Decisiones Propias
Tomar decisiones tiene una implicación directa con el respeto a la individualidad y la capacidad de recordar que cada persona tiene el derecho, el privilegio y el deber de tomar sus propias decisiones y asumir la responsabilidad por ellas.
Debemos enseñar a tomar decisiones desde que los hijos son pequeños, iniciando con responsabilidades no trascendentales como vestirse o peinarse, e ir aumentando el grado de relevancia de la responsabilidad conforme van creciendo.
Para que tomen buenas decisiones, debemos enseñarles a tener un criterio propio y a tener una gran valoración de lo que son. Cuando me valoro y me siento apreciado y amado, es más fácil decidir por mí mismo, porque soy una persona que tiene una buena autoestima.
Si el niño no tiene un ambiente familiar en el que se le fortalezca internamente, podría ser un niño inseguro; podría sentirse feo, poco inteligente; podría buscar amor en lugares fuera del hogar o podría tender a verse en relaciones de codependencia, buscando el favor de los demás.
Uno de los elementos más dignificantes en todo ser humano es sentir la libertad de expresar lo que piensa, siente y sueña.
Cuando soy capaz de expresar lo que pienso con respeto, reflejo que he sido respetado, admirado y amado. Permita pensar por sí mismos a sus hijos. Educar es formar en ellos un espíritu libre, capaz de juzgar la vida por sí mismo, y ayudarlos a tomar sus propias decisiones.
Educar es instruir para la vida. Los niños deben sentirse cómodos al ir creciendo y transitando el camino de la dependencia a la independencia.
Se debe ir trasladando la responsabilidad de manejar sus vidas. Esto es importante porque al entrar a la escuela elegirán amigos, les ofrecerán drogas; porque al ser adolescentes se desarrollarán físicamente y decidirán sobre el inicio de su vida sexual, porque a los 17 años elegirán su carrera profesional.
Crecer implica una toma de decisiones constante, y nuestros hijos tienen que aprender a formar su propio criterio y a defenderlo. Generemos espacio, incluso para el error y para experimentar sus consecuencias. Lo que sí no se les debe permitir es tomar decisiones propias en áreas en las que no tienen la madurez ni la edad para hacerlo. Esas decisiones tienen que tomarlas los padres.
La mejor defensiva es una buena ofensiva. Es decir, lo ideal es que antes de que las situaciones difíciles vengan, ya ellos hayan aprendido a tomar decisiones. Por eso es importante que las tomen en casa.
¿Cómo enseñarles a tomar buenas decisiones? * Aceptándolos, amándolos y respetándolos. * Permitiéndoles expresar su criterio. Permitiéndoles decir «no». No es malo que ellos expresen su desacuerdo con el debido respeto.
* Preguntando antes de decir un «no» o imponer reglas. Al dialogar con ellos les permitimos crecer, aprenden a negociar y a valorar lo que nosotros razonamos.
* Permitiéndoles razonar, contestando los «porqués». No seamos simplistas en decir: «No, porque yo soy el papá y yo decido». Nuestros hijos necesitan entender las decisiones que nosotros tomamos para tenerlas como ejemplo y aprender de ellas. * Acordando qué decisiones les vamos a delegar y a qué edad lo van a hacer, para que el caminar de los hijos por la vida no nos tome por sorpresa.