Prepárate para la victoria
Por Joel Osteen
"Este es el día que hizo Jehová; Nos gozaremos y alegraremos en él." Salmos 118:24
Nos preparamos para la victoria o la derrota al comienzo de cada día.
Cuando te levantas en la mañana, tienes que fijar tu mente en la dirección correcta. Puede que te sientas desalentado. Puede que no tengas ganas de nada y pienses: Hoy no quiero ir a trabajar; o No quiero tratar con estos niños; o Tengo muchos problemas.
Si cometes el error de quedarte con esos pensamientos, te estarás preparando para tener un mal día. Estás utilizando tu fe en la dirección equivocada. Da un giro y di: «Este será un día estupendo. Algo bueno me sucederá. Dios tiene favor en mi futuro, y estoy esperando nuevas oportunidades, relaciones divinas y victorias sobrenaturales».
Cuando adoptas ese enfoque, te preparas para la victoria, el aumento y la restauración. Dios les dice a los ángeles: «¿Oyeron eso? Ellos están esperando mi bondad. Están esperando prosperar a pesar de la economía. Están esperando ponerse bien a pesar del informe médico. Están esperando alcanzar sus sueños aunque no tienen los recursos en este momento».
Cuando comienzas cada día en fe, anticipando algo bueno, Dios les dice a los ángeles que se pongan a trabajar y acomoden las cosas a tu favor. Él te da recesos, acomoda a las personas correctas y abre las puertas adecuadas.
Eso es lo que permite a Dios intervenir y hacer cosas increíbles. A veces, verás importantes mejoras en tu vida si tan solo realizas ese pequeño ajuste.
No solo tendrías más energía, sino también una mejor actitud, y serías más productivo. Verías nuevas puertas abiertas. Conocerías a nuevos amigos. Obtendrías algunas de esas victorias por las que has estado orando si te levantases en la mañana y en lugar de prepararte para la derrota, te preparases para la victoria. Prepárate para el aumento. Prepárate para el favor de Dios.
Tú tienes que establecer el tono al comienzo de cada día. Si dejas tu mente en tono neutral, los pensamientos negativos comenzarán a llegar tan solo por defecto.
¿Has estado alguna vez tumbado en la cama en la mañana y de repente recuerdas todos los errores que cometiste el día de ayer y todos los problemas que puede haber en tu futuro? Es el enemigo que intenta preparar tu mente para un día negativo, derrotado y terrible. No caigas en esa trampa. La Escritura dice: «Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra» (Colosenses 3.2, NTV).
Sé proactivo. Pasa a la ofensiva. Cuando te levantes en la mañana, di junto con David: «Este es otro día que el Señor ha hecho. A pesar de cómo me siento, a pesar de como se ve la economía, a pesar de lo que dice el informe médico, escojo regocijarme. Escojo vivir feliz este día».
¿Sabes lo que en realidad estás diciendo cuando adoptas ese enfoque? Estás proclamando: «No permitiré que nadie robe mi gozo hoy. No permitiré que los desengaños y los reveses me desalienten. No me enfocaré en mis problemas y mis errores. He tomado la decisión de disfrutar de este día».
Tengo un amigo que está recibiendo tratamiento para el cáncer. Es un hombre joven, con muchos talentos y muy atlético. Si él no me lo hubiera dicho, yo no habría sabido que algo iba mal en su vida. Ni una sola vez le he oído quejarse. Él es siempre amigable, optimista y disfruta de la vida.
El otro día le pregunté cómo podía mantener una actitud tan buena durante un período tan difícil, y él me dijo: «Cuando me levanto en la mañana, me pregunto: “¿Quieres estar deprimido hoy, o quieres vivir feliz?”, y escojo vivir feliz».
Si quieres ser feliz, tienes que ser feliz a propósito. Cuando te despiertes en la mañana, no puedes tan solo esperar para ver qué tipo de día tendrás. Tienes que decidir qué tipo de día tendrás. La Escritura dice en Salmo 30.5 que el gozo llega en la mañana.
Cuando te despiertas cada mañana, Dios te hace un envío especial de gozo. Cuando te levantas en fe y haces la declaración: «Este será un buen día», respondes la llamada en la puerta. ¡Recibes el regalo de gozo que Dios te ha enviado!
El problema es que algunas personas nunca abren la puerta. La llamada no ha sido respondida en meses y meses, años y años: «¡Vamos! ¡Déjame entrar! ¡Puedes ser feliz! ¡Puedes alegrarte! ¡Puedes disfrutar de tu vida!» No sé de ti, pero yo he tomado la decisión de abrir la puerta.
Cuando me despierto cada mañana, digo: «Padre, gracias por otro hermoso día. Seré feliz. Disfrutaré de este día. Iluminaré la vida de alguna otra persona. Escojo recibir tu regalo de gozo».