Las minas terrestres no son sólo letales; son siniestros artefactos colocados estratégicamente justo debajo de la superficie de la tierra, donde permanecen sin detectar hasta que se aplica una presión. Luego explotan, causando heridas tan graves que cualquier idea de recuperación parece imposible.
¿Por qué me refiero a este tema tan sensible, especialmente cuando la guerra sigue causando estragos en el Oriente Medio? Porque, en verdad, creo que se está librando una guerra espiritual en el campo de batalla de nuestras vidas, que no tiene parangón en la historia del cristianismo.
Con la amenaza de un guerra física que se profundiza, y que vemos todas las noches en las noticias, me temo que en vez de estar más alertas a las engañosas armas de guerra de Satanás, nos estamos desensibilizando y cayendo en un letargo emocional, mental y, sobre todo, espiritual.
Muchas personas piensan erróneamente que Satanás utiliza medios claros para desviarnos del camino y conducirnos al campo de batalla donde él ha puesto su siniestro arsenal, pero no es así como él trabaja.
Satanás no se muestra tan claramente. Sus armas de guerra más destructivas son mucho más sutiles. Cuando nos movemos en su dirección y pisamos el terreno que ha sido cultivado con el pecado y la corrupción, las minas terrestres del Enemigo explotan debajo de nosotros, y eso nos deja retorciéndonos por el dolor emocional. Los sentimientos de culpa, vergüenza y remordimiento levantan muy pronto una barrera entre Dios y nosotros.
Los muchos rostros de las minas terrestres espirituales
Entre las minas terrestres espirituales más comunes están el orgullo, los celos, la envidia, la falta de seguridad, el compromiso, la falta de perdón, la frustración, el temor, la inmoralidad, el pecado sexual y la negligencia. Estos son los artefactos que el Enemigo pone en nuestro camino en su empeño por evitar que experimentemos el amor de Dios.
Satanás no quiere que tengamos una relación personal íntima con Jesus. Dios nos creó para tener compañerismo. Su mayor deseo es que sepamos quién es Él y que conozcamos Sus designios. También quiere que tengamos compañerismo con los demás, pero el pecado impide esto, y Satanás lo sabe. No es posible disfrutar del compañerismo con Dios si, en lo más recóndito de su mente, usted está luchando con pensamientos de celos, temores, inseguridad y envidia.
El orgullo hace que nos coloquemos por encima de Dios. La persona que ha pisado la mina terrestre del orgullo, no piensa en cómo le ha dotado Dios para realizar la tarea que Él le ha llamado a hacer. En vez de eso, mira sus logros, y piensa: ¡Miren lo que he hecho! El profeta Isaías dejó constancia de la caída de Satanás del cielo, de esta manera: “Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré… seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo” (Isaías 14:13-15). El orgullo tiene un solo final: la destrucción.
En segundo lugar, el Enemigo nunca quiere que mantengamos centrada la atención en Dios. Usará pensamientos de inseguridad, temor, desánimo, celos y envidia para lograrlo. Para mí no es raro oír a alguien decir que está luchando con pensamientos de inseguridad o de envidia. Vivimos en un mundo de comparaciones, en el que los medios nos han enseñado a observar a quienes están por debajo y por encima de nosotros. ¿Estamos equiparados? ¿Hay la posibilidad de que podamos aventajarlos? El principal interés de Dios es que nos concentremos en Él y en Su voluntad para nuestras vidas.
Cuando nuestros pensamientos giran en torno a Él, el Señor nos da el discernimiento que necesitamos para ubicar las minas terrestres del Enemigo y desactivar cada una de ellos al apartarnos de la tentación y el pecado. Si tenemos un pensamiento fugaz que nos dice que alguien está siendo reconocido por encima de nosotros, podemos pedirle al Señor que nos diga Su verdad a nuestros corazones. Muchas veces nos vemos envueltos en la vana palabrería del mundo, pero la aprobación de Dios no se basa en nuestros logros, sino en el amor incondicional que Él nos tiene. Nada agrada más a Dios que la rendición de nuestras vidas a Él, y el permitirle que nos enseñe cómo vivir cada día a la luz de Su bendición.
En tercer lugar, el principal objetivo del diablo para la vida de un cristiano es desanimarlo. Quiere que nos demos por vencidos. Nos tienta para que cedamos al pecado, y cuando lo hacemos, nos susurra acusaciones a la mente, diciéndonos lo malo que somos. El diablo cree que si puede manipular las circunstancias, creeremos sus engaños y experimentaremos la explosión de la mina terrestre del desánimo y el temor.
Muchas veces, Satanás nos tentará para que caigamos en el pecado sexual, porque esta trampa específica no sólo produce mucha vergüenza y tristeza, sino también porque nos hará sentirnos indignos y aislados de los demás cristianos. El resultado es catastrófico, no sólo para nosotros, sino también para todos los que son parte de nuestro círculo de amigos y familiares.
Las consecuencias del pecado sexual se mantienen durante generaciones. Hace poco, un hombre de edad madura se deshizo en lágrimas después de darse cuenta de que había seguido las pisadas de su padre. Le había sido infiel a su primera esposa, y estaba siendo tentado a traicionar a la segunda. Su vida era una sucesión de minas terrestres que habían explotado. No había hecho caso a ninguna de esas, hasta que al final se vio confrontado con el hecho de que su hijo podía seguir fácilmente su ejemplo y terminar desperdiciando los mejores años de su joven vida.
Finalmente, Satanás quiere que sucumbamos a la duda y el temor. Una persona temerosa es un blanco fácil para nuestro Enemigo. Hubo un tiempo en que enfrenté mucho pesar. La tentación de dudar de la bondad de Dios era fuerte, y la idea de volverme temeroso debido a mis circunstancias era todavía más fuerte. Pero Dios, en su fidelidad, me recordó: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:9).
Nunca tenemos una razón válida para sentirnos temerosos, porque el Dios soberano del universo nos ama con amor eterno, tiene un plan para nosotros y está comprometido a velar por nosotros. Si surgen problemas, Él no se turba. El mismo Dios que ha prometido amarle por la eternidad, no se adormece ni se duerme.
Cómo descubrir las minas terrestres que hay en su vida
¿Cómo puede usted discernir y descubrir las minas terrestres que el Enemigo ha puesto en su camino?
Rinda su vida al Señor. Su relación con Dios es la defensa más importante que usted tiene. Si usted no tiene interés en conocer al Señor y Su voluntad, entonces ya está en medio de un campo minado, y el próximo paso que dé puede ser fatal. Sin pensar en las consecuencias, la gente se vuelve celosa, amargada o implacable.
Comprometen sus convicciones, le abren la puerta a la inmoralidad o ceden a la pereza de mente y corazón, y luego se preguntan por qué su vida es a hora triste y agitada. Rendirse en el campo de batalla del Señor no es agitar la bandera blanca de la derrota. Es, por el contrario, un paso valiente dado hacia la victoria, la paz y la bendición.
Pida que le muestre Su verdad. En Efesios 6, Pablo habla de la armadura de Dios. Yo creo que ponerse la armadura cada mañana, es una parte esencial para estar en las fuerzas armadas de Dios. Hay sólo un arma ofensiva que Él nos ha dado, que es todo lo que necesitamos para permanecer firmes en nuestra fe contra los ataques de Satanás.
Es la misma arma que Jesús utilizaba cuando enfrentaba la tentación del Enemigo: la Palabra de Dios, que es la verdad eterna del Señor comunicada al hombre. Si usted está enfrentando tentación en algún área, la Palabra de Dios puede enseñarle cómo manejarla sin poder en peligro su comunión con Él.
Comprométase a seguir a Dios, aun en tiempos de dificultades. Las pruebas y las aflicciones son una parte de la vida. No se puede estar a salvo de las dificultades y las tristezas. Sin embargo, las adversidades que enfrentamos son para Dios oportunidades perfectas para demostrar Su fidelidad.
La adversidad es una herramienta poderosa en Su mano. Por tanto, no desperdicie su vida y su tiempo acumulando sentimientos de envidia y de celos. Por el contrario, dé gracias a Dios cuando Él le permita esperar Sus bendiciones. Podrá sentir que ha sido ignorado y puesto de lado, pero Dios todavía sigue trabajando con usted. Si confía en Él, experimentará Su bondad en el momento preciso y de la mejor manera posible.
Pida a Dios que le dé discernimiento y sabiduría de lo alto. La oración es fundamental para evitar las minas terrestres. Orar correctamente es sumamente importante. Por “correctamente”, quiero decir pedir a Dios que le dé un mayor conocimiento de Él para que pueda conocer Su voluntad y evitar las minas terrestres de Satanás.
Dios sabe cuáles son las minas que Satanás ha escondido en su camino, y Él quiere que usted vea con seriedad la manera como está viviendo cada día.
Pida al Señor que le muestre claramente Su voluntad, y que le enseñe a seguir solamente Su voz. Esté dispuesto a obedecer Su llamado. La obediencia a Dios no sólo le mostrará cualquier mina terrestre que haya sido escondida delante de usted; también le preparará un camino seguro para que lo transite en medio de cualquier dificultad.