ojos cerrados y permitamos que Jesús nos ministre. Le entregaremos al Padre nuestra copa de dolor y le diremos: 'Padre, si es posible, quita de mí esta copa. No entiendo por qué tengo que soportar esto, pero ruego que se haga tu voluntad y no la mía.
Estoy dispuesto a cargar con esta cruz si es necesario'. También le pediremos al Señor que nos consuele, porque nos sentimos solos, al igual que Jesús se sintió abandonado cuando los que supuestamente lo acompañaban se quedaron dormidos.
Jesús también comprende el dolor de la traición, por lo que le pediremos que nos entienda si hemos sido traicionados por alguien cercano. Él está ahí a nuestro lado, y solo él puede entender y consolarnos.
En nuestra fe, recordemos que Jesús pasó por momentos de agonía y tristeza antes de su crucifixión. Aprendamos de su ejemplo de oración y confiemos en que, a pesar de nuestras dificultades, él está cerca y desea tener un encuentro con nosotros para hablarnos y escuchar lo que hay en nuestro corazón.
Mientras continuamos en este encuentro espiritual en el huerto de Getsemaní, recordemos que Jesús experimentó el dolor de la depresión y la angustia emocional.
No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nosotros, porque Jesús fue probado en todo para entendernos y acompañarnos en nuestras luchas.
En ese huerto, su corazón se desgarró ante el Padre, y con humildad y entrega, pronunció esas palabras conmovedoras: 'Padre mío, si es posible, pasa de mí esta copa'.
No obstante, aunque Jesús deseaba que el sufrimiento se apartara de él, en su humildad y obediencia, reconoció la supremacía de la voluntad del Padre.
Su petición sincera fue: 'Quiero que se haga tu voluntad y no la mía'. En ese acto de entrega total, Jesús nos enseñó el ejemplo supremo de confianza y rendición a la voluntad divina.
En ese huerto de Getsemaní, donde los olivos y la atmósfera cargada de dolor eran testigos, Jesús experimentó la soledad más profunda.
Sus amigos más cercanos, Pedro, Santiago y Juan, no pudieron velar con él ni siquiera una hora y se quedaron dormidos.
Jesús sintió el peso del abandono y la traición. Imaginemos la intensidad de sus emociones mientras contemplamos el cuadro de Getsemaní en nuestra mente.
Sin embargo, a pesar de todo lo que Jesús enfrentó en ese lugar, su fe y su amor inquebrantables fueron su fortaleza. Su compromiso de cumplir con el plan redentor del Padre era más fuerte que cualquier adversidad.
Jesús nos enseña que en medio de nuestras pruebas y tribulaciones, podemos encontrar fuerza en la comunión con Dios y en la confianza en su soberanía.
En este encuentro espiritual con Jesús en Getsemaní, recordemos que podemos entregarle nuestras cargas, nuestros miedos y nuestras luchas.
Él comprende nuestra angustia y desea consolarnos con su amor y gracia. Que en medio de nuestras propias agonías y momentos difíciles, podamos encontrar la fortaleza y la esperanza en el ejemplo de Jesús.
Continuemos este encuentro espiritual, sabiendo que Jesús pasó por el huerto de Getsemaní por nosotros. Su sacrificio y su amor nos recuerdan que, a pesar de nuestras circunstancias dolorosas, hay esperanza y redención.
Sigamos adelante con fe, sabiendo que Jesús está con nosotros en cada paso del camino, sosteniéndonos y guiándonos hacia la victoria sobre nuestras pruebas y hacia una vida llena de propósito y significado.