Tárgumes

Tárgumes (en hebreo, interpretación, traducción). Paráfrasis en arameo de una porción del Antiguo Testamento.

Puesto que después del cautiverio babilónico el arameo llegó paulatinamente a reemplazar al hebreo como la lengua materna del pueblo judío, las Escrituras no eran comprensibles en su idioma original. Para que el hombre común tuviera acceso a la Palabra escrita, se inició en la sinagoga (en una fecha difícil de precisar) la costumbre de leer la Ley en hebreo y dar luego la traducción al arameo.

Posiblemente el inicio se relata en Nehemías 8:8, donde «claramente» puede significar «con la interpretación». Sin duda, la costumbre estaba bien arraigada en las sinagogas antes del nacimiento de Cristo; Él y los apóstoles habrán oído siempre en esta forma la lectura bíblica.

De ser netamente orales, para que el asistente al culto pudiera distinguir entre la Escritura misma con su absoluta autoridad y la mera paráfrasis, los tárgumes adquirieron formas tradicionales que aprendía el traductor (llamado meturgueman).

Finalmente se escribieron extraoficialmente. Por una ironía, sin embargo, el hecho de consignarlas por escrito condujo a su abolición en la sinagoga, ya que el arameo, como el hebreo anteriormente, evolucionó tanto que el dialecto targúmico se volvió muchas veces arcaico y difícil.

Algunos tárgumes escritos son de gran antigüedad; se ha descubierto uno de Job en la cueva 11 de → Qumrán. Otros datan del siglo II o III d.C. y abarcan todo el Antiguo Testamento menos Daniel, Esdras y Nehemías. Los más importantes son los del Pentateuco, aunque no están completos: el tárgum Onquelos y dos tárgumes palestinenses (Seudo-Jonatán y Códice Neófiti).

Sobre los profetas existe el tárgum Jonatán ben-Uziel. Hay varios tárgumes anónimos sobre las distintas secciones de los Hagiógrafos. Mientras Onquelos es bastante literal y se atiene al original, Jonatán parafrasea mucho más, y Seudo-Jonatán solo usa el original como vehículo para los relatos populares que se aglomeraron alrededor de los personajes y acontecimientos bíblicos (→ Talmud). Todos los tárgumes tienden a:

  1. Evitar el empleo del nombre inefable de Dios, sustituyéndolo a menudo por el vocablo Memra (el Verbo).
  2. Evitar en pasajes referentes a Dios el uso de los antropomorfismos y antropopatismos del original, para lo que se altera la estructura de la narración.
  3. Armonizar los relatos paralelos y completar los que parecen escuetos.

Son útiles para el estudio de la hermenéutica judía y del arameo. Es posible, por ejemplo, que Neófiti refleje el dialecto preciso que hablaba el Señor Jesús.

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