“Un buen soldado de Jesucristo” no es aquel que lucha con armas terrenales, sino el que se fortalece en la fe y se prepara para la batalla espiritual.
“Un buen soldado de Jesucristo” es aquel que sigue las órdenes del Comandante en Jefe sin vacilar. En la vida cristiana, estamos llamados a ser parte de un ejército espiritual, luchando no contra carne ni sangre, sino contra fuerzas espirituales de maldad (Efesios 6:12).
“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.” 2 Timoteo 2:3, 4
Ésta es una metáfora muy apropiada. Cristo es nuestro Capitán, y nosotros, como soldados, tenemos una lucha real y actual contra las fuerzas del mal fuera y dentro (Ef. 6:11-13). Aquí se nos indican las cualidades de un buen soldado de Jesucristo. Debe ser:
I. Aceptado. «Tomado.»
No todos son aptos para ser soldados; los defectos físicos pueden ser un estorbo; del mismo modo los defectos morales y espirituales estorban para ser un buen soldado de Jesucristo. A Él le toca escoger, tomar para Sí. «Escogidos de Dios.» Él ha escogido lo débil, etc.
II. Separado.
«Ninguno… se enreda en los negocios de la vida.» Se dice que cuando un oficial que había recibido la orden de ir al Cabo pidió licencia para quedarse en casa, Wellington le respondió: «Embárcate o abandona la carrera militar». Todo lo que estorbe en el servicio de Dios debe ser abandonado. «Buscad primeramente el reino.»
III. Consagrado.
«A fin de agradar a aquel». Uno es vuestro Maestro. Presentaos a Dios (Ro. 12:1, 2).
IV. Perseverante.
«Sufre penalidades.» «Si me han perseguido a Mí, también os perseguirán a vosotros», dice el Capitán. Pero no os desalentéis debido al camino.
V. Vaciado del yo.
«Vestíos de toda la armadura de Dios», no teniendo confianza en la carne. Entonces es segura la victoria (1 Co. 15:57, 58). Las murallas de cada Jericó caerán ante la fe.