Aguas Donde Nadar. Bosquejos Bíblicos para Predicar Ezequiel 47:1-12
Este río místico está lleno de significación profética. En el tiempo de la bendición milenial manarán ríos de agua de vida desde el santuario de la Santa Ciudad hacia el yermo y las desolaciones de la tierra (Zac. 14:8), y harán que «viva todo lo que se halle en el lugar adonde llegue este río» (v. 9).
Pero este río puede ser también considerado como un hermoso emblema de la plenitud de la bendición del Evangelio de Cristo, o del derramamiento pentecostal del Espíritu Santo.
I. El río. Mana libre y espontáneamente.
1. SU FUENTE. «De debajo del umbral de la casa» (el Templo) (v. 1). De este santo lugar, el lugar del «Propiciatorio», el trono de Dios. Como el Espíritu Santo, procede del Padre (Jn. 15:26).
2. SU CURSO. «Las aguas descendían de debajo… al sur del altar » (v. 1). Sí, el único lugar desde el que estas aguas dadoras de vida pueden alcanzar a un mundo perdido es por el altar, la Cruz de Cristo. El Espíritu Santo no fue dado hasta después que Cristo hubiera sufrido y fuera glorificado (véase Ap. 22:1).
3. SU POTENCIA. Crecía en poder y en plenitud, aunque carecía de tributarios. Las corrientes de la tierra no pueden añadir nada al río de Dios. Venía a ser un río que no podía ser pasado vadeando, sino solo a nado.
Tenía poder para sanar (v. 8), para avivar (v. 9), y para producir fruto y permanente lozanía (v. 12). Así es el poder del Espíritu Santo obrando en aquellos que creen en Él como ha dicho la Escritura (Jn. 7:38, 39). Es un símbolo de las inescrutables riquezas de Cristo y del infinito amor de Dios.
II. Una creciente experiencia de la profundidad y poder del río. Siendo obediente al líder divino, fue llevado en visión a una experiencia progresiva de esta plenitud de bendición. Tres veces seguidas se nos dice que «me hizo pasar», indicando con ello que éstas no eran condiciones finales, sino el camino a algo más profundo y mejor, una experiencia pasajera. Observemos el orden:
1. HASTA LOS TOBILLOS. «Me hizo pasar por las aguas… que llegaban hasta los tobillos» (v. 3). Era aún un conocimiento somero del río de la vida, pero con todo estaba en él. Esta etapa representa el «Espíritu de Fe», el acto concreto de entrar en la corriente de la voluntad divina, aunque esta voluntad sea todavía poco conocida.
2. HASTA LAS RODILLAS. «Me hizo pasar por las aguas que llegaban hasta las rodillas.» La única forma en que las aguas pueden subir sobre nosotros es que nosotros nos hundamos más en ellas. Hasta las rodillas representa el «Espíritu de Oración».
Cuando las rodillas son capturadas para Dios habrá deleite en su comunión. Es posible ser creyente y sin embargo no tener libertad en oración. Aunque ésta es solo la segunda etapa de la vida cristiana, muchos no alcanzan a ella, porque rehusan ser conducidos (v. 2).
3. HASTA LOS LOMOS. «Me hizo pasar por las aguas que llegaban hasta los lomos» (v. 4). Los lomos denotan el secreto de la fortaleza del hombre. El río se ha apoderado de su fortaleza. Esto representa el «Espíritu de Poder». El cristiano que ora pronto pasará a ser un cristiano testificante.
Sus lomos están ahora ceñidos con el poder de Dios. Cuando un hombre está hundido hasta los lomos se ve menos del hombre, y se evidencia más la profundidad del río. Los que solo están hundidos hasta los tobillos muestran demasiado de sí mismos, y no dan una impresión correcta de la plenitud de las aguas.
4. NADANDO. «Era ya un río que yo no podía pasar… el río no se podía pasar sino a nado» (v. 5). El nadador cristiano llegado más allá de su fondo, y es ahora llevado por el río de Dios.
Esta última etapa representa la «Plenitud del Espíritu». En lugar de vadear, está ahora reposando en las aguas. Esta experiencia ya no se puede sobrepasar. Nada hay mejor que esto ni en la tierra ni en el cielo. La perfección no está en nosotros, sino en la abundante plenitud de su provisión para nosotros. «Aguas para nadar». «Boga mar adentro».