El camino a ninguna parte nos habla de la importancia de la dirección sobre la velocidad: Avanzar rápido no garantiza llegar al destino deseado. Como en el viaje, en la vida es fundamental detenerse, reflexionar y ajustar el rumbo cuando sea necesario, en lugar de seguir adelante solo por inercia.
Un matrimonio había salido de viaje. El esposo conducía con fiebre. Había hecho ya trescientos kilómetros sin dejar de mirar de reojo al salpicadero. De repente, la esposa consultó la guía de carreteras y anunció:
—Nos hemos perdido.
—¿Y qué? —replicó el marido—. ¡Llevamos una media estupenda!
Ese estupendo promedio, camino de ninguna parte, es el que llevan algunos en su intento de llenar su día y su vida de sensación de diligencia y eficacia. Deberían recordar que cuando uno no sabe adónde va, acaba en otra parte.
Moraleja Camino a Ninguna Parte:
No importa cuán rápido avances si vas en la dirección equivocada. La verdadera eficiencia consiste en saber hacia dónde vas y por qué.