Cuando Jorge IV estaba en Irlanda hizo comunicar a Lord Rodent que iría a desayunar con él, cierta mañana con otros dos o tres nobles de su corte.
El monarca llegó en el preciso momento cuando el Lord se hallaba en el culto doméstico de la mañana.
Advertido de la presencia de su real visitante, Lord Rodent se apresuró a salir a la puerta y recibió al rey con todo respeto, invitándole a entrar y sentarse en el salón con sus acompañantes. Una vez hacho esto, volviéndose al rey dijo:
-No dudo que vuestra majestad comprenderá cuan honrado me siento de recibirle en mi casa; pero en este momento me hallaba en audiencia con el Rey de reyes en el culto doméstico de adoración; por tanto ruego a vuestra majestad que me excuse por unos momentos.
-Ciertamente, replicó el rey, pero si me lo permites yo iré contigo. Así entraron en la otra sala donde la familia se hallaba reunida, y el rey sentado en un sillón de brazos asistió devotamente hasta el fin del culto.