Perfumes
Desde siglos antes de Cristo, los pueblos orientales mostraron gran interés y preferencia por la elaboración y uso de los perfumes. Se aplicaban en el cuerpo (Génesis 37:25; Ester 2:12; Proverbios 27:9; Isaías 57:9; Cantares 1:3; 4:10; Juan 12:3), en los vestidos (Salmos 45:8) y en las camas (Proverbios 7:17). Además se destinaban a usos solemnes, rituales y simbólicos: para las literas de los príncipes (Cantares 3:6, 7), para → embalsamar los cadáveres (2 Crónicas 16:14; Marcos 16:1; Lucas 23:56; Juan 19:39, 40) y para el servicio del tabernáculo (Éxodo 30:23–38).
Fueron los egipcios los que históricamente crearon el uso de perfumes. En sus grandes banquetes acostumbraban derramar gotas de perfume en la cabeza de los comensales. Los hebreos siguieron esa costumbre (Salmos 133:2), y en tiempo de Cristo la practicaban con aceite (Salmos 92:10; Lucas 7:46; → ungüentos).