El Salmo 87, El Privilegio de Morar en Sion, resalta su gloria como ciudad escogida, destacando su importancia espiritual y profética.
Tema y división: Este cántico es en honor de Sión, o sea, Jerusalén, y trata del favor de Dios a esta ciudad entre las montañas, las profecías que la hicieron ilustre, y el honor de haber nacido en ella.
Muchos creen que lo escribieron con ocasión de la fundación de la ciudad de David en Sión, pero ¿no implica la mención de Babilonia una fecha posterior?
Alguien parece haberlo escrito después de la construcción de Jerusalén y el Templo, cuando ya existía una historia de hechos gloriosos de la que se podía hablar.
Versículo 1. Su cimiento está en el monte santo.
La pasión súbita es mala, pero las explosiones de gozo santo son preciosas.
El Señor ha cimentado su Iglesia no en la inestabilidad de la política humana, sino en su poder y divinidad, su obra suprema.
Roma, con sus siete colinas, siempre ha tenido poetas que canten su gloria, pero tú, Sión, eres aún más gloriosa entre las montañas de Dios. Mientras existan plumas y voces humanas, tus alabanzas no caerán en el olvido. C. H. S.
Los montes santos, coronados por la ciudad del gran Rey, representan los decretos de Dios, su verdad inmutable y su pacto eterno. Allí se asienta la ciudad, firme y gloriosa, el gozo de toda la tierra. Andrew Gray
Versículo 2. Ama Jehová las puertas de Sión más que todas las moradas de Jacob.
Algunos no acuden al culto público con la excusa de que pueden servir al Señor en su casa y en privado. ¡Cuántos son los que dicen que pueden pasar mejor el tiempo en casa orando y leyendo algún libro piadoso o platicando sobre algún tema provechoso, con tanto provecho como en el uso de las ordenanzas en las asambleas públicas! David Clarkson
Versículo 7. Todas mis fuentes están en ti.
Las fuentes de mi fe y de todas mis gracias; las fuentes de mi vida y de todos mis placeres; las fuentes de mi actividad y de todos sus actos rectos; las fuentes de mi esperanza y de toda expectativa celestial, todo se halla en Ti, Señor mío.
Sin tu Espíritu sería como un pozo seco, una cisterna cenagosa, destituida de poder para bendecirme a mí mismo o a otros. ¡Oh Señor, Tú me aseguras que pertenezco a los regenerados cuya vida está en Ti, porque siento que no puedo vivir sin Ti; por tanto, con todo tu pueblo gozoso cantaré tus alabanzas! C. H. S.