El Salmo 71, oración de un anciano, se expresan peticiones de protección, esperanza y confianza en Dios a lo largo de la vida.
No hay título en este Salmo, y por eso algunos suponen que el Salmo 70 tenía por objeto ser un preludio al mismo, y que fue desgajado más adelante. Esto son fantasías y no tienen valor para nosotros. Tenemos ya, hasta aquí, cinco Salmos sin título que, a pesar de ello, son tan completos como los que lo tienen.
Tenemos aquí «La oración del creyente anciano», que en santa confianza de la fe, fortalecido por una larga y notable experiencia, apela contra sus enemigos y pide bendiciones para sí. Dando por segura una respuesta misericordiosa, promete enaltecer al Señor en gran manera. C. H. S.
Se puede preguntar cómo pudo usar Cristo versículos como el 9 y el 18, puesto que dan la impresión de referirse a la fragilidad de la edad. La respuesta de esta dificultad es que estas expresiones son usadas por El en simpatía con sus miembros, y en su propio caso’ denotan el estado equivalente a la edad. Su ancianidad fue alcanzada a los treinta y tres años, según Juan 8:57 parece implicar; porque «los hombres muy activos viven rápidamente». Andrew A. Bonar
Versículo 3. Tú has dado mandamiento para salvarme.
La destrucción no puede destruirnos; el hambre no puede acabarnos; nosotros nos reímos de las dos en tanto que el mandamiento de Dios nos protege. C. H. S.
Versículo 4. El hombre cruel.
Es literalmente el hombre con levadura, levadura de odio a la verdad y enemistad contra Dios; y, por tanto, el que se opone violentamente a su pueblo. Así, en 1a Corintios 5:8 se nos advierte contra la «levadura de malicia e iniquidad», que, según la figura, puede invadir todo el carácter natural del impío, sus facultades y afectos. W. Wilson
Versículo 5. Tú eres mi esperanza.
Cada anhelo de nuestro corazón, cada rayo de esperanza que brilla sobre nosotros, cada contacto que nos emociona, cada voz que susurra en la intimidad de nuestros corazones las bondades que El tiene guardadas para nosotros si amamos a Dios, son la luz de Cristo iluminándonos, el contacto de Cristo levantándonos para una nueva vida, la voz de Cristo: «Al que a mí viene, en modo alguno le echo fuera»; es «Cristo en nosotros, la esperanza de gloria», atrayéndonos a sí mismo nuestra esperanza, por medio de su Espíritu que reside en nosotros.
Porque nuestra esperanza no es la gloria del cielo, ni gozo, paz o descanso de la labor, ni la plenitud de nuestros deseos, ni el dulce contento de toda el alma, ni la comprensión de todos los misterios y todo el conocimiento, ni un torrente de deleites; es «Cristo nuestro Dios», «la esperanza de gloria».
Nada de lo que Dios puede crear es lo que esperamos; nada de lo que Dios podría darnos aparte de sí mismo, ninguna gloria creada, ni bendición, hermosura, majestad o riquezas. Lo que esperamos es nuestro mismo Dios redentor, su amor, su bendición, el goce del mismo Señor, el cual nos ha amado para ser nuestro gozo y nuestra porción para siempre. E. B. Pusey
Seguridad mía desde mi juventud. Incluso el pagano Séneca pudo decir: «La juventud bien empleada es el mayor consuelo para la ancianidad.» Cuando el procónsul mandó a Policarpo que negara a Cristo y jurara por el emperador, el mártir contestó: «¿He servido a Cristo estos ochenta y seis años y no tengo queja alguna contra El, y ahora voy a negarle?» Oliver Heywood
Versículo 7. Como prodigio he sido a muchos.
Los santos son hombres de los que la gente se admira; su aspecto oscuro es tan austero y hosco que asombra, en tanto que su lado brillante es tan glorioso que deja atónito. El creyente es un enigma para el que no es espiritual; es un monstruo en pie de guerra contra los deleites de la carne, que son el todo en todo para los demás; es un prodigio inexplicable al juicio del impío; un asombro, temido, pero, después de todo, despreciado y mofado. Pocos nos entienden; muchos son los que se sorprenden de nosotros. C. H. S.
El Mesías no atrajo a una multitud de admiradores. Llamaba la atención; estimulaba el asombro, pero no era el asombro de la admiración. Unos pocos, a quienes Dios había abierto los ojos, vieron, en cierta medida, la grandeza real suya en medio de su aparente mediocridad. Contemplaron su gloria: «gloria como del Unigénito del Padre», una gloria que dejaba en la oscuridad toda gloria creada.
Pero la gran mayoría de los que le contemplaban estaban «asombrados» ante El. Su apariencia externa, especialmente cuando la contrastaban con su pretensión de mesianidad, les dejaba atontados. El artesano galileo el carpintero de Nazaret-, el hijo de José, afirmaba que su Padre era el mismo Dios, declarándose «pan de vida», y la «luz del mundo», y afirmando que el destino eterno de cada hombre dependía de si le aceptaba o le rechazaba a El y a su mensaje; todo esto estimulaba una mezcla de emoción, de asombro e indignación, desprecio y horror en el pecho de la gran mayoría de sus contemporáneos. Era un «asombro», un prodigio para muchos. John Brown en Los sufrimientos y glorias del Mesías
Versículo 8. Sea llena mi boca de tu alabanza, de tu gloria todo el día.
¡Qué bocado tan bendito! No cansa nunca aunque su sabor esté constantemente en la boca. El pan de Dios siempre está en nuestra boca; lo mismo debería ser su alabanza. El nos colma de bienes; estemos nosotros también repletos de gratitud. Esto no dejaría lugar para la murmuración; por tanto, podemos añadirnos a David en este sacro deseo. C. H. S.
Versículo 9. No me deseches en el tiempo de la vejez.
La vejez nos quita la hermosura personal y nos deja sin fuerzas para el servicio activo, pero esto no disminuye nuestro amor y el favor de Dios. C. H. S.
No es contranatural ni impropio que un hombre que vea acercarse la vejez pida alguna gracia especial, una fuerza especial que le capacite para hacer frente a lo que no puede evitar, y por otra parte no puede por menos que temer; porque ¿cómo pueden verse las debilidades y dolencias de la vejez que se van acercando más que con sentimientos tristes y pensativos?
¿Quién puede desear ser un viejo? ¿Quién puede ver a un hombre tambalearse por el peso de los años y quebrantado por toda clase de dolencias?; un hombre al que la vista y el oído han desmerecido; un hombre rodeado de las tumbas de todos sus amigos de antes; un hombre que es una carga para sí mismo y para el mundo; un hombre que ha alcanzado «la última escena de esta extraña historia»: la escena de
La segunda infancia y el mero olvido,
Sin dientes, ojos, oído, nada.
—ALBERT BARNES
Cuando mi fuerza se acabe, no me desampares. Día 28 de junio. Hoy cumplo ochenta y seis años. Veo que soy un viejo: 1) Mi vista ha decaído y apenas puedo leer letra impresa, y esto con mucha luz. 2) Mi fuerza ha decaído de modo que ando mucho más lento que hace algunos años. 3) Mi memoria para nombres, personas o lugares ha decaído, y tengo que esforzarme por recordarlos.
Lo que tendría que temer, si pienso en el día de mañana, es que mi cuerpo se negara a servir a la mente y me hiciera obstinado, por mengua de mi comprensión, o difícil, por aumento de mis debilidades corporales; pero Tú respondes por mí, Señor mío y Dios mío. John Wesley
Versículo 11. Diciendo: Dios lo ha desamparado.
¡Oh sarcasmo cruel! Esta es la peor flecha de la aljaba del infierno. Nuestro Señor sufrió este dardo agudo, y no es de extrañar que sus discípulos tengan que sentirlo también. Si expresara la verdad, sería un día muy triste para nosotros; pero, gloria sea dada a nuestro Dios, es una simple mentira.
Versículo 14. Yo, en cambio, esperaré siempre.
Cuando no pueda gozarme en lo que tengo, voy a pensar en lo que tendré, y entonces podré gozarme. C. H. S.
Versículo 15. Aunque no sé su número.
David empezó su aritmética en el versículo 14 con una suma: «Te alabaré más y más»; pero se encuentra derrotado en su primera regla de matemáticas sagradas. Los cálculos le fallan; la mera enumeración de las misericordias del Señor le deja anonadado; tiene que confesar su incapacidad. Considerándola, sea en el tiempo, en el lugar o en el valor, la salvación de Dios desconcierta su poder de evaluación. C. H. S.
Versículo 17. Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud.
Jerónimo, en su Epístola a Nepociano, dice: «Como el fuego de madera verde queda sofocado, así la sabiduría en la juventud, impedida por las tentaciones y la concupiscencia, no desniega su brillo, si no es a costa de mucho esfuerzo, decisión firme y oración, con lo que los incentivos de la juventud son repelidos interiormente.
Platón dice que no hay nada más divino que la educación de los niños. Sócrates dice que Dios es la, mente del universo Sin El, pues, todos seríamos dementes; pero con El, y por medio de El, en un solo momento pasamos a ser sabios. Thomas Le Blanc
Los malvados son como las hierbas en un estercolero, pero los piadosos son como plantas en el mismo huerto de Dios. En el último capítulo de Romanos (versículo 7) vemos que Andrónico y Junia son elogiados porque estaban en Cristo antes que Pablo: «Fueron antes de mí en Cristo.»
Es algo honorable el ser de Cristo antes que otros; esto es honroso cuando se es joven; y luego seguir por los caminos de la piedad en la juventud, y también en la edad adulta, hasta que se es viejo. Jeremiah Burroughs
Y hasta ahora he manifestado tus maravillas. En nuestros días es bueno mostrar un conservadurismo sagrado, ya que los hombres renuncian a las luces antiguas por las nuevas. Nos referimos tanto al aprender como al enseñar las maravillas del amor redentor, hasta que podamos descubrir algo más noble y más satisfactorio para el alma; por esta razón esperamos que nuestras canas serán halladas en la misma ruta que hemos seguido desde que éramos aún imberbes. C. H. S.
Versículo 18. Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares.
Venid, dejadme llamar a la puerta de vuestro corazón. ¿Sois, quizá, como los robles viejos y huecos que están aún de pie en el bosque y que siguen participando de la vida natural?; pero, como dice el apóstol, «la lluvia que reciben» no sirve para ningún propósito mejor que para que se vayan pudriendo por dentro. «Estos están próximos a ser malditos.»
O bien, ¿hay aún fruto que crece en vosotros, afectos vivos hacia Dios y Cristo, fe y amor como al principio y aun en mayor abundancia? Oh, bendito sea Dios!; que estáis tan cerca del puerto elevad vuestros corazones, vuestra redención se aproxima; y, más todavía, elevad vuestra confianza, porque este Dios de gracia, que os ha llamado a su gloria eterna, va a guardaros y seréis suyos antes de poco. Thomas Goodwin
No me desampares, hasta. La apostasía en la ancianidad es temible. El que va subiendo casi hasta lo más alto de una torre, si resbala, sufre una caída peor. El paciente casi recobrado va a sufrir mortalmente caso de recaída. Thomas Adams
Versículo 23. Y mi alma, la cual redimiste.
El cantar con el alma es el alma del canto. Hasta que los hombres son redimidos, son como instrumentos desafinados; pero una vez la sangre preciosa les ha puesto en libertad, son aptos para ensalzar al Señor que los ha comprado. El que hayamos sido comprados por precio es una razón más que suficiente para dedicarnos a una sincera adoración a Dios nuestro Salvador.
Versículo 24. Mi lengua hablará también de tu justicia todo el día.
Hablaré conmigo mismo, y a Ti, mi Dios, y a mi prójimo; mi tema será la manera en que justificas a los pecadores, el despliegue glorioso de tu justicia y tu gracia en tu querido Hijo; y este tema, que nunca puede ser agotado, permanecerá conmigo desde la salida del sol hasta que se ponga.
Otros hablan de lo que aman, mas tendrán que oír de lo que yo amo. Hablaré sin cesar en tanto que se halle en mi corazón, porque con esta compañía el tema estará en sazón. C. H. S.