Yo creo que un santo es una mayor bendición para una nación, que un regimiento entero de soldados. ¿Acaso no temían más a las oraciones de John Knox que a las armas de diez mil hombres? Un hombre que vive habitualmente cerca de Dios es como una gran nube que siempre está derramando lluvias fertilizantes.
Este es el hombre que podría decir: “La tierra es desmenuzada enteramente, yo sostengo sus columnas”. Francia no hubiera visto una revolución tan sangrienta si hubiese habido hombres de oración para preservarla. Inglaterra, en medio de las conmociones que la sacuden para un lado y otro, es mantenida firme porque la oración es elevada incesantemente por los fieles.
La bandera de la vieja Inglaterra está clavada a su mástil, no por las manos de sus marineros, sino por las oraciones del pueblo de Dios.
Estos, cuando interceden día y noche, y cuando cumplen con su ministerio espiritual, son aquellos por quienes Dios perdona a las naciones, por quienes permite que la tierra exista todavía; y cuando se acabe su tiempo, y sean retirados, y la sal sea suprimida de la tierra, entonces los elementos se disolverán con ardiente calor, y la tierra también y las obras que están en ella serán quemadas, pero este mundo no pasará antes de que Él se hubiere llevado a los santos con Cristo en el aire. Él lo mantendrá por causa de los justos.
Busquen el grado más elevado de santidad, mis amados hermanos y hermanas, búsquenlo, y trabajen por ello; y mientras descansan únicamente en la fe para la justificación, no descuiden el crecimiento en la gracia, que los logros más excelsos sean su ambición, y que Dios se los conceda, por Su Hijo Jesucristo. Amén