Texto: 2 Corintios 4:16
La renovación espiritual es un tema prominente en el Nuevo Testamento. Aparece tanto en los evangelios como en las epístolas. Por eso, la Iglesia usa el tema de la renovación una y otra vez, hasta en los nombres de algunas de nuestras congregaciones.
El problema es que en muchas ocasiones usamos conceptos bíblicos sin plena conciencia de su significado. La pregunta que se impone es, pues, ¿qué significa renovación?
La palabra renovación se relaciona con la palabra nuevo. En el Nuevo Testamento, hay dos palabras griegas que se traducen al español como “nuevo”.
La primera es “néos”. Esta palabra ha pasado al idioma español como un prefijo que significa “nuevo”. Por ejemplo, algunas personas expertas usan el término “neopentecostalismo” para describir algunos movimientos religiosos contemporáneos, tales como el sistema de células conocido como “G-12”. En todo caso, la palabra “néos” describe algo nuevo en términos temporales o cuantitativos Por eso, la palabra “néos” también significa “joven” y la palabra “neótes” significa “juventud”.
La segunda palabra griega es “kainós”. La misma implica que algo es nuevo, pero en términos cualitativos. Es decir, algo es nuevo porque tiene aspectos antes desconocidos.
En griego, lo nuevo siempre se opone a lo viejo y a lo pasado. Ambos conceptos implican que lo nuevo es superior o mejor a lo viejo. En parte, esto explica la importancia del concepto “renovación”. La renovación no solo es deseable, sino que también es necesaria. Es necesaria porque la humanidad necesita superar lo viejo, para poder alcanzar su pleno potencial de desarrollo. La historia, tanto personal como comunitaria, tiene elementos que sorpresivos, inauditos y admirables que sólo se pueden alcanzar por medio de la renovación.
El término renovación es tan importante, que el Nuevo Testamento usa dos verbos para hablar de este concepto. El primero es “aneóomai” y describe la renovación en términos temporales o cuantitativos. Aparece en Efesios 4.23, que dice “renovaos en el espíritu de vuestra mente”. Aquí renovación quiere decir volver a ser joven, es decir, rejuvenecer.
El segundo es “anakainoo” y describe la renovación en términos cualitativos. Aparece en 2 Corintios 4.16, el texto que leímos anteriormente, y en Colosenses 3.9-10, que dice: “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestidos del nuevo. este, conforme a la imagen del que lo creó, se va renovando hasta el conocimiento pleno”. Aquí renovación se refiere quiere decir ser creado de nuevo, es decir, regeneración.
Declaración del tema
Ahora bien, este ejercicio semántico no basta para comprender el pleno significado de la renovación. Para comprender la renovación, es necesario determinar cómo ocurre la renovación; es necesario determinar qué hace posible la regeneración del creyente.
Afirmamos, pues, que la renovación es el resultado de la obra conjunta de la palabra de Dios, encarnada en su hijo Jesucristo, y del Espíritu Santo. Por medio de su Santo Espíritu, Dios renueva intelectual, moral y espiritualmente a las personas que aceptan el señorío de Cristo en sus vidas.
Puntos a desarrollar
A. Dios renueva intelectualmente al creyente
1. Comencemos por el aspecto intelectual de la renovación. Al llegar a la fe, la persona creyente entra a un nuevo mundo conceptual. La tradición cristiana nos confronta con nuevos contenidos.
2. En primer lugar, nos enfrentamos a una nueva historia. Pasamos a formar parte de una nueva familia de fe cuya memoria histórica se extiende hasta Abraham y Sara. Esa historia de salvación continúa en el Nuevo Testamento, en las narrativas sobre Jesús de Nazaret. A esto es lo que se refiere 1 Pedro 2.9-10, cuando afirma que quienes antes no eran pueblo de Dios, ahora son pueblo de Dios. El estudio de esta historia de salvación—que viene a ser nuestra historia—nos revela el carácter de Dios.
3. En segundo lugar, descubrimos nuevas ideas y nuevas doctrinas. El crecimiento en la fe requiere el estudio de estas doctrinas. Requiere el estudio de Dios—es decir, el estudio de la teología. Es necesario conocer a profundidad estas doctrinas para alcanzar la madurez en la fe. De acuerdo a Hebreos 5.11 al 14, las doctrinas básicas de la fe cristiana son el “alimento sólido para los que han alcanzado la madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (v. 14).
B. Dios renueva moralmente al creyente
1. Pero el aspecto intelectual no es el único, ni el único importante. El conocimiento de la verdad se demuestra en la práctica de la verdad. Por eso, la verdadera renovación intelectual conduce a la renovación moral del creyente.
2. Hay una clara conexión entre el intelecto y la conducta. La conducta humana depende de los valores de cada persona. Esto es lo que significa la sentencia de Jesús que dice: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mt. 6.21). Los valores determinan su conducta. Si usted en verdad cree en los valores del reino de Dios, actuará conforme a la voluntad de Dios. Pero si usted no está desarrollando su pensamiento a la luz de la mente de Cristo, usted no podrá actuar de manera consistente con el evangelio.
3. La renovación moral nos permite cambiar nuestra conducta, abandonando los pecados que antes nos dominaban. También nos permite llegar a apreciarnos a nosotros mismos, viendo nuestros cuerpos como templos del Espíritu Santo y viéndonos a nosotros mismos como hijos e hijas de Dios.
C. Dios renueva espiritualmente al creyente
1. La renovación intelectual y moral nos lleva a la renovación espiritual. Surge como resultado del encuentro con la palabra de Dios, encarnada en Jesús el Cristo. Surge como resultado de la obra del Espíritu Santo en la persona que se abandona a la gracia de Dios.
2. La acción conjunta de la palabra y el Espíritu santifica al creyente. Esto no ocurre en un día ni en un año. Por el contrario, el proceso de santificación dura toda la vida. Nos lleva a crecer cada día en gracia, en sabiduría y en la práctica de la fe. En este sentido, la renovación no ocurre una sola vez. La renovación es un proceso continuo que nos permite discernir los aspectos sorpresivos, inauditos y admirables de la vida.
3. Esto explica el pasaje que leímos al comienzo de nuestro sermón: “Aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día” (2 Co. 4.16). Si bien el desgaste y el envejecimiento físico es inevitable, la renovación espiritual es posible por medio de la gracia salvífica de Jesucristo.
Conclusión
Comencé indicando que la iglesia tiende a hablar de términos que no comprende a capacidad. Cuando cometemos este error, predicamos de manera limitada. Cuando se predica la renovación sin explicar cómo ocurre, terminamos hablando de esta realidad teológica como si fuera algo mágico. En fin, un mensaje limitado limita el impacto de la iglesia, tronchando las posibilidades de cambio en las personas que responden a nuestra predicación.
Si queremos, pues, predicar con autoridad sobre el tema de la renovación que produce el evangelio, debemos predicar “todo el consejo de Dios” sobre el tema.
Hablemos sobre la renovación integral del ser humano al oir la Palabra de Dios, de la renovación intelectual, moral y espiritual de aquellas personas que se acercan a Dios por medio de Jesucristo. Hablemos de la transformación que efectúa el Espíritu Santo de Dios en la persona que toma en serio el proceso de santificación.
Este mensaje de renovación integral aumentará el impacto de nuestro mensaje, posibilitando que nuevos creyentes encuentren nuevas vidas en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Publicado: Editado: 18377