El Segundo Templo, o Templo de Zorobabel. Cuando los cautivos regresaron de Babilonia, construyeron, tras muchas dificultades y demoras, un nuevo templo que quedó terminado en el año 516 a.C.
La empresa la dirigió → Zorobabel, príncipe de la casa real de David, a quien las autoridades persas encomendaron la tarea. La distribución de este segundo templo era fundamentalmente la misma que la del templo de Salomón, con el vestíbulo, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo, pero no había comparación posible en cuanto a lujo y calidad arquitectónica.
En este segundo templo el Lugar Santísimo estaba vacío. El arca del pacto, según nos cuenta el historiador Flavio Josefo, la habían destruido los ejércitos babilonios. Y en el Lugar Santo, donde antes el templo de Salomón tenía diez candelabros, tenía solamente un candelabro de oro de siete brazos.
Este templo fue el que el rey seléucida → Antíoco IV Epífanes saqueó y profanó con la «abominación desoladora», una estatua de Zeus ante la cual ordenó ofrecer sacrificios de cerdos (Daniel 8:12–14; 9:27; 10:31). Fue este también el que los príncipes macabeos reconquistaron de sus opresores sirios y lo reconsagraron al culto del Dios de Israel.