La determinación de David, de orar cada mañana, coloca a Dios de su lado sobre la base de Su abundante misericordia.
TRES PASOS EN LA VIDA DE ORACIÓN
Salmo 5:1-7
1 Escucha, oh Jehová, mis palabras; Considera mi gemir.
2 Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, Porque a ti oraré.
3 Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.
4 Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti.
5 Los insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que hacen iniquidad.
6 Destruirás a los que hablan mentira; Al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová.
7 Mas yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa; Adoraré hacia tu santo templo en tu temor.
I. La petición de la oración (v. 1).
1. Él oye todas las palabras que hablamos incluso en la conversación diaria ordinaria.
2. ¡Cuán a menudo le entristecemos!
3. Y también ¡Él oye nuestros pensamientos! ¡Ah, cómo esto nos sacude y humilla!
4. Pero lo que el Salmista tiene de manera particular en su mente es la oración.
5. Él oye nuestras oraciones tanto si las ofrecemos audible como inaudiblemente.
II. La determinación de la oración como propia preservación (vv. 2 y 3).
1. Pase lo que pase, «a ti oraré».
2. Y una cosa que le hace de lo más decidido a orar es el hecho de la santidad de Dios (v. 4).
3. Mediante la oración recibo fuerzas para evitar el mal y conseguir la victoria sobre el mismo y sobre la tentación.
4. Y así vivir y morar en su Presencia.
5. Él decidió orar de manera especial por la mañana porque «bien comenzado es ya medio hecho». Y después de la oración, proseguir todo el día «mirando arriba».
III. La actitud de la oración (v. 7).
1. Él no iba a allegarse a Dios sobre la base de su propia bondad, sino a confiarse en su misericordia (obsérvese, «la abundancia de tu misericordia»).
2. E iba a allegarse a Dios con reverencia, «lleno de tu temor».