Los Dos Cantos de las Islas Fidji

Un misionero de los que trabajaron en estas islas llamado mister Nettleton, cuenta que visitando la isla de Kandava, fue objeto de parte de cuatro mil niños, algunos de la Escuela dominical, de una recepción singular.

Los cuatro mil niños, formados en orden, le recibieron con un canto indígena llamado el canto de los libros.

En la mano izquierda tenía una cachiporra y en la mano derecha un Nuevo Testamento. Levantando la cachiporra cantaban en tono monótono, pero armonioso, la primera copla de su canto:

Este instrumento es el único libro de los paganos
El trae lamentación, luto, desdicha.
La viuda es estrangulada, derribada por la cachiporra, cocida y comida.
He aquí toda nuestra canción
Ni escuela ni Biblia para los niños
Ni día de culto ni de reposo
La guerra, la guerra cruel, era
Toda nuestra música
Y la sangre de los muertos todo nuestro deseo.

Luego, dejando caer la cachiporra, levantando con la otra mano el Nuevo testamento, y cantando la segunda copla:

Pero el Evangelio de paz ha sido oído en nuestro país
El pasado ha desaparecido con todas sus tinieblas
Ya no está en nuestras manos la cachiporra del salvaje
Sino la Biblia que trae luz

Cantamos un nuevo canto, escribimos un nuevo libro
Estamos gozosos y traemos nuestras ofrendas
Paz y bondad han hecho dichosos nuestros hogares
Por esto los niños cantan.

Bien pudo decir el Apóstol: ¡No me avergüenzo del Evangelio por que es poder de Dios para dar salvación a todo aquel que cree!