No estoy diciendo que Dios no cambiará las circunstancias ya que Él lo puede hacer y muy frecuentemente así lo hace, pero en la mayoría de los casos, soy probado en las áreas en las que soy más débil.
Es probable que usted haya experimentado algo similar. Si usted tiene un problema con la envidia, parecerá que cada persona que conoce tiene más o mejores posesiones materiales que usted, usted nota que su mejor amigo porta un traje nuevo a cada rato.
La persona que trabaja al lado de usted, que gana la mitad de lo que usted gana, llega en un automóvil nuevo. ¡Su pariente que casi ni conoce le habla para decirle que acaba de ganarse la lotería!
¿Está pasando la prueba? Usted mantendrá una buena actitud y se regocijará con los que se gozan y estará realmente contento por lo que les haya sucedido, o se pondrá negativo y amargado diciendo: “Dios, yo trabajo más duro que ellos, y nunca me sucede nada bueno. Asisto a la iglesia cada domingo. ¿Por qué no puede tener un carro nuevo?”
Esa es una prueba de su fe, Dios está sacando a la luz las impurezas en su carácter y de esa manera, Él está intentando refinarle. Si aprende a cooperar con Dios, y a soltar la envidia, se sorprenderá por las bendiciones y el favor y la victoria que llegarán a su vida.
Yo soy una persona de mucho enfoque y orientado hacia las metas. Cuando tengo algún proyecto que hacer, me gusta hacerlo en ese mismo momento, así he sido toda mi vida. En la primaria, cuando un maestro nos daba una tarea el lunes que teníamos que entregar el viernes, yo llegaba a mi casa el lunes por la tarde, ¡y terminaba con todo el proyecto esa misma noche! No quería tener ningún pendiente.
Cuando llego a un restaurante, antes de recibir el menú, ya he pedido mi comida. Estoy diciéndole de una manera amable que en ocasiones soy impaciente, he descubierto que entre más impaciente soy, me encuentro en más situaciones que requieren que espere. Si tengo mucha prisa y quiero salir pronto del supermercado, inevitablemente me formo en la fila donde se encuentra la cajera nueva, en su primer día de trabajo, ¡y la persona enfrente de mí tiene como veintitrés cosas sin la etiqueta de precio.
En la casa, me he fijado que entre más impaciente me sienta, más se tarda victoria en arreglarse para salir. Es irónico que cuando no tengo prisa y no siento impaciencia, Victoria se arregla antes que yo, esperándome en el carro con los niños, pero cada vez que estoy impaciente, una y otra cosa nos demoran: Alexandrita se habría llevado el maquillaje de Victoria; la plancha no está funcionando bien; mi esposa no puede encontrar los zapatos de nuestra hija. ¿No se le hace interesante? ¡Victoria ni sabe que Dios la está usando para hacer algo en mí cuando se está arreglando!
Dios usa estas situaciones intencionalmente para hacerme ver el problema que tengo y para que aprenda a tratar con él, está haciendo algo en mí para poder subir a otro nivel y ser la persona que Él realmente quiere que sea.
Dios usará las personas en su vida de esa misma manera, su propio esposo o esposa, sus suegros o sus propios hijos pueden inconscientemente ser espejos que Dios usa para revelar las áreas que usted necesita cambiar.
“Joel, no soporto a mi jefe, me irrita demasiado. No sé por qué tengo que trabajar con él día tras día. ¿Cuándo cambiará Dios a ese hombre?”.
¿Nunca ha considerado que quizá Dios le quiera cambiar a usted? Él pudo haberle puesto intencionalmente cerca de esa persona que le irrita. Tal vez le esté enseñando que debe amar a sus enemigos, o quizá Él le esté haciendo más fuerte y enseñando un poco de resistencia, para que no corra cada vez que algo se ponga difícil, incómodo o inconveniente.
Un esposo se queja: “Dios, ¿por qué me pusiste con esta mujer? No puede hacer nada bien, no puede hacer un rico guisado, ni siquiera puede cocinar y ni el pan tostado le sale bien. Dios, ¿Cuándo la vas a cambiar?”
Lo más probable es que ella siga cocinando de esa manera hasta que usted no aprenda a sobrellevarlo, tenga una mejor actitud y comience a valorar que por lo menos está intentando hacer algo por usted.
Un padre se queja: “Dios, estos niños me están volviendo loco. Si tan sólo hicieras que se comportaran, entonces sería feliz”.
Dios no cambiará a ninguna de las personas con las que esté lidiando sin antes cambiarlo a usted. Él las cambiará si usted deja de quejarse de todo mundo y comienza a ver de cerca su propio corazón y coopera con los cambios que Dios quiere hacer en usted. Examine su propio corazón y vea si hay algunas actitudes o motivos que necesiten cambiar.
Un día iba conduciendo hacia la iglesia, e iba un poco atrasado para una junta muy importante. Sabía que si lograba evitar algún embotellamiento, llegaría a tiempo, justo apenas. Sin embargo, me tuve que parar en cada semáforo al salir de mi fraccionamiento, ¡hasta me paré en un semáforo que jamás había visto ponerse en rojo en toda mi vida!
Comencé a orar al ir conduciendo, pero entre más oraba, más me tardaba para pasar por todos los semáforos. Por fin, entré en la carretera y me disparé a todo lo que daba hacia la iglesia, orando todo el rato que Dios me diera discernimiento para saber dónde se habían escondido los policías. Apenas me ajustaba el tiempo para llegar a mi junta.
Pero, cuál va siendo mi fortificación cuando de pronto comenzó a disminuir la velocidad de todos los autos que íbamos sobre la autopista. Pensé: ¡Ay, no! ¿Qué está pasando? Entonces, el tráfico se detuvo por completo. Pensé: Dios, tengo que llegar a la reunión, tú me tienes que ayudar. Después de unos minutos, el carril junto a mí comenzó a avanzar, pero sin importar lo que hiciera para lograr entrar, no podía. Nadie se disponía a darme paso aunque puse mi señal, estaba sonriendo y saludando, traía dinero en la mano, daba besos, hacia de todo, ¡pero nadie me dejaba entrar!
Por fin, una linda ancianita tuvo la cortesía de darme el paso. Pensé: ¡Bien! Por fin, ¡puedo avanzar! Pero justo cuando aceleré, el fluir del tráfico también se detuvo por completo, y tuve que poner rápidamente los frenos. Y ahora, el carril donde había estado antes, ¡comenzó a avanzar! A estas alturas, me sentía tan frustrado que ni siquiera quise pensar en meterme de nuevo en el otro carril.
No me daba cuenta que Dios me estaba probando en el área de mi paciencia. Estuve por diez minutos parado, frustrándome más y más, y cuando finalmente el tráfico comenzó a avanzar, vi cuál había sido el problema. Un carro se había detenido y una grúa lo había sacado a la acera derecha.
Al acercarme a las luces, la compasión hacia aquel conductor era lo más ajeno de mi mente. Mi pensamiento era: Quisiera que ya no anduvieras con esa carcacha en el camino; aquí estás estorbando a todo mundo; ¡e hiciste que perdiera mi cita! Mi actitud estaba sumamente mal, y en ese momento, miré el vehículo descompuesto y vi lo que parecía ser una calcomanía de Lakewood Church. Y así era, cuando iba pasando, bajé la velocidad y miré, vi un señor que me sonreía y saludaba. Le sonreí y saludé como si fuera su mejor amigo. Pensé: ¡Si sólo supiera la verdad!
En ese momento, discerní que quizá Dios estaba queriendo enseñare algo, quizá Dios estaba usando el embotellamiento para sacar a la luz las impurezas de mi carácter pues de esta manera Dios me mostraba las áreas en las que necesitaba mejorar.
Con frecuencia, Dios también le permite a usted pasar por situaciones para sacar a la luz esas impurezas en su carácter. Puede reprender hasta no poder más; puede orar, puede resistir, puede atar, puede soltar, puede cantar y gritar, puede hacer todo, ¡pero no le servirá de nada! Dios está más interesado en cambiarlo a usted, de lo que está en cambiar sus circunstancias, y entre más rápidamente pueda aprender a cooperar con Dios, más pronto saldrá de ese lío.
Mientras más aprisa aprenda su lección y comience a tratar con esas malas actitudes y a gobernar sus emociones, más pronto se irá al próximo nivel en su jornada espiritual. Tenemos que reconocer el propósito que tienen las pruebas de refinarnos, porque no podemos huir de todo lo dificultoso que pueda haber en nuestra vida.
Quizá se encuentra en una prueba, y está haciendo lo que yo hice; está orando que Dios le libre de esa situación negativa. Esa es una oración legítima, pero quizá se está perdiendo de la razón por la que se encuentra en este tiempo de prueba.
Reconozca que Dios quiere hacer una obra en usted, le está moldeando y refinando, pero usted está tan ocupado evadiendo la dificultad que la obra no se está llevando a cabo. Está tan enfocado en todas las circunstancias y todas las personas a su alrededor que no se ha tomado el tiempo de ver muy dentro de usted mismo y tratar con los asuntos que Dios está sacando a la luz.
Quizá usted se llena de temor y preocupación cuando las cosas importantes no salen como a usted le gustaría. ¿Nunca ha pensado que Dios posiblemente esté permitiendo esos eventos para enseñarle a confiar en Él y para ver si se mantendrá en paz en medio de la tormenta? ¿Ha considerado que Dios puede permitir esas situaciones para enseñarle a gobernar sobre sus emociones? Posiblemente esté haciéndole más fuerte, para ayudarle a desarrollar firmeza y estabilidad en su vida.
Muy seguido oramos: “Dios, si cambias mis circunstancias, entonces yo cambiaré”. No, funciona al revés. Tenemos que estar dispuestos a cambiar nuestras actitudes y tratar con los asuntos que Dios hace resaltar y luego Dios cambiará esas circunstancias.
Dios le ama demasiado como para permitirle vivir su vida en mediocridad. Con frecuencia, Él permitirá la aplicación de presión sobre su vida para probarle, y sólo conforme pase esas pruebas logrará avanzar.
Colocará a personas y circunstancias en su camino para limarle como papel para lijar, pero Él removerá sus lados ásperos. No siempre será algo placentero, posiblemente tenga el deseo de huir, aún de resistirlo, pero Dios seguirá haciendo surgir el asunto una y otra vez, hasta que logre superar el examen.