Los Frutos del Amor

Si has puesto tu amor en Él, Él te responderá. Si el amor a Él es nuestro motivo, entonces no pediremos mal.

Los Frutos del Amor
Salmo 91:14-16

«Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también…»

I. Lo libraré. La primicia de un corazón rendido es la salvación. Libertad de la culpa y del poder del pecado. La ley queda cumplida en una palabra: «Amarás». David puso su corazón en Dios: ¡observemos como Dios le liberó! (1 S. 17:50). Así también con José, Daniel y Pablo.

II. Le exaltaré. «Le pondré en alto» (v. 14). Después de la salvación viene la exaltación: o más bien, ser salvado es ser exaltado. Sacado del hoyo horrible. Si he sido crucificado con Cristo hemos sido también resucitados juntamente con Él.

III. Le responderé. (v. 15). ¡Qué promesa más inspiradora! Sean presentadas vuestras peticiones delante de Dios. Aquí tenemos su propia certidumbre de que si has puesto tu amor en Él, Él te responderá. Si el amor a Él es nuestro motivo, entonces no pediremos mal (Stg. 4:3).

IV. Con Él estaré. Ésta es la promesa de su comunión en el día de la angustia. Si Él está con nosotros, entonces no podemos temer mal alguno (Sal. 23). Dios sabe que su presencia permanente es una necesidad continua para la conducción, poder y victoria.

V. Le glorificaré. Nosotros le honramos a Él poniendo nuestro amor en Él. Y con ello, «Yo honraré a los que me honran» (1 S. 2:30). Buscad la honra que solamente de Dios viene; y su favor especial se manifestará en tu vida (Jn. 12:26).

VI. Lo saciaré. Él quedará satisfecho «de larga vida», lo que para nosotros implica el privilegio de un gozo y servicio eternos.

Nuestros días sobre la tierra, si son vividos en su amor, serán tan largos como sea necesario para la honra de su nombre. Él da a los suyos vida eterna, y quedarán satisfechos cuando despierten a su semejanza.

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