En Isaías 58:1, Dios le dice al profeta: «...Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado...»
Desde la antiguedad Dios ha exhortado a sus siervos a predicar con claridad y valor el mensaje que recibían. Con tono imperativo ordenó: «...alza tu voz como trompeta...»
La trompeta es un instrumento que emite un sonido claro, profundo, estridente, que llega a distancia. Y fue muy importante para Israel.
El toque exacto
Después de dos años al pie del monte Sinaí y cuando Moisés organiza la marcha de las tribus por el desierto, el Señor le habla, diciendo: «...Hazte dos trompetas de plata; de obra de martillo las harás, las cuales te servirán para convocar a la congregación, y para hacer mover los campamentos....» Números 10: 1 al 10.
Dios le ordena que haga dos trompetas que solo debían tocar los sacerdotes: «...Y los hijos de Aarón, los sacerdotes, tocarán las trompetas...»
También le enseña, que para no confundir al pueblo, debía haber un toque exacto para cada situación: a) Convocatoria al pueblo, «...Y cuando las tocaren, toda la congregación se reunirá ante ti a la puerta del tabernáculo...» b) Convocatoria a los líderes, «...Mas cuando tocaren solo una, entonces se congregarán ante ti los príncipes...» c) Llamado a las fiestas: «...Y en el día de vuestra alegría, y en vuestra solemnidades, y en los principios de vuestros meses, tocaréis las trompetas sobre vuestros holocaustos...».
Estimado consiervo. Somos los sacerdotes de nuestro tiempo, y el Espíritu nos esta diciendo otra vez: «...alza tu voz como trompeta...»
Debemos predicar la palabra. Y alzando nuestra voz vendrán palabras de consolación, de ánimo, de regocijo y de fiesta cuando sea el momento.
Pero cuidado con transitar solo por la vereda del "todo amor", o "todo gracia".
Publicado: Editado: 10250