Juez: Gobernante que en Israel administraba la justicia y tenía autoridad para condenar y castigar al malvado, así como para liberar y vindicar al oprimido.
Siguiendo el consejo de su suegro, Moisés instituyó el oficio de juez cuando ya le resultaba imposible atender todos los casos (Éx 18.13–27; Dt 1.9–18; cf. Éx 2.14). Deuteronomio insiste en que cada ciudad tenga sus propios jueces junto con algunos ayudantes (16.18; cf. Nm 11.16, 17). Además, hace hincapié en la necesidad de una justicia estricta que rechace todo soborno y trate por igual a cada hombre (Dt 1.16, 17; 16.19, 20; 24.17, 18; 25.13–16). Los sacerdotes, como guardianes e intérpretes de la Ley, asesoraban a los jueces en su trabajo (Dt 17.8–13).
Durante la época que siguió a la conquista de Canaán (→ Jueces, Libro de los), y debido a la opresión que Israel sufría en manos de naciones extranjeras, Dios tuvo que levantar jueces (salvadores, libertadores, caudillos militares) para liberar al pueblo del poder de sus enemigos (Jue 2.16; 3.9, 15, etc.). Algunos de estos jueces probablemente fueron puestos sobre todo el pueblo a la vez que ejercían su oficio sobre las tribus respectivas (→ Cronología).
Durante la época del ministerio de Samuel, tuvo lugar la transición que culminó con el establecimiento de la monarquía en Israel (1 S 4.18; 7.15–8.11). El rey se convirtió en el juez supremo en esa época (2 S 15.2, 3). No obstante, el oficio del juez continuó bajo los reyes (1 Cr 26.29; 2 Cr 19.5–10), y aun después del cautiverio (Esd 7.25).
En el Nuevo Testamento Jesús se llama «juez» (Jn 8.16; 2 Ti 4.1; Stg 5.9; 1 P 4.5). Pablo enseñó que los cristianos colaborarán con Cristo en el juicio final (1 Co 6.2, 3), y que desde ahora es su deber juzgar «las cosas de esta vida» (v. 5; cf. Mt 18.15–17).