En el noreste de los Estados Unidos de América el bacalao no solo es delicioso, sino que también provee un gran negocio comercial. Hay un mercado para este tipo de pescado en todo el mundo, pero en especial en las regiones más distantes del noreste de la nación. Pero la demanda presentaba un problema para los productores.
Al principio congelaban el bacalao y lo despachaban a otras partes, pero la congelación le quitaba mucho de su sabor. Así que trataron de transportarlos vivos en tanques de agua de mar, pero eso resultó peor. No sólo que costaba más sino que el bacalao seguía perdiendo el sabor y, además, la carne se volvía blanda y fofa. La textura del pescado quedaba afectada seriamente.
Finalmente, una persona creativa resolvió el problema de la manera más innovadora. Ponían al bacalao en el mismo tanque junto a su enemigo natural, el bagre. Desde que el bacalao salía de las costas del este hasta que arribaba al destino occidental más remoto, los temibles bagres perseguían al bacalao dentro del tanque.
Y como se puede imaginar, cuando el bacalao llegaba al mercado estaba tan fresco como si acabaran de pescarlo. No perdía nada de su sabor y ni de su textura. Si acaso, era mejor que antes.