La Ultima Pascua de Jesús

En la última Pascua, Jesús, reunido con sus discípulos en la intimidad del Cenáculo, compartió el pan y el vino, símbolos de su cuerpo y sangre, instituyendo así la “La Cena del Señor”.

En esa última Pascua de Jesús Aunque rodeado de traición y negación inminentes, su mensaje fue claro: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”.

Lucas 22:1-23

«Con todos sus padecimientos delante de su vista,
Y dolores para nosotros ignotos,
Firme a su tarea se lanzó su Espíritu,
Era el amor lo que intenso le apremiaba
»
COWPER

Dice Lammenais: «Todo lo que Cristo pidió a la humanidad, para poderla salvar, fue una Cruz donde morir». Y la recibió sin murmuración.

La palabra «pascua» se deriva de un verbo que significa «pasar por alto». Fue instituida en Egipto en medio de las circunstancias más solemnes y sugerentes (Éx. 12).

No se debía romper ni un hueso del cordero pascual. Véase cuán literalmente se cumplió esto en «Cristo, nuestra pascua» (Jn. 19:33). Esta última pascua fue el cumplimiento final de la primera. Junto con ella vemos aquí:

I. Un odio irrazonable (vv. 1, 2). Al buscar cómo «acabar con Él», estos principales sacerdotes y escribas manifestaron la enemistad diabólica de sus propios corazones en contra del verdadero carácter de Jehová, a quien profesaban rendir culto. Poco se imaginaban que estaban planeando cómo matar el «Cordero de la pascua» de Dios.
Le aborrecieron sin causa.

II. Una cruel traición (vv. 3-6). Satanás siempre encuentra un instrumento apropiado para su malvada obra en un profesante hipócrita.

Satanás entró en Judas porque la puerta de su corazón estaba abierta de par en par a toda sugerencia malvada. El cebo del diablo para él fue el dinero, porque sabía que lo amaba, y que en su corazón era un ladrón.

III. Una provisión especial (vv. 7-13). El aposento de huéspedes fue dispuesta por Cristo, «un gran aposento alto ya dispuesto», que quedaría para siempre asociado como un lugar conectado con su muerte, resurrección y Pentecostés. El lugar estaba ya dispuesto para ellos, donde Cristo, el Cordero pascual de Dios, fue «dispuesto» como sacrificio por el pecado del mundo.

IV. Una sagrada comunión (vv. 14-18). Hay un intenso anhelo en este deseo de Cristo de comer la pascua con ellos antes que Él sufriera. La terrible sombra de la Cruz, cayendo sobre su Espíritu, parece sólo intensificar su amor para los suyos.

La Ultima Pascua de Jesús manisfestó su amor más fuerte que la muerte; las muchas aguas no pudieron anegarlo. Fue una ocasión sagrada cuando tomó Él la copa, diciendo, «repartidlo entre vosotros». La copa de salvación, y también de «comunión de sus padecimientos». ¿La hemos tomado?

V. Una misericordiosa sustitución (vv. 19:20). El lenguaje es infinitamente tierno e inconfundible. «Mi cuerpo, que por vosotros es dado». «Mi sangre, que por vosotros se derrama». Si Dios nos ha de pasar por alto en su juicio, ello tiene que ser debido a que la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado.

«Veré la sangre y pasaré de largo en cuanto a vosotros» (Éx. 12:13). La expiación de Cristo es la única cubierta para el pecado que puede hacer que Dios «pase de largo» de manera justa, justificando al que cree en Jesús.

VI. Una profecía infalible (vv. 21-23). «El Hijo del Hombre se va, según lo que está determinado» (Lc. 22:22). Mientras que fue con manos de inicuos que le dieron muerte, sin embargo Él iba por el determinado designio y previo conocimiento de Dios (Hch. 2:23).

La Ultima Pascua de Jesús

En el propósito de Dios, Cristo era el «Cordero que fue inmolado desde la fundación del mundo» (Ap. 13:8, V.M.). La incredulidad y maldad del hombre nunca dejarán vacío el eterno consejo de Jehová. «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.»

James Smith