LA FE Predicas cristianas de James Smith basada en Marcos 11:22-24
"Respondiendo Jesús, les dijo: —Tened fe en Dios. 23 De cierto os digo que cualquiera que diga a este monte: “Quítate y arrójate en el mar”, y no duda en su corazón, sino que cree que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. 24 Por tanto, os digo que todo lo que pidáis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá." Marcos 11:22-24
Lo que debiera caracterizar a cada siervo de Dios es la consagración a Dios y la fe en Él. ¿Y quién puede hallar los límites a las posibilidades de los tales? Hay muchos creyentes en Jesús, pero pocos consagrados a Él. Y menos aún que realmente prueben su fidelidad en cumplir todas sus promesas.
I. La naturaleza de la fe. La fe es la firme seguridad de las realidades que se esperan, etc. (He. 11:1). La fe reconoce las cosas no vistas, y actúa como si fueran visibles. Así Noé construyó el arca (v. 7). Así Moisés dejó Egipto (v. 27). «Como viendo al Invisible.» «Bienaventurados los que no vieron, y creyeron» (cf. Is. 20:29).
Por la fe, Jacob codició la primogenitura (Gn. 25:31). Y porque Esaú no podía ver su valor, la menospreció y la vendió. «¡Ah, ya lo veo» no es equivalente a «¡Ah, ya lo creo!». Porque con el corazón el hombre cree (Ro. 10:10). Dios juzga el corazón. Una cabeza clara no es evidencia de un corazón creyente.
II. El objeto de la fe. «Tened fe en Dios» (Mr. 11:22). Se tienen que emplear medios, pero no deben ser los medios el objeto de la fe. Solo son las trincheras que cavamos. Es Dios quien debe llenarlas (2 r 3:16). Podemos confiar que Dios cumplirá todas las promesas que ha hecho, porque «fiel es Dios» (1 Co. 10:13).
Él dice: «No… desmentiré mi verdad» (Sal. 89:33). Y, otra vez: «No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios» (Sal. 89:34). ¿Cómo, pues, podemos dudar de su poder? Nada es imposible para con Dios. «¿Habrá algo que sea demasiado difícil para mí?» (Jer. 32:27). El objeto de nuestra fe es «Aquel que no puede mentir», Aquel que es inmutable, Aquel que no puede fallar.
III. La base de la fe. La PALABRA DE DIOS, que vive y permanece para siempre (1 P. 1:23). «El que cree en mí, como dice la Escritura» (Jn. 7:38).
Toda palabra de Dios es pura (Pr. 30:5). No hay escoria, nada que echar a un lado. Debe ser recibida tal como ha sido dada. Debemos desear «la leche espiritual no adulterada. Muchos tratan de diluirla antes de recibirla. Intentan refinar lo que Dios ya ha purificado.
La Palabra no es solo pura, sino también «segura». «Más segura la palabra profética». La Palabra del Señor permanecerá para siempre (Is. 40:8). Debido a que ya está establecida «para siempre... en los cielos» (Sal. 119:80). Así que la base de nuestra fe es tan fiel y segura como su Objeto.
IV. El ejercicio de la fe. Abraham creyó a Dios (Ro. 4:5) y salió, no sabiendo a dónde iba (He. 11:8). Solo tenía «Su Palabra», lo mismo que nosotros. Caleb creyó a Dios cuando dijo: «Subamos luego, y tomemos posesión de ella» (Nm. 13:30). Dios había prometido darles la tierra, y él creyó, aunque las dificultades eran enormes e incontables.
Pedro creyó cuando dijo: «Mas en tu palabra, echaré la red» (Lc. 5:5, RV). Su palabra era todo lo que tenía, pero era suficiente. E incluso se aventuró a caminar sobre el agua al oír un «Ven» de Jesús. Pablo ejercitó la fe cuando dijo: «Confío en Dios que acontecerá exactamente como se me ha dicho» (Hch. 27:25). ¿Y tú?
V. El aliento de la fe. Cree y verás (Jn. 11:40). ¿No creyó Abraham, y vio cuando fue enriquecido? ¿Y Caleb? Pedro creyó, y vio una enorme pesca. ¿Cuál fue el testimonio de Josué? «No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió» (Jos. 21:45). ¿Cuál fue el testimonio de Salomón 400 años más tarde? «Ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha faltado» (1 R. 8:56).
Otra vez, en Marcos 14:16, leemos que los discípulos salieron, y encontaron tal como les había dicho. Si no hubieran salido, no hubieran podido probar la veracidad de su palabra. ¿Hay un solo caso en el que la fe haya quedado frustrada en toda la revelación de Dios? Y si no, ¿habrá jamás alguno?
VI. La necesidad de la fe. Tened fe en Dios. Él no puede hacer muchas obras poderosas a través de nosotros, debido a nuestra incredulidad. «Si tenéis fe como un grano de mostaza, … nada os será imposible» (Mt. 17:20).
Todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis (Mt. 21:22). «Todas las cosas son vuestras, y vosotros de Cristo». Esto o es verdad o no. Si no es verdad, no podemos tener confianza en Dios. Si es verdad, ¿por qué entonces no se cumple en nuestra experiencia? No podría bien decirnos Jesús a nosotros: «O insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que yo os he dicho». «¿Creéis que puedo hacer esto?» (Mt. 9:28).
Si Él te puede decir: «Grande es tu fe», tú también puedes esperar que te sea hecho «como quieres» (Mt. 15:28).
VII. El resultado de la fe. En Hebreos 11 se registran muchos resultados maravillosos. Sería imposible mencionar todas las posibilidades de la fe, por cuanto está escrito: «conforme a vuestra fe os sea hecho». No se imponen límites.
Quedamos limitados por nosotros mismos. «Si puedes creer, todo es posible para el que cree» (Mr. 9:23). Elías oró, y no llovió durante tres años y medio. Volvió a orar, y el cielo dio lluvia (Stg. 5:17-18). Ezequías esperó en Jehová Dios, y no hubo nadie como él (2 R. 18:5). Y no hay nadie hoy en día como los que confían en Dios.