TENTADO Y PROBADO. Bosquejos Bíblicos para Predicar Éxodo 5
Como Nehemías, Moisés se encuentra con muchas dificultades inesperadas al tratar de llevar a cabo la tarea que Dios le ha encomendado. ¿Quién ha conseguido jamás grandes cosas para Él sin tener que vencer una oposición acerba y desesperada? Este capítulo está lleno de profundas y prácticas enseñanzas. Tratemos de recapitularlas bajo los siguientes encabezamientos.
I. Una gran demanda. «Deja ir a mi pueblo» (v. 1). Esta perentoria demanda nos expone que Dios quiere a su pueblo (1) SALVADO, (2) SEPARADO, (3) SIRVIÉNDOLE. No era suficiente que se les hubiera enseñado, sino que además deben ser emancipados. Jesucristo vino no solo a enseñar, sino «para dar su vida en rescate» (Mt. 20:28).
II. Un enemigo tenaz. «Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel» (v. 2). En lugar de dejarlos ir, su esclavitud y cargas son intensificadas. Faraón, como el dios de este mundo, nunca cede nada excepto cuando le vaya a aprovechar de algo. Satanás siempre aumenta las cargas de aquellos que ponen sus ojos en la liberación. El diablo siempre resistirá las demandas del pueblo de Dios hasta que, como Faraón, se vea abrumado hasta lo más hondo, en «el lago de fuego» (Ap. 19:20).
III. Un vano esfuerzo. «Los capataces de los hijos de Israel vinieron a Faraón y se quejaron a Él». (v. 15). Su respuesta fue: «Estáis ociosos». Se trataba de un intento bienintencionado, pero insensato y presuntuoso de tomar en su propia mano la cuestión de su liberación, ignorando a Moisés y a Aarón, los intercesores designados por Dios.
Quizá esperaban lograr contemporizar con aquel déspota sin corazón; puede que creyeran que Moisés y Aarón estaban pidiendo demasiado. Ah, el hombre está muy dispuesto en la soberbia de su corazón a dictar o a modificar las demandas de Dios. Deja tu liberación en las manos del Señor Jesucristo, el libertador designado por Dios. Él es «poderoso para salvar» (Is. 6:31).
IV. Una acusación hiriente. Los capataces se encontraron con Moisés y Aarón después de su débil intento de mejorar su situación por sí mismos, y los acusaron de ser ellos la causa de esta mayor opresión que les había sobrevenido (v. 21). ¿Conoces experimentalmente lo que ello significa? Entonces has sido verdaderamente hecho participante del sufrimiento de Cristo. La fidelidad hacia Dios pronto atrae reproches de parte de los que están convencidos de pecado pero con la mente cegada por el mundo.
V. Un noble ejemplo. ¿Cómo reaccionó Moisés ante esta imputación tan injusta? «Moisés se volvió a Jehová» (v. 22). Herido en lo más vivo, descarga su pesado corazón ante el Señor su Dios. Sus palabras revelan un estado de intensa perplejidad.
«¿Para qué me enviaste? Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu pueblo» (vv. 22, 23). No esperamos nada excesivo cuando esperamos que Dios cumpla todas sus promesas.
Moisés había estado predicando que Dios estaba a punto de liberarlos, pero en lugar de liberación, el horno de su aflicción fue calentado aún más. ¡Qué prueba para la fe! ¡Con cuánta frecuencia las apariencias parecen contradecir las promesas! No seas incrédulo, sino creyente; la hora más oscura es la hora antes de romper el alba. Y así sucedía aquí. Luego tenemos
VI. Una respuesta inspiradora. El capítulo 6:1 nos dice que «Jehová respondió a Moisés: Ahora verás lo que Yo haré». Había llegado ya el AHORA de Dios. «He aquí ahora el tiempo favorable» (2 Co. 6:2). Todos los recursos de la gracia y de la verdad están actualmente en acción por medio de su Hijo Jesucristo. «Ahora verás lo que Yo haré». Escribe estas maravillosas palabras a través de la vida y muerte del Redentor, el Hijo de Dios. ¿Has visto todo lo que el amor y poder de Dios ha hecho por ti en y por medio de Él?