Mentira
Manifestación contraria a la → verdad, cuya esencia es el engaño y cuya gravedad se mide según el egoísmo o la maldad que encierre. El decálogo divino la prohíbe (Éx 20:16) y uno de los efectos de la conversión al cristianismo es el dejar de mentir (Ef 4:25).
La mentira directa, como la de → Ananías y Safira (Hch 5:4), no es la única forma de mentir. En ocasiones se trata de una media verdad, como cuando Abraham dijo de su esposa a Abimelec: «Sara es mi hermana» (Gn 20:2; cf. 20:12). El propósito siempre es engañar.
Puede ser también una respuesta evasiva, como la que Caín dio a Dios (Gn 4:9); un silencio, como el de Judas cuando el Señor lo acusó indirectamente en la última cena (Jn 13:21–30), o toda una vida engañosa: «si decimos que tenemos comunión con Él, y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad» (1 Jn 1:6). Los mentirosos irán al lago de fuego (Ap 21:8).
El padre de mentira es → Satanás (Jn 8:44) y, según 2 Ts, en los últimos días Dios le permitirá promulgar su mentira en forma universal. El «hombre de pecado, el hijo de perdición» (2:3) vendrá por «obra de Satanás» (2:9), y Dios enviará a la gente rebelde e inconversa «un poder engañoso» que les haga creer la mentira del anticristo (2:11).
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