Dele Tiempo a Dios
Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abram:
Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.
Génesis 15:1–5
Este tiempo nos prepara para manejar lo que Dios ha prometido darnos o hacer por nosotros.
Abraham tuvo una palabra definitiva de Dios acerca de su futuro. Sabía lo que Dios le había prometido, pero no tenía noticias con respecto a cuándo sucedería. Lo mismo suele ser cierto para nosotros. Mientras estamos esperando nuestra promesa o que se haga realidad nuestro sueño—esperando un avance—no siempre es fácil disfrutar el tiempo invertido en la sala de espera.
Una vez que Dios nos habla o nos muestra algo, estamos llenos de ello. Es como si estuviéramos “encintas” con lo que Dios ha dicho. Él ha plantado una semilla en nosotros, y debemos entrar a un tiempo de preparación. Este tiempo nos prepara para manejar lo que Dios ha prometido darnos o hacer por nosotros.
Es muy semejante al nacimiento de un niño. Primero, la semilla es plantada en el útero, entonces vienen nueve meses de espera, y, finalmente, nace el bebé. Durante esos nueve meses, hay mucho que está sucediendo.
El cuerpo de la mujer está cambiando para prepararla para poder dar a luz. La semilla está madurando. Los padres están preparando cosas para la llegada del bebé. Están acumulando el equipo necesario para cuidar adecuadamente de un niño.
Así como hay mucha actividad dentro del cuerpo de la madre que no podemos ver, hay mucha actividad en el mundo espiritual con respecto a las promesas de Dios para nosotros. Solo porque no podamos ver o sentir que esté sucediendo algo no quiere decir que nada esté sucediendo. Dios hace su mejor trabajo en secreto, y se deleita en sorprender a sus hijos.