Los Dos Edificadores. Bosquejos Bíblicos para Predicar Mateo 7:24-27
El sermón del monte comienza con la bienaventuranza de los pobres en espíritu, y termina con la ruina del orgulloso profesante confiado en sí mismo. El fin de este sermón es el fin de toda enseñanza cristiana. Vida y muerte, justicia a aquellos que creen y obedecen, ruina a los que no obedecen.
I. Una comparación sugestiva. El que oye y hace es asemejado a un hombre sabio. La conexión entre oír y hacer es muy vital. Los que poseen el oído rociado de sangre deben también tener el pie rociado de sangre (Lv. 8:24).
Estos dichos de Cristo son para los hechos de su pueblo. El que es solo un oidor es un necio. Es como un hombre que se refugia en los planos de un edificio en vez de hacerlo en una casa. El mero oidor es como torta no vuelta; como uno que rema con un solo remo. Si el oír no afecta los dedos y los pies, de nada sirve.
II. Una necesidad común. Una casa, que es una de las necesidades comunes del hombre. «Un hombre prudente edificó su casa». Hay una responsabilidad sobre todo hombre con respecto a su propia casa. Una casa es:
1 UN LUGAR DE ABRIGO. El hombre necesita un escondedero de la tempestad de la ira de Jehová contra el pecado. La ira de Dios está sobre todo incrédulo
(Jn. 3:36).
2 UN LUGAR DE DESCANSO. Un lugar de reposo hace falta para apartarse de los cuidados y aflicciones que vienen del bullicio y las molestias de esta vida presente. Lo mismo podría un hombre esperar encontrar calor en un témpano que hallar descanso en desobediencia a las palabras del Hijo de Dios.
3 UN LUGAR DE COMUNIÓN. Las necesidades del hombre nunca estarán del todo satisfechas mientras no esté puesto en comunión con el Padre y el Hijo.
III. Un requisito indispensable. Una roca. Antes que pueda obtenerse una casa de seguridad, hay que encontrar la roca. «La roca era Cristo» (1 Co. 10:4). La Roca está al alcance de todos si los hombres tan solo quisieran cavar a suficiente profundidad (Lc. 6:48). Esta Roca es suficientemente fuerte para soportar todo. Ninguno que edifica sobre Cristo duda de su fundamento. Mientras no se le halle a Él, todo edificar es vano y ruinoso.
IV. Una prueba triple. Lluvia, ríos y vientos hicieron ímpetu en la casa. La lluvia prueba el techo, la inundación, los cimientos, y los vientos prueban toda la estructura. Cada piedra edificada sobre esta Roca, es decir, toda acción hecha por amor de Cristo, todo acto de confianza en Él, será probado por el triple enemigo del alma: el mundo, la carne y el diablo. El fundamento se mantiene firme.
V. Un esfuerzo presuntuoso. Edificar sobre la arena. Este hombre es suficientemente sabio para saber que necesita un lugar de protección, pero suficientemente insensato para creer que puede tenerlo sin ponerse en contacto con la grande y eterna Roca.
No tiene fe en lo que está fuera de vista. Toda su obra es cuestión de apariencia. ¡Qué cuadro triste de todos aquellos que confían en sus obras sin asirse del Cristo invisible! (He. 11:27). La vida puede estar bien y ser hermosa a los ojos de otros, pero no tener ninguna conexión con Cristo la Roca.
VI. Un error irreparable. Cayó, y fue grande su ruina (ver Lc. 6:49). Se vino abajo en el tiempo de la mayor necesidad del hombre. Esperaba que lo salvara, pero esperar sin Cristo es cosa inútil y desastrosa. Cuanto más bellas sean la vida y las obras, sin Cristo el fundamento, tanto más peligrosas y fatales son. Cuanto mayor la casa, tanto mayor la ruina. Mirad dónde edificáis (1 Co. 3:11).