LIBRES DE TODA ATADURA
"Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano. Todos los que quieren agradar en la carne, estos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo. Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne." Gálatas 6:11-13
En la época del apóstol Pablo no siempre escribían las personas su correspondencia sino que había escribientes profesionales que lo hacían. A éstos podía dictárseles para que ellos lo llevaran a la tinta o bien se les decía cuál era el contenido de lo que se quería expresar o transmitir, y el escribiente lo redactaba a su modo. Los escribientes habían creado una taquigrafía (escritura abreviada con signos) que les permitía tomar notas al mismo ritmo del dictado.
No sabemos si esta carta fue manuscrita por el Apóstol o por un escribiente, compañero de prisión. Lo que sí es claro es que en este punto de la carta Pablo decide escribir con su propia mano el texto pues lo que va a comunicar a continuación es de suma importancia para la Iglesia y la transmisión del Evangelio.
Había surgido una corriente judía entre los cristianos, la que quería obligar a los nuevos convertidos no judíos, es decir gentiles, que no profesaban la religión judía ni eran del pueblo hebreo, a guardar la Ley de Moisés y en primer lugar a circuncidarse los varones.
La circuncisión era una pequeña operación realizada por un sacerdote o autoridad judía que consistía en cortar el prepucio del miembro viril del nuevo creyente, una tradición que venía desde los tiempos del patriarca Abraham:
"Entonces tomó Abraham a Ismael su hijo, y a todos los siervos nacidos en su casa, y a todos los comprados por su dinero, a todo varón entre los domésticos de la casa de Abraham, y circuncidó la carne del prepucio de ellos en aquel mismo día, como Dios le había dicho." (Génesis 17:23)
El apóstol Pablo se negaba rotundamente a esta práctica pues creía que bastaba que se reconociese a Cristo cómo Señor poniendo fe en su sacrificio redentor:
"que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo." (Romanos 10:9)
Defendía la idea de que Cristo nos ha hecho libres de tradiciones humanas, supersticiones y legalismos que sólo nos esclavizan. El Evangelio nos llama a la obediencia a Jesucristo, amando en primer lugar a Dios, y luego a nuestro prójimo como a nosotros mismos:
"sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado." (Gálatas 2:16)
El apóstol de los gentiles les anima a los gálatas a no dejarse convencer por los judaizantes, pues eso significaría negar la salvación por la fe en Jesucristo y fundamentarla en obras y ritos como la circuncisión. Les advierte que aquellos sólo desean vanagloriarse de tener autoridad sobre ellos y sus cuerpos.
Curiosamente aún en la actualidad hay cristianos que propician ritos y costumbres judías en la Iglesia. Son cristianos judaizantes preocupados de guardarse de comer ciertos alimentos, usar ciertas ropas y guardar ciertos días como una práctica obligatoria para la salvación del alma, olvidando las enseñanzas que dicen:
"porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo." (Romanos 14:17)
"Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años." (Gálatas 4:8-10)
Sí, queridos amigos, el Evangelio de Jesucristo libera de toda esclavitud. En primer lugar de la esclavitud de la culpa que produce el pecado, para caminar por la vida libres de toda atadura, con una conciencia perdonada y en paz.