Thomas Henry Huxley fue distinguido biólogo inglés del siglo XIX. Mientras se encontraba cumpliendo una misión para la corona de Inglaterra, se detuvo un fin de semana en un pequeño pueblo. El domingo por la mañana le dijo a uno de sus asistentes:
- Supongo que usted va a ir a la iglesia. ¿Por qué no se queda en casa y me habla sobre su religión?
- Oh – replicó el otro –, yo no estoy lo suficientemente capacitado como para responder a sus preguntas y argumentos.
Pero Huxley continuó:
- Lo que quiero es que me diga simplemente lo que su religión hizo por usted.
El hombre estuvo de acuerdo, y durante toda esa mañana le habló acerca de lo que había visto y experimentado por su fe cristiana. Finalmente, luego del conmovedor testimonio de su subalterno, Huxley dijo:
- Daría mi brazo derecho por creer así.
Aquí encontramos a un cristiano que creía, y sobre la base de su fe fue capaz de ver y experimentar el gozo de la plenitud espiritual.
Desafortunadamente, Huxley quería ver primero y luego creer. Las cosas mejores y más grandes de la vida han sido vistas por aquellos que primero creyeron.