Las Señales de los Tiempos.
RC. Sproul
Jesús hizo la audaz declaración de que la generación de sus oyentes no pasaría antes del “fin”. Esto crea muchas dificultades para la interpretación, especialmente respecto al regreso final de Jesús.
¿Cómo debemos entender sus palabras respecto a su regreso, el último tiempo, y el evangelio que es predicado a todas las naciones? ¿Estaba errado Jesús en su marco de tiempo? ¿Cómo armonizamos este relato? Partamos por dar una mirada más de cerca a los versos 3-14 de Mateo 24.
Mientras Jesús estaba sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron por separado, y le dijeron: “Dinos, ¿cuándo sucederá todo esto, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?” Jesús les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, y dirán: ‘Yo soy el Cristo’, y engañarán a muchos.
Ustedes oirán hablar de guerras y de rumores de guerras; pero no se angustien, porque es necesario que todo esto suceda; pero aún no será el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y habrá hambre y terremotos en distintos lugares. Todo esto será sólo el comienzo de los dolores.
“Entonces los entregarán a ustedes para ser torturados, y los matarán, y todos los odiarán por causa de mi nombre. En aquel tiempo muchos tropezarán, y unos a otros se traicionarán y odiarán. Muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y tanto aumentará la maldad que el amor de muchos se enfriará. Pero el que resista hasta el fin, será salvo. Y este evangelio del reino será predicado en todo el mundo para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin”.
En tanto que yo sugiero posibles formas de entender este texto, tenemos que caminar con mucho cuidado y con una considerable medida de humildad. Aunque he lidiado con este pasaje durante muchos años, no propongo una interpretación infalible.
Si bien estoy convencido de que mis conclusiones tienen su mérito, estoy consciente de que muchos cristianos a través de la historia han debatido esta materia y han llegado a conclusiones distintas. Yo simplemente sumo mi voz a la discusión.
Históricamente ha habido diversas formas de interpretar las palabras de Jesús en Mateo 24. Algunos críticos dicen que Jesús simplemente estaba equivocado y por lo tanto lo consideran un falso profeta.
Otros han tratado de interpretar el término generación como algo distinto a un periodo de unos cuarenta años. Aun otros han argumentado que Jesús solo estaba hablando del futuro inmediato y no de su segunda venida y el fin de la historia tal como la conocemos.
Otros han señalado una doble aproximación al cumplimiento, un cumplimiento primario en el siglo I y un cumplimiento definitivo al final de la historia. Este suele ser el caso de las profecías del Antiguo Testamento.
El verso 3 dice: “Dinos, ¿cuándo sucederá todo esto, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?” (v. 3b). Debemos ser cautelosos al analizar la pregunta de los discípulos. ¿Qué quisieron decir con “fin del mundo”? En general, muchos dicen que “el fin del mundo” o “fin del siglo” (video) se refiere al retorno de Jesús a consumar su reino aquí en la tierra.
¿Pero podría haber otras interpretaciones posibles? Normalmente, cuando decimos “el fin de un siglo”, nos referimos a una edad en particular definida por ciertas características, tales como la Edad de Hierro, la Edad de Bronce, o la Edad de Hielo. Muchos creen que este pasaje está haciendo una distinción entre la edad de los judíos y la edad de los gentiles.
Para explorar el significado de “el fin del mundo”, consideremos el relato de Lucas del Discurso del Monte de los Olivos, que nos da mayor información:
Pero cuando vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, sepan que su destrucción ha llegado. Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que estén en la ciudad, salgan de allí. Los que estén en los campos, no entren en la ciudad. Porque esos días serán de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. Pero ¡ay de las que en esos días estén embarazadas, o amamantando! Porque vendrá sobre la tierra una gran calamidad, y sobre este pueblo vendrá la ira. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que se cumplan los tiempos que a ellos les esperan (Lucas 21-20-24).
Jesús está haciendo una advertencia a sus seguidores, diciéndoles qué hacer cuando vieran los ejércitos alrededor de Jerusalén. El consejo que da es totalmente contrario a la lógica de la reacción típica ante un ejército invasor o un sitio militar.
En el mundo antiguo, en el caso de una invasión, la gente dejaba sus casas y posesiones y huía en busca de refugio a una ciudad amurallada. Este es precisamente el motivo por el que había muros alrededor de las ciudades de la antigüedad. Se construían como una defensa contra los invasores.
Cuando Jesús pronunció estas palabras, los muros de Jerusalén medían cuarenta y cinco metros de alto. Cuando los romanos atacaron Jerusalén el 70 d. C., tuvieron que sitiar la ciudad, e incluso con su poder militar, traspasar aquellos muros les pareció una tarea titánica.
El sitio duró varios meses, tanto que al final de la lucha, al Monte de los Olivos ya no le quedaba ningún olivo. Los soldados romanos acampados en el monte habían cortado todos los árboles y los habían quemado para calentarse.
Pero Jesús les dijo: “Cuando vean la llegada de los ejércitos, no vayan a la ciudad. Vayan a las montañas. Vayan al desierto. Vayan a cualquier lugar excepto a Jerusalén, porque en Jerusalén no hallarán seguridad, solo destrucción”.
Cuando Jerusalén cayó y la ciudad fue destruida, más de un millón de personas fueron muertas. Pero los cristianos siguieron el consejo de Jesús y huyeron más allá de la ciudad. El relato de Lucas dice que estos serán “días de retribución”, lo que significa que la ira de Dios se derramó sobre su pueblo.
Cuando Jesús lloró por Jerusalén, estaba llorando por su pueblo, que lo rechazó y sufriría el castigo de su rechazo.
No debemos pasar por alto esta porción de Lucas 21: “Caerán a filo de espada y los llevarán cautivos a todas las naciones.
Los gentiles pisotearán a Jerusalén, hasta que se cumplan los tiempos señalados para ellos” (v. 24, NVI). Todo esto aconteció. Jesús hizo una distinción entre los tiempos de los gentiles y los tiempos de los judíos. En el capítulo 11 de Romanos, Pablo trata la cuestión del Israel étnico y si Dios obrará una vez más con el pueblo judío. Él dice que cuando se cumpla el tiempo de los gentiles, habrá un nuevo acercamiento al Israel étnico.
Nunca olvidaré cuando en 1967 vi las noticias sobre los judíos que luchaban por la ciudad de Jerusalén. Cuando llegaron al Muro de los Lamentos, los soldados judíos arrojaron sus fusiles y corrieron al último muro del templo en pie y comenzaron a orar. Yo lloré porque lo que veía era muy asombroso. ¿Era el cumplimiento de Lucas 21? Los eruditos bíblicos estaban leyendo la Biblia en una mano y el diario en la otra, y se preguntaban:
“¿Estamos ahora cerca del fin del tiempo de los gentiles?”.
En el Discurso de los Olivos, yo estoy seguro de que cuando Jesús habló del “fin del siglo” no se refería al fin del mundo, sino al fin de la era judía. Cuando cayó Jerusalén, concluyó la edad de los judíos, que se extendió desde Abraham hasta el 70 d. C. Eso marcó el comienzo del tiempo de los gentiles.
No obstante, al responder la pregunta de los discípulos sobre cuándo sucederían estas cosas, Jesús hizo algunas advertencias. Él no quería que ellos se engañaran pensando que el fin ya había llegado cuando no era así, así que les dio una lista de lo que podemos llamar “señales de los tiempos”.
Estas eran señales que debían suceder antes de que llegara el fin. La mayoría cree que Jesús estaba describiendo las señales que vendrán justo antes de la consumación final de su reino. Entonces tenemos una tendencia a poner mucha atención a los hechos actuales, preguntándonos si ellos presentan alguna prueba de que estamos en los últimos tiempos.
Pero si miramos atentamente este pasaje, descubrimos que Jesús no está hablando de las señales que gatillan el fin de los tiempos, sino las señales que debían suceder antes de la destrucción de Jerusalén. Observa el pasaje con mayor atención:
Porque muchos vendrán en mi nombre, y dirán: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos. Ustedes oirán hablar de guerras y de rumores de guerras; pero no se angustien, porque es necesario que todo esto suceda; pero aún no será el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y habrá hambre y terremotos en distintos lugares. Todo esto será sólo el comienzo de los dolores (Mateo 24:5-8).
Reflexiona sobre estas señales: personas pretendiendo ser el Cristo, falsos profetas, guerras y rumores de guerra, hambres, pestilencias, y terremotos. ¿De qué manera pueden estos hechos ser señales? ¿Cuándo no ha habido guerras y rumores de guerra? ¿Cuándo no ha habido terremotos? ¿Cuándo no ha habido hambres? Además, siempre ha habido falsos profetas y falsos cristos. Si estas cosas han estado siempre con nosotros, ¿en qué sentido podrían ser señales?
Para que estas cosas sean señales, tendrían que suceder en una forma significativa y en un periodo significativo. Ese es precisamente el sentido de la palabra significativo: literalmente, “que tiene valor de signo”. El problema se complica aún más si asumimos que Jesús no está hablando de señales que los propios discípulos observarían, sino de señales que ocurrirían dos mil años después.
El historiador judío Josefo escribió mucho acerca de estas señales que mencionó Jesús. Él escribió acerca de los numerosos falsos profetas entre los judíos, de los cuales muchos pretendían ser el Mesías. Él también reportó cuatro severas hambrunas entre el 41 d. C. y el 50 d. C. en las cuales mucha gente murió de hambre.
Él informa sobre dos graves terremotos, uno durante el reinado de Calígula y el segundo durante el reinado de Claudio. Luego vino Nerón, quien dio inicio a una gran persecución contra los cristianos.
Jesús alude a esto: “Entonces los entregarán a ustedes para ser torturados, y los matarán, y todos los odiarán por causa de mi nombre. En aquel tiempo muchos tropezarán, y unos a otros se traicionarán y odiarán” (Mateo 24:9-10).
Jesús dice que sus seguidores serán perseguidos, muertos, y se traicionarán entre sí. Esto también ocurrió bajo el reinado de Calígula y Nerón. El gran incendio que destruyó a Roma fue iniciado por Nerón, según se cree. Pero con el fin de evadir la culpa, él acusó a los cristianos de encender el fuego, lo cual desencadenó un tiempo de gran persecución.
Incluso usó a los cristianos como antorchas humanas para iluminar jardines, y en su demencia desató una terrible persecución contra los judíos, especialmente los que estaban en Roma. Él mató a muchos de los líderes cristianos, incluyendo a los apóstoles Pablo y Pedro. De seguro esto fue el cumplimiento de lo que Jesús dijo a sus discípulos.
Jesús demostró que estaba en lo cierto. Todo lo que él dijo que sucedería realmente aconteció. Y sucedió de una forma significativa para las personas a las que Jesús hizo estas advertencias. Él no estaba haciendo advertencias a sus discípulos del siglo I sobre lo que iba a suceder en el siglo XXI.
Él estaba diciendo: “Estén vigilantes sobre lo que suceda de aquí hasta la destrucción de Jerusalén”. Pero él tenía mucho más que decir, incluyendo la advertencia sobre la aparición de “la abominación desoladora”