Mensajes de la Biblia para mujeres cristianas virtuosas y guerreras. Mensajes cortos para mujeres de Dios sobre la vida, el amor, la familia, el matrimonio, la amistad, la fe, la fidelidad, la autoestima, etc.
Por Charles Stanley
No podemos separar lo espiritual de lo secular porque Dios mora en nuestra vida; Él está en el centro de todo lo que hacemos y decimos. No obstante, es fácil, en medio de todas las voces clamorosas de nuestra sociedad, pasar por alto la voz apacible y delicada de Dios.
Por Charles Spurgeon
Este Mensaje fue escrito especialmente para la edificación de los creyentes, pero si tú aún no eres salvo, nuestro corazón suspira por ti y quisiéramos de buena gana decirte una palabra que te sirva de bendición.
Por John Mason
Llega un tiempo en la vida de toda persona cuando él o ella debe decir no a las buenas ideas. Lo que es bueno y lo que es lo correcto, no siempre son la misma cosa.
Por Charles Spurgeon
Conténtate con tu propia suerte si no puedes mejorarla; pero no te fijes en que él sea como tú. Ámalo, y entonces prójimo, deseando que él sea como tú. Ámalo, y entonces no lo envidiarás.
Por Charles Stanley
Recordó las promesas de Dios en lo tocante a afirmar su nombre y su familia sobre una base imperecedera. Cuando nos arrodillamos o nos sentamos ante el Señor y meditamos en el resulta beneficioso recordar sus poderosas promesas.
Por Charles Spurgeon
Las obras maestras de Dios son esos hombres que permanecen firmes e inconmovibles. El que quiera glorificar a su Dios debe tener presente que ha de encontrarse con muchas pruebas. Ningún hombre puede ser ilustre delante de Dios,
Por John Mason
El problema con las personas que «dan hasta que les duele» es que son demasiado sensibles al dolor. La codicia siempre disminuye lo que se ha ganado.
Por Charles Spurgeon
El Maestro se fue, pero tras un rato volvió y con mano suave, usando en especial la parte donde los clavos habían penetrado, golpeó otra vez suavemente.
Por Charles Spurgeon
Si estoy revestido de dones, es porque el Señor me los dio. Mantengo una vida consecuente porque Él me sostiene con Su mano. Nada hago yo para mi propia preservación fuera de lo que Dios obra primero en mí.
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