Los israelitas vieron a sus enemigos egipcios por última vez en el Mar Rojo. Llegará el momento en que el pueblo de Dios dejará de ver a sus enemigos para siempre jamás. Aprendamos que:
I. Grandes cambios pueden sobrevenir repentinamente. Hoy el enemigo los está apurando, mañana se verá hundido en el abismo. El que endurece su cerviz será destruido repentinamente.
II. Las oportunidades pueden desvanecerse rápidamente. Estos egipcios habían visto mucho del poder y de la grandeza de Dios, pero persistieron en su voluntariosa rebelión. No endurezcas tu corazón.
III. La confianza en uno mismo lleva a la destrucción. «Los egipcios se lanzaron en su persecución», pero con sus propias fuerzas. Se cavaron su propia tumba, se apresuraron al lugar de su condenación. La paga del pecado es la muerte. El corazón es engañoso más que todas las cosas.
IV. La salvación del creyente está asegurada. «Nunca más para siempre los veréis.» El pecado que acosa, los lazos del diablo, las concupiscencias de la carne, la soberbia de la vida, nunca más los veréis. Cierta es la liberación plena y eterna.
V. La separación entre el creyente y el incrédulo será total. «Nunca más los veréis.» El tamo será barrido. El trigo y la cizaña no irán juntos para siempre. Judas se fue a su propio lugar.
VI. La salvación es del Señor. El poder absoluto y sobrenatural de Jehová fue necesario para librar a los hijos de Israel. Este poder salvador de Dios se manifiesta ahora en su Hijo. Cristo es el poder de Dios. Él vino a buscar y a salvar, y «puede salvar completamente a los que por medio de Él se acercan a Dios» (He. 7:25).
VII. Tuvieron que estar quedos para ver la salvación del Señor. El hombre nunca puede lograr abrir un camino liberador a través del Mar Rojo de su insondable culpa. Solo el Señor puede hacer retroceder estas oscuras y mortíferas olas. Quédate quedo, cesa de tus obras. «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo».
Inconversos, prestad seria atención ahora a vuestras Biblias, a vuestros amigos cristianos, y a los privilegios de que gozáis, o vendrá el tiempo en que «nunca más los veréis».

